Memoria y rebeldía: a 50 años del 2 de octubre de 1968
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Memoria y rebeldía: a 50 años del 2 de octubre de 1968

El 2 de octubre no se olvida.

 

¿Dónde estabas cuando empezaron a llover balas? ¿Viviste los gritos y el llanto? ¿La sangre y las botas de los militares? ¿Recuerdas la masacre y la noche triste que le siguió, el 2 de octubre de 1968, en Tlatelolco?

Pocos vivieron en carne propia la tarde trágica del 68; pocos recuerdan en su cuerpo el miedo y la desesperación en la Plaza de las Tres Culturas. Y, aún así, todos sabemos algo de la tragedia; todos heredamos algo de la desgracia; todos recordamos la pérdida de vidas ajenas.

A todos nos impacta el lejano recuerdo de esa tarde: no estuvimos ahí, pero compartimos el momento. Los cuerpos recuerdan a la distancia la relación con otros cuerpos. La historia toma sentido en nuestros cuerpos y el momento se concentra en nuestra carne.

Nos enseñaron a nunca olvidar, marcha en la ciudad de Oaxaca

Cada vez que formamos una marcha, que gritamos consignas, que caminamos hasta el cansancio, hombro con hombro, utilizamos el puño arriba, los gritos, los gestos corporales que se blandieron esa tarde en Tlatelolco. Repetimos, aún sin saberlo, lo que otros vivieron en cuerpo propio, en carne propia. Los cuerpos en resistencia, los cuerpos tirados en las planchas frías de la plaza, los cuerpos corriendo, nos transmitieron sus gestos, por su vida, por su muerte.

 

Nos heredaron su conciencia y su libertad. Manifestación en el zócalo de Oaxaca

En la Ciudad de México, cada 2 de octubre se repiten estos gestos que nos heredó la primera generación en defender la autonomía universitaria; esa autonomía conseguida cuarenta años atrás; esa autonomía que no había sido cuestionada. Repetimos los gestos de la primera generación en cuestionar masivamente la fragilidad de la democracia mexicana; la primera generación de estudiantes unidos, más allá de toda diferencia, para buscar libertad.

 

No los olvidamos, el grito de los mayores en la manifestación de Oaxaca

Incluso si nacieron después del 68 o si nunca han estado en una de las marchas conmemorativas, viven los resultados de ese movimiento que finalizó con una represión violenta en Tlatelolco. Porque son nuestros los cuerpos que lucharon; porque son nuestros los gestos que se recuerdan.

 

“Antes de que nos olviden haremos historia” stencil plasmado en las paredes de Oaxaca

El 2 de octubre permanece, aunque no todos lo hayan vivido. Otros muchos han olvidado los eventos que llevaron a la tragedia: ignoran la pelea por un juego de tochito que inició una mecha corta entre Los Arañas y los Ciudadelos (de las vocacionales 2 y 5) y los de la prepa Isaac Ochoterena; han olvidado a los granaderos golpeando cuerpos jóvenes; el nacimiento del Consejo General de Huelga; el nombre del soldado que derrumbó la puerta de la preparatoria 1 de la UNAM con una bazuca; las palabras de un rector que se solidarizó con sus estudiantes…

 

50 años después, 2 de octubre no se olvida. Manifestación realizada en la ciudad de Oaxaca
A 50 años permanece el dolor que aún sin haberlo vivido, duele.

Muchos han olvidado los detalles del día trágico y nuestros cuerpos, solos, recuerdan. Nuestros cuerpos recuerdan los gestos de los estudiantes en resistencia, recuerdan las marchas, las consignas, la angustia y la esperanza. Nuestros cuerpos recuerdan aunque todos olvidemos.

Los periódicos de esos días, la propaganda, los documentos históricos, los testimonios y los cientos de fotografías sólo narran parcialmente lo que sucedió en la tarde trágica de la Plaza de las Tres Culturas. Cada persona que vivió ese momento tiene un relato único: cada líder estudiantil, cada estudiante, cada vecino, cada policía, cada militar. Y en este relato también estás tú y estamos todos. Porque a cada uno le toca construir una historia siempre fragmentaria que dejó huecos; a cada uno le toca habitar los cuerpos que recuerdan con el presente.

 

La marcha del #2deOctubre en Oaxaca

El momento actual completa una historia que no ha dejado de escribirse. Tu cuerpo se une a los cuerpos que lo precedieron en una historia de gestos; gestos que se heredan, gestos que se repiten y regresan.

 

Las paredes en Oaxaca también predican

El 2 de octubre es un símbolo de algo más grande que una huelga estudiantil. No se olvida porque cambió nuestra cultura de la rebeldía. No se olvida porque inventó a los jóvenes como un sector activo de la ciudadanía y creó la comunidad imaginaria de los inconformes: todos, sin conocerse, luchaban por lo mismo; se unieron sin verse; se abrazaron sin tocarse. Los cuerpos, a la distancia, estaban siempre cerca. Los cuerpos, a la distancia, siguen estando cerca.

