Guichicovi se recupera del sismo
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Guichicovi se recupera del sismo

En este pueblo Mixe, el mercado municipal opera con normalidad; Pachiñé, comunidad cercana, al menos 60 casas colapsaron


Guichicovi se recupera del sismo | El Imparcial de Oaxaca

Si la reconstrucción avanza en Guichicovi como el trabajo de limpieza de los escombros, este pueblo mixe del Istmo de Tehuantepec estará en pie muy pronto.

En la cabecera municipal, donde colapsaron únicamente dos casas, la actividad continúa, vital, diáfana. El mercado municipal está en pie y pleno, a unos pasos hombres descargan cientos de paquetes de Maseca, otros levantan arena para la mezcla de un edificio de dos plantas que no tiene miedo a un nuevo sismo.

Mientras se mantiene en el palacio municipal la duda sobre si el edificio es habitable o no, en la regiduría de Obras dos jóvenes alistan el censo de viviendas con pérdida total, 217 en total. Gran parte de los terrenos han sido limpiados.

El templo de San Juan Bautista es dueño del tiempo. Se construyó en el siglo XVI, pero parece que ha estado en pie desde el primer minuto del tiempo. Esther, una joven de unos 19 años, encargada de Comunicación en el municipio, se da el tiempo para llevar a los visitantes a la iglesia.

Se edificó en el tiempo de la evangelización, los mixes dicen que son los no conquistados, pero los conquistaron con la religión, explica Esther. Después, quizá vieron completada su tarea y dejaron la edificación inconclusa, sin las bóvedas de cañón, lo que hoy permite ver el cielo durante la misa. Hay algunas grietas mínimas en la parte superior.

Pachiñé en ruinas

Abajo, por el camino que lleva al acceso al municipio se encuentra la localidad más afectada por el sismo del 7 de septiembre, Río Pachiñé, donde 60 casas fueron destrozadas. El paraje Camino Real, mejor conocido como San Juan, “porque todos aquí nos llamamos Juan” tiene una colección de terrenos vacíos donde antes había casas.

El señor José Manuel Juan atiende una tarea que le traerá unos pesos a su bolsa. Corta la varilla que su cuñado Esteban retiró de una de las paredes derruidas. La mañana de ayer había juntado un montón con más de un metro de alto. Por cada kilo le pegarán 2.60 pesos, si la entregara enredada, como la dejó la retroexcavadora le darían solo un peso. Su objetivo es juntar una tonelada y obtener mil pesos.

En este mismo terreno donde trabaja, recibió el viernes pasado al gobernador Alejandro Murat y al secretario de Comunicaciones y Transporte, Gerardo Ruiz Esparza. Fue una visita agridulce, el ánimo que les dio saber que ya fueron tomados en cuenta para el plan de reconstrucción disminuyó cuando les explicaron que para construir de nuevo deberían esperar un dictamen para saber si se puede construir otra vez en su terreno. Las grandes grietas que se abrieron en el suelo obligan a que un geólogo analice la tierra y hasta que el especialista llegue sabrán dónde vivirán.

A don Florencio Juan, el padre de José Manuel, la visita le trajo otra mala noticia, el gobierno planea construir casas de 50 metros cuadrados, 26 metros menos que la habitación derrumbada. Su nuera también se ha negado a que demuelan una de las habitaciones de su casa porque ahí se encuentra la cisterna y quiere preservarla.

Unas calles más arriba vive Eliodoro Santiago, de 57 años de edad, quien junto con su hermano Hermenegildo construyó, en unas seis horas, una habitación de lámina para su padre para que no pasara un día más en la calle. “Para no hacerle sufrir al señor, nosotros lo hicimos y adiosito nos da la experiencia, lo hicimos en mediodía”.

Doña Isidra, su vecina, se encuentra también trabajando para recuperar su trabajo preparando totopos. Más que ayuda para reponer su horno resquebrajado, pregunta cuándo recuperará su casa. “Ese lo puedo comprar yo, vale 500 pesos, pa’qué voy a estar pidiendo despensas, aquí pasan y yo no voy, pero quién me va a ayudar a construir mi casa”.

En esta agencia el sistema de agua potable quedó obstruido y el agua sólo se consigue en el albergue, colocado en la secundaria federal, a unos 500 metros del paraje don Juan.

No nos queremos mover

Yo no sé si la visita del gobernador nos benefició o nos chingó, porque hasta antes de venir todo iba bien aquí en el albergue”, dice otro de los integrantes de la familia Juan, que ha colocado un catre para descansar en la cancha techada de la telesecundaria, donde duermen aproximadamente 150 personas.

Su prima, Griselda Juan, es una de las coordinadoras del comedor que ayer sirvió pollo en salsa, lentejas y agua de manzana. El agua potable con la que cuentan son unas 30 bolsas de Liconsa que están agrupadas en un extremo de la cancha. Ambos, comida y agua, han disminuido desde que se fueron los militares.

“Aquí había militares antes, pero se fueron a la cabecera, la idea es que se trasladaran todos los damnificados a la cabecera, pero es imposible, no nos queremos mover, porque algunos recuperamos nuestros pollos, además la galera allá es más chica que ésta”, explica.

Los militares se fueron el domingo, dos días después de la visita oficial, estuvieron en el albergue 13 días, “ellos organizaban todo y además dejaban más víveres, ahorita ya no, hay particulares que vienen ahora a dejarnos comida, cena, ahorita ya no es igual. No nos queremos mover porque cuando nos falta agua aquí adelantito está el río y si estando uno acá a veces entran a robar”.


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