Crítica escasez de agua en la  tierra de los bosques inmensos
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Crítica escasez de agua en la  tierra de los bosques inmensos

De 500 comunidades, 50 a 80% están enfrentando problemas de escasez


Crítica escasez de agua en la  tierra de los bosques inmensos | El Imparcial de Oaxaca

La abundancia de agua en la Sierra Norte es un mito. La creencia de que esta región, cuna del Benemérito de las Américas, cuenta con recursos hídricos interminables, la ha creado la naturaleza misma, con un clima gélido persistente a lo largo del año, neblina que cubre en enero y en julio las vías de acceso y una de las zonas boscosas más importantes del país. La realidad es otra, de las 500 comunidades que componen dos de los tres distritos de esta región, Ixtlán y Villa Alta, 150 viven una crisis grave por la falta de agua y aproximadamente el 50 por ciento enfrenta un grado medio de escasez que se agrava en los tiempos de sequía.

Como parte de un equipo de investigadores de la Universidad de la Sierra Juárez, el maestro en Ciencias, Fernando Ramos, y el ecólogo Ricardo Clark, realizaron un diagnóstico en estas comunidades y obtuvieron resultados de alarma social: la población que vive en el distrito de Ixtlán cuenta con una disponibilidad hídrica promedio anual considerada por la ONU como extremadamente baja y baja. De acuerdo con los estándares de la organización, si el agua por habitante es de 10 mil metros cúbicos el nivel de disponibilidad se califica como medio, en estos distritos en tiempos de lluvias tienen 3 mil 978 metros cúbicos, durante la sequía, mil 23.

“Hay una idea de que la Sierra Juárez es donde nace el agua del Papaloapan, que es rica en agua, pero cuando nos adentramos a las comunidades hay una gran cantidad de problemas que hacen que el acceso al agua tenga variaciones, hay comunidades con una situación crítica, la abundancia de agua es un mito”, señala Ramos.

El primer factor para empezar a explicar el desabasto de agua en esta región es la distribución territorial. Por su extensión, algunos ayuntamientos titulados con 400 o 500 hectáreas, como Guelatao, dependen de otros municipios para acceder a cuerpos de agua.

“Hay casos como el de Cuajimoloyas, Lachatao, Amatlán y San Juan Chicomezuchil, comunidades de tres municipios diferentes que dependen todos de una sola cuenca, se tendrían que poner de acuerdo para garantizar el abastecimiento pero son procesos muy lentos, difíciles, complicados por varias razones, históricas, culturales, geográficas, es un caso, las comunidades van a enfrentar ese problema tarde o temprano, algunas ya lo están haciendo”, agrega el investigador.

Además de la diversidad de conflictos intercomunitarios latentes y activos observados por los autores, también se disemina por la región la inconformidad con las autoridades encargadas del tema, la Conagua, un gigante inoperante, y la Comisión Estatal del Agua, una dependencia estatal que en el mejor de los casos asesora sin capacidad de incidir.

A la Conagua los municipios de esta región le han mostrado el torpe papel que desempeña cuando pretende administrar el agua fuera de centros urbanos. El organismo, quejoso por el bajo pago que entregan las comunidades por el agua del subsuelo olvida su nula capacidad para generar infraestructura en lugares como la Sierra y obstruye la entrega de nuevas concesiones, incluso para cuando el agua que dice entregar no existe.

Para Ramos, la postura sobre el cobro de Conagua desestima que la administración del agua en estos municipios se da de manera comunitaria, bajo trabajos por tequio para construir y mantener infraestructura que nadie paga. “Si lo pagara, vera que las comunidades aportan más de lo que cree”, asegura.

Si fuera poco, por la división que ha hecho la Conagua de las zonas hídricas del país, está región corresponde a la cuenca Golfo-Centro, con sede en Xalapa, Veracruz. Las solicitudes y audiencias con funcionarios requieren viajes de más de seis horas a pesar de estar a 60 u 80 kilómetros de la capital oaxaqueña.

Además de la falta de infraestructura, la poca permeabilidad del suelo de esta región impide una recarga de los mantos freáticos a pesar de las constantes lluvias que se registran cada vez con mayor arbitrariedad respecto al ciclo agrícola. “En un día puede llover 30 litros por metro cuadrado, de esos muy pocos se filtran a la tierra, la Sierra tiene la particularidad de que el 60% de los escurrimientos van hacia Veracruz, menos lo que se evapora quizá solo el 30% del agua se infiltra”, explica Clark.

La respuesta comunitaria

Juan Marcial, presidente del Comité de Agua del municipio de Yahuiche, ejemplifica uno de los principales problemas que enfrentan las comunidades, la lejanía a la que se encuentra el cuerpo del que toman el agua, en este caso 11 kilómetros. Él es el encargado de vigilar que cada semana se haga a pie un par de recorridos por toda la tubería para verificar que no haya fugas.

Una fuga representa no solo la pérdida del líquido, escaso, sino la necesidad de invertir dinero, aún más escaso. De acuerdo con la investigación, los municipios afectados por la escasez de agua gastan la mayor parte de los recursos que obtienen de la Federación en atender este problema.

“A nosotros lo que nos urge es cambiar la tubería, que ya tiene bastante tiempo, por el peligro del material del que es la línea actualmente, que tiene asbesto y dicen que eso produce cáncer, queremos cambiarla, apenas empezamos, nosotros no tenemos recursos, faltan varios años para llegar al venero, tenemos que esperar año con año para obtener más recursos”, asegura José Manuel Ramírez, jefe de Policía de Yahuiche.

Fuera de su cargo comunitario, el invernadero que don Juan construyó en Ixtlán, como la mayor parte del sector primario, principal fuente de ingresos de la región, también se ve afectado por la falta de agua. Cada año el 10 por ciento de los árboles que planta se pierde por no poderlos regar. Ixtlán, municipio cabecera de distrito, uno de los pocos con más de 3 mil 500 habitantes en la región, ha comenzado a tener problemas de suficiencia desde 2015 a pesar de tener un sistema comunitario de cuidado y protección del agua.

Falta de alternativas

Ante este panorama, las comunidades pese a su organización han fallado a la hora de generar mejores alternativas para la captación de agua.

“La verdad no se ha pensado en otras alternativas, mientras el venero mantenga a la comunidad no se ha llegado a ese punto, gracias a Dios todavía nos mantenemos con el agua que viene del monte”, expresa Ramírez.

La respuesta del jefe del comité de policía recuerda las palabras de Clark: las comunidades, dice el investigador, irónicamente, “buscan alternativas cuando ya no tienen el recurso, cuando tienen el agua hasta el cuello”. Tener el agua hasta el cuello hoy es no tener agua.


aa

 

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