 

Sentimientos encontrados jóvenes conscientes

El atardecer del 2 de octubre es mucho más que una efeméride en el calendario, que una marcha anual o que un museo conmemorativo. Es el momento original en que los jóvenes decidieron hacer de la calle una tribuna para hablar con el gobierno. Es el momento en que los cuerpos se manifestaron, en que se inventaron formas novedosas de convocatoria: carteles llamativos, mítines en los mercados, brigadas políticas en las calles más transitadas.

 

No debemos olvidar nuestro pasado

Los jóvenes del 68 usaron hasta el silencio masivo para expresar su indignación por la violencia del Estado sobre sus cuerpos; usaron los gritos para aplacar las macanas; usaron los relatos para cambiar las versiones.

 

La impunidad de 50 años se refleja en la juventud actual.

Y nosotros los recordamos porque repetimos sus gestos, porque revivimos su sufrimiento, porque los cuerpos recuerdan.

 

Presente todas las regiones de Oaxaca

Aquellos estudiantes rebeldes dejaron un legado del que formamos parte aunque lo ignoremos. Sin ellos sería imposible pensar hoy en la pluralidad de partidos políticos y en las transiciones democráticas de los últimos veinte años. Tampoco podríamos hablar como lo hacemos de “derechos humanos”, de “feminismo” o de “defensa del territorio”; sin ellos no existiría respuesta frente a la lucha por la igualdad, la búsqueda de desaparecidos o la defensa de territorios protegidos. Sin el vocabulario que el 68 plasmó en volantes y consignas, la expresión vocal de nuestros cuerpos callaría; porque hablamos a través de los cuerpos del 68.

 

El arte como forma de expresión en Oaxaca

El movimiento de hace cincuenta años se convirtió en el mito fundacional o en el rito de paso de la mayoría de las luchas actuales y sentó un precedente moderno de la protesta social urbana. Los grandes cambios históricos, como el debilitamiento de un partido único que gobernó 71 años o la participación activa de las mujeres en la política, necesitaron de la rebeldía de una generación que convirtió la memoria en un deber ciudadano, que nos heredó una lucha encarnada.

 

50 años después…#2deOctubeNoSeOlvida

En 1968 nacieron nuevas formas de libertad ciudadana: la prensa libre, la memoria indómita, la defensa de la libertad de expresión y la libertad de asociación.Hace cincuenta años los estudiantes mexicanos nos enseñaron sus gestos de protesta para incendiar la contracultura, crear espacios para voces críticas, sentar las bases del cambio democrático.

 

Medio siglo de dolor que encarna en Ayotzinapa.

Hoy, estas expresiones corporales viven inscritas en los contingentes acordonados, en las marchas silenciosas y en el puño izquierdo levantado en el aire. Los gestos son la memoria corporal que sobrevive a pesar de nosotros.

 

Llega la manifestación al zócalo de Oaxaca

Los tiempos terribles pesan, le restan al mundo la alegría y a los hombres la capacidad de querer, pensar o desear. Pero los levantamientos nos liberan de esos tiempos terribles, de la opresión y de la tragedia. Nos levantamos juntos, los cuerpos del pasado con los cuerpos del presente. Necesitamos recordar cómo es alzarse para recordar nuestra capacidad de supervivencia y de rebeldía; para mantener la llama prendida de un pensamiento diferente.

 

La libertad de expresión se sigue defendiendo.

Las pérdidas nos derrumban, las tragedias nos disminuyen, pero la rebeldía nos levanta, una y otra vez, en una historia plagada de desgracias. La sublevación despierta empatía y solidaridad frente a las heridas de un pasado común que nos pertenece; nos pertenece porque nuestros son los cuerpos que se levantaron y cayeron, los cuerpos que volvieron a levantarse, una y otra vez, hasta legarnos su ingravidez rebelde.

 

¿Sólo 43? #2deOctubeNoSeOlvida

Por eso, recordar el 2 de octubre es mucho más que recordar una tragedia, significa recordar lo que, en nuestra memoria, nos une.

La palabra la silencian las balas. Pero la voz se levanta a pesar de la represión.

Recordar el 2 de octubre significa tomar un lugar en la historia que compartimos, en los gestos que heredamos, en los cuerpos que recuerdan y la cultura que los atraviesa.

La muerte no es el mejor camino

Recordar el 2 de octubre no es un imperativo, es una afirmación: ese día no se olvida porque es imposible olvidarlo, forma parte de lo que somos y de lo que podemos ser.

La voz de los caídos es la palabra de hoy

El 2 de octubre no se olvida porque recordar no es un gesto planeado: el recuerdo toma por asalto al presente, lo secuestra y lo suspende.

El 2 de octubre no se olvida porque el color de la sangre es el mismo.

El 2 de octubre no se olvida porque nos constituye.

El 2 de octubre no se olvida porque vive en nuestro presente.

El 2 de octubre no se olvida está en nuestros cuerpos.

El 2 de octubre no se olvida.

 

 

 

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