Restaurar el arte sacro: labor de entrega y respeto
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Restaurar el arte sacro: labor de entrega y respeto

Manos que restauran el patrimonio cultural de las Mixtecas poblana y oaxaqueña. Es como si las imágenes religiosas fueran atendidas en un hospital


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(Primera parte)

El arte de restaurar piezas sacras de hasta cientos de años de antigüedad, como vírgenes, santos y niños dioses, es un trabajo que requiere de entrega y respeto. En el corazón de la Mixteca, Huajuapan de León, se encuentra una casa habitada por la familia Hernández Roque, que alberga un estudio dedicado a la conservación y restauración de bienes muebles, especializado en el arte sacro y bienes antiguos. Es así como se ha desarrollado la vida de Diana Roque, artista plástica que durante 13 años ha realizado esta actividad.

13 AÑOS DE RECONSTRUIR FIGURAS

Fue en el 2006 cuando Diana inició arreglando esculturas del Niño Dios en el pequeño taller de su casa, acción que le pareció bonita y de mucha satisfacción; por ello, decidió especializarse en el Centro de Conservación de México, en el 2013, donde amplió y reforzó sus conocimientos en torno a la intervención de cerámica, porcelana, madera, pintura de caballete y metal.
“Abarcamos más manufactura, realmente la conservación y restauración son dos cosas diferentes, pero van de la mano; por eso la carrera realmente se llama restauración y conservación de bienes muebles, que es un bien que se mueve, antiguo, artístico, sacro, por ejemplo, cuando hacemos piezas arqueológicas también”, detalló.

Asimismo, en ese mismo año realizó su primera intervención a la imagen de cerámica de San Isidro Labrador, del barrio del mismo nombre de esta ciudad, la cual tenía roto cuatro dedos de la mano derecha. Posteriormente, al santo patrón de la población de San Martín del Río, perteneciente a Tezoatlán de Segura y Luna.

Entre sus más de 40 trabajos realizados se encuentra la restauración a San Sebastián Mártir, en Zapotitlán Palmas; al Señor de la Humildad, en Villa de Tamazulápam del Progreso; a San Antonio de Padua, patrono de Nanahuatipam, Oaxaca, y a San Miguel Arcángel, de Teotitlán de Flores Magón. Además de la representación del Cristo crucificado del Señor de la Clemencia en Ahuehuetitla, que se localiza al sur del estado de Puebla.

Asimismo, la escultura de la Virgen de Natividad, en San Martín Zacatepec; el Niño Jesús, de Santo Domingo Tonalá; El Cristo crucificado, en la Agencia El Molino de Huajuapan, entre otros más.

ACTIVIDAD QUE PERMITE DEJAR SU HUELLA

Diana expresó que esta actividad conlleva muchas implicaciones; en primer lugar, señala el respeto que se debe tener por la devoción que los habitantes de la población tienen al santo. Además de la paciencia por el trabajo minucioso que realizan en las piezas, “para este trabajo tenemos que ser seres sensibles, pero también humildes, creo que esta es una de las herramientas para poder atender la situación que le puede doler a los devotos por sus santos, porque hay que atender a su imagen y estas situaciones representan un dolo y preocupación de que no se destruyan”.

Comentó que se traslada con su equipo Roque Restauración a las comunidades, lo que implica respetar las costumbres de las mismas, “cuando tus les explicas a las personas, hay algunas que hablan un dialecto, una lengua, personas mayores, jóvenes que llegan a presenciar ese diagnóstico, desde ese momento es la carta abierta para poder tener una relación de confianza y de fe, lo que permite crear vínculos de convivencia”.

PROCESO

Para trabajar, Diana refiere que el procedimiento es como si las imágenes religiosas fueran atendidas por un médico y fueran intervenidas quirúrgicamente. Es así como se hace un diagnóstico preventivo; enseguida, un plan de intervención y la firma del contrato, y por último la intervención de las piezas con un proceso restaurativo y de conservación.

Detalló que en el diagnóstico preventivo se descartan situaciones de alteraciones de algunos factores biológicos y microbiológicos, así como climatológicos; asimismo, dijo que en los procesos restaurativos y de conservación consisten en tratamientos y resanes de reintegración y protección pictórica e injertos.

“También en el diagnostico vemos las alteraciones, tomamos las dimensiones y lo hacemos en centímetros cúbicos si es una escultura o un retablo y, de esa manera, se puede deducir cuánto material nos vamos a llevar, en todos los trabajos hay un tiempo, algunos se pueden trasladar a dos semanas o inclusive meses porque hay situaciones técnicas, como el método preventivo inyectado que requiere de más tiempo o por el clima, ya que hay materiales que no permiten la humedad”, relató.