La Nevería, el pueblo que forjó el hielo antes de La Revolución
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Especiales

La Nevería, el pueblo que forjó el hielo antes de La Revolución

El frente frío 14 que dejó los campos cubiertos de hielo y el agua cristalizada revivió la historia de esta comunidad situada a más de 2 mil metros sobre el nivel del mar


  • La Nevería, el pueblo que forjó el hielo antes de La Revolución
  • La Nevería, el pueblo que forjó el hielo antes de La Revolución
  • La Nevería, el pueblo que forjó el hielo antes de La Revolución
  • La Nevería, el pueblo que forjó el hielo antes de La Revolución
  • La Nevería, el pueblo que forjó el hielo antes de La Revolución

*Parte I de II*

El frío es la historia de esta comunidad, a él le debe su nombre, La Nevería, las tierras favorecidas que producen todo tipo de vegetales e incluso el impulsoa su proyecto comunitario más importante, el ecoturismo.

Las temperaturas que se han sentido en los últimos días, asegura don Saúl Cruz, un comunero horticultor que ha convertido estas tierras montañosas en una interminable tierra de cultivos, han sido las peores de los últimos tres años. No sabe de grados, si fueron bajo cero, uno o dos o tres, solo sabe que le obligaron a usar doble pantalón, camisa, suéter, chamarra y un gorro que jamás había necesitado.

Esta comunidad amaneció el miércoles con aires más tranquilos. El martes hasta casi mediodía la carretera que conecta con la comunidad vecina de Benito Juárez estaba cubierta de hielo. En esos días solo sale de casa el que tiene que trabajar, campesinos a los que el hielo ayuda a matar bacterias de la superficie; los niños, con suerte, se quedaron en casa porque la maestra estaba en tutoría en la capital.

Los fogones, braceros, arden todo el día con la leña almacenada en primavera y que en muchas casas dura todo el año, no hay calefacción ni gas en esta comunidad, se utilizan árboles muertos, con plaga o los que tira el viento para calentar a la gente. A la noche, cuando las brasas se apagan, “una o dos cobijas” son la única alternativa. La alimentación, como el resto del año, es básica, un atole, maíz, tortillas, papas, lo que la familia tiene, lo que la tierra da. Al mercado, asegura, al de Abasto, al de Teotitlán o al de Tlacolula, los más próximos, se va solamente a vender.

Frío es origen

Don Saúl guarda en sus palabras la historia de esta comunidad, el por qué no lleva el nombre de alguno de los héroes liberales del siglo XIX o uno zapoteco como sus hermanas Latuvi o Cuajimoloyas.

“Esta historia nos la contaron nuestros ancestros, data de los años 1890, 1895, cuando todavía esto eran cerros. Cuentan que era una zona ganadera, en la parte del centro hay un lugar planito, la gente que tenía ganado lo juntaba ahí, hacían canoas de madera y le ponían sal al ganado para que se reconcentrara.

“Como era muy fuerte el frío y lloviznaba, porque siempre se nubla, se llenaba la canoa de agua y a la siguiente semana eso amanecía cuajado. Los señores que estuvieron acá dijeron ‘vamos a hacer más canoas’, el mismo proceso y almacenaron hielo en un pozo que está todavía en el centro, fueron cuatro pozos pero solo quedó uno porque el ganado se iba.

“En la época de Cuaresma transportaban ese hielo a lomo de bestia a la ciudad de Oaxaca. De aquí a la ciudad se hacen cuatro horas caminando, por Tlalixtac o por El Tule.

“Cuando se viene la Revolución de 1910 toda la gente se reconcentra en la cabecera, Lachatao, y abandonaron el trabajo. Ahí se quedó olvidado el proyecto hasta 1940, la gente sube otra vez en busca de campos para cultivo y otro poco para defender el territorio comunal, se empezaron a poner como cuarteles, rancherías, en las lomas. Cuajimoloyas está en el límite del territorio, Benito Juárez está en el límite, Llano Grande en el límite, todos se pusieron en los alrededores para defender las tierras y empezaron a abrir campos. Al final empezó a subir gente que sabía que aquí había lugar donde sacar alimento y formaron una ranchería. El problema es que los niños entonces tenían que caminar hasta Latuvi, que ya era un pueblo más grande, para ir a la escuela. Pensaron en hacer la escuela, en los servicios y en 1955 estaba todo más o menos armado, ya había la autorización para un asentamiento humano, se autorizó darle la categoría de agencia, pero cómo se va a llamar.

“Unos decían Campo Rico, que muchos todavía nos conocen así, los viejitos de antes, yo no sé qué de rico le ven aquí pero así le pusieron, al final se quedó con el nombre de Nevería por el trabajo que en un principio hicieron, La Nevería, por ese famoso pozo de hielo, se le dio es el nombre en 1955, ya tenemos como sesenta y tantos años”.

Ecoturismo

Los proyectos ecoturísticos han sido la conexión de estas comunidades forestales y agrícolas de esta región con las personas de fuera, extranjeros mayormente, que desean conocer “el frío de la Sierra”, que gustan de caminar en senderos silenciosos y con personas que saludan a cada una de las visitas sin importar en qué parte del pueblo se encuentren. En La Nevería este miércoles don Saúl, exagente municipal, hace tequio para construir la cabaña número 16, esta vez con ladrillo y no con adobe como las demás porque la temporada para hacer tabiques ha sido complicada.

Los apoyos para levantar el centro ecoturístico –donde además de alojamiento se ofrecen baños con hierbas medicinales, caminatas, avistamiento de animales, enseñanza de historia de la comunidad y lecciones para conocer los siete distintos colores del maíz-, se han conseguido a través de organizaciones internacionales, de Canadá la primera de ellas, y de entidades oficiales como la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

No hay un solo día que pase sin que esta comunidad reciba a un visitante, “weros” y locales que quieren caminar sobre las nubes, a 2 mil 710 metros sobre el nivel del mar.

Además del frío, la comunidad es la fuerza de este proyecto, su principio y objetivo. Parte de los recursos obtenidos se van a la construcción de caminos, escuelas, áreas públicas. El control sobre las cuentas, asegura don Saúl, es estricto, porque un mal manejo desincentivaría el apoyo que se presta para esta obra, que el próximo año cumplirá 20 años.

“Este proyecto es al que le ponemos más atención porque es el que genera más recursos, es un poco difícil porque a la gente había que hacerle entender que es un apoyo para la comunidad, se trata de apoyar, los recursos no son particulares sino para todos y todos participan, hombres y mujeres, niños”, asegura.

Lee la parte II

Con tres lecciones La Nevería se burla de la pobreza