El gasolinazo, un “regalo” inolvidable
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El gasolinazo, un “regalo” inolvidable

De muchas tragedias que vivió el país este año, esta impopular medida movió más a México que los mismos temblores


El gasolinazo,  un “regalo” inolvidable | El Imparcial de Oaxaca

El dólar a 20 y el litro de gasolina a 16 o 18, la escena del crimen, el territorio nacional, los investigadores parecen despistados y uno busca ya un ascenso, quiere dejar las cuentas para dedicarse a dictar.

2017 fue el año del mega gasolinazo y de Trump. Aunque el cuate del despacho del norte no concretó sus amenazas de bloquear el paso a sus terrenos con un muro, tirar los acuerdos comerciales y desalojar a las armadoras de autos implantadas en los jardines del sur, la historia no acaba aunque el año se cierre.

De 2017 hay escenas que no se recuerdan y otras que quisieran olvidarse. Otras que el precandidato único del Partido Revolucionario Institucional ruega porque no se transmitan. 2017 fue el año del mega gasolinazo, esa impopular medida que como secretario de Hacienda, José Antonio Meade defendió para evitar que 12 secretarías de Estado desaparecieran. Para el más reciente de los militantes priistas en el país fue mejor dejar sin auto a algunos cuantos millones de pobladores que dejar sin chamba a sus colegas de gabinete.

“Mantener el subsidio a las gasolinas en los términos en que lo teníamos en diciembre (2016) nos habría representado un gasto de 200 mil millones de pesos”, dijo el 13 de enero el hoy candidato que promete hacer de México “una potencia mundial” y que con su decisión incrementó en 14.2% el precio de la gasolina Magna, 20.1% el de la Premium y 16.5% del Diesel, para colocarlos con precios de 15.99, 17.79 y 17.05 pesos por litro a a partir del 1 de enero pasado.

El presidente Enrique Peña Nieto recibió en 2012 la gasolina regular en 10.81 pesos y la va a dejar en 16.46 al cierre de 2017. También recibió el salario mínimo en 62.33 pesos para la zona A y lo deja en 88.36 para todo el país. Con lo que ha subido el salario mínimo en cinco años del sexenio alcanza para comprar un litro y medio de Magna.

Para el 10 de enero ya había nueve días de protestas en el país. Los puntos de manifestaciones sumaron hasta 70. El país demostró que en la concesión para bloquear carreteras, como en la denominación de origen del mezcal, Oaxaca lleva la delantera pero no tiene exclusividad. Se cerraron caminos de Hidalgo, Sinaloa, Durango, Chihuahua, Ciudad de México, Campeche, Veracruz, Guerrero, Tamaulipas… Oaxaca. El descontento se encontraba prácticamente en todo el país.

2017 pudo haber sido marcado como el año de la debacle de los alfiles presidenciales. El año en el que la reforma de Aurelio Nuño y la persecución de la CNTE terminó por cerrarle el paso al hombre más cercano del presidente; el año en que la candidatura de Donald Trump le quitó la suya a Luis Videgaray, no obstante 2017 es el año de la gasolina porque este recurso no renovable logró lo que el gobierno federal intentó desde el 1 de diciembre de 2012: Mover a México.

El aumento en el costo del combustible causó que la gente caminara. Las marchas fueron de kilómetros hacia múltiples pistas. La gente marchó a la Plaza de Armas en Cuernavaca, hacia el zócalo y el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México. Fueron marchas pacíficas, pero también hubo saqueo, tiendas de autoservicio y supermercados primero.

El escritor Juan Villoro lo explicó de forma elegante: “Si la ciudadanía se siente despojada, paga con la misma moneda; en esa confusión, el delito es visto como un acto compensatorio”.

En Mazatlán ocho personas fueron detenidas por impedir la salida de pipas de una terminal de Pemex; en Nuevo León 57 personas fueron aprehendidas por causar destrozos; Oaxaca palideció con protestas inusualmente intrascendentes: taxistas bloquearon 30 minutos una gasolinera en Juchitán y el PRD bloqueó la carretera 190 a la altura de Jalapa del Marqués. En Ixmiquilpan, Hidalgo, un enfrentamiento entre pobladores y la Policía Federal generó la muerte de dos jóvenes hombres.

Las protestas llegaron a febrero y amainaron. Los reclamos pasaron de las calles a los gabinetes especializados. Tras el espanto de una revuelta mayor, la memoria empezó a recuperar la cordura, comenzó a recordar las promesas, los nombres, los pronósticos, los proyectos de gobierno, las reformas estructurales. La abogada mexicana Miriam Grunstein Dickter, investigadora de la Universidad Rice, Texas, escribió El invierno de nuestro descontento: las implicaciones del fuerte aumento en el precio de la gasolina en México, un informe en el que resaltaba que, por ejemplo, en 2014, el secretario de Hacienda Luis Videgaray, “dijo que los mexicanos podían despedirse de los gasolinazos como uno de los regalos de la reforma energética”.

Esa reforma, que pretendía comenzar a arrojar resultados favorables para la economía nacional en 2018, dejó de lado la producción de gasolinas de Pemex que en mayo pasado vendió 779.2 mil barriles diarios de combustible, de los cuales 503.4 venían del extranjero. En un momento en el que el presidente Donald Trump reclamaba a México el déficit comercial que provocaba a Estados Unidos, los números de los barriles de petróleo vendidos entre países favorecían a las barras y las estrellas. En 2016 México exportó 550 mil barriles diarios de crudo, con EU registraba un déficit de 175 mil barriles.

“Las principales causas de estos déficit son de carácter estructural, por lo que difícilmente podrán revertirse en lo que queda de esta década e, incluso, es posible que se amplíen”, señaló en un artículo el economista Adrián Lajous.

Villoro extendió aún más el recurso de la historia: “Al inicio de los años ochenta México era el cuarto productor mundial de petróleo. El presidente López Portillo anunció que se administraría esa abundancia. Lo que siguió fue la rapiña. Hoy, México cuenta con combustibles para abastecer la demanda de los siguientes cinco días. Es la medida de nuestro fracaso: un país a cinco días de la parálisis”.

Esa cuasi parálisis, esos episodios de marchas y saqueo, de promesas y reformas, convierten a 2017 en el año del mega gasolinazo. Carlos Monsiváis escribió que uno de los prerrequisitos de la impunidad que se ha vivido en México es la obstaculización de la memoria histórica, obstaculización en la que enero de 2017 parece haber quedado disuelto, lejano, con dudas sobre si ocurrió o no. Si ocurrió, si se recuerda, el segundo capítulo de la serie podría llamarse: el gasolinazo y Meade, un regalo inolvidable.


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