El derecho a no votar asfixia a Atatlahuca, Oaxaca
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El derecho a no votar asfixia a Atatlahuca, Oaxaca

Los pobladores de la agencia El Porvenir, han decidido bloquear el único camino de acceso a este municipio, porque exigen su derecho a votar


San Juan Bautista Atatlahuca está aislado. A dos días de la elección presidencial “más importante de la historia de México”, esta comunidad del distrito de Etla se encuentra bloqueada a causa de un conflicto político, que cuestiona la democracia del país desde su origen, los usos y costumbres, la forma en la que los pueblos indígenas de Oaxaca elegían a sus autoridades, antes de que existiera el Instituto Federal Electoral y antes de que se transformara en Instituto Nacional Electoral, antes de que se inventaran la tinta indeleble, la credencial de elector y el voto secreto. José Antonio Meade, Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador han quedado en segundo o tercer o último término, aquí lo que se discute es el derecho a ser ciudadano en el primer núcleo de acción de la población, su comunidad. Mientras esa cuestión no se resuelva, las presidenciales están en riesgo en este municipio.

Aquí las votaciones se realizan a mano alzada, sin necesidad de ocultarse tras una mampara ni de boletas. Se usa un pizarrón y se apuntan los votos. Al inicio de la jornada dominical se instala la asamblea municipal, el máximo órgano de decisión del pueblo, nadie sabe quién va a ser candidato, ni quién lleva la delantera en las encuestas. Los usos y costumbres marcan que, para elegir al presidente municipal solo pueden votar los pobladores de la cabecera, mientras que las agencias -El Porvenir y Nuevo Zoquiapan Boca del Río- votan para nombrar a sus agentes, autoridades auxiliares de los presidentes.

Desde hace dos elecciones, hace cinco años aproximadamente, los pobladores de El Porvenir han intentado cambiar las reglas y pretenden votar para elegir al presidente municipal, quieren tener representatividad, lo cual es impedido por los pobladores de la cabecera.

Ante esa determinación, los pobladores de El Porvenir han decidido bloquear el único camino de acceso a este municipio de mil 700 pobladores, de los cuales aproximadamente mil 200 forman la lista nominal del INE, es decir, son ciudadanos con credencial de elector y derecho a votar. Para el viernes 29 de junio, durante el periodo de “reflexión electoral”, en el cual las campañas políticas se detienen para generar un clima de calma antes de salir a votar en todo México, este camino lleva bloqueado ya ocho días.

Ante la llegada de los reporteros de inmediato los aproximadamente 300 pobladores de El Porvenir que se mantienen en el campamento se unen en un semicírculo hasta esperar que los extraños se presenten. Su reacción es inmediata porque esperan una nueva aparición de los funcionarios del INE, que han venido ya en un par de ocasiones a pedirles su consentimiento para permitir pasar los paquetes electorales con las boletas para elegir representantes en el Congreso de la Unión y en la Presidencia de la República.

“En nuestro pueblo no vamos a dejar que pasen las boletas para la elección que ya está próxima el domingo, nosotros siempre hemos respetado que es una obligación ir a votar pero en esta ocasión no permitiremos que pase aquí en Atatlahuca”, dice un señor de aproximadamente 70 años que de inmediato toma la palabra y rechaza dar su nombre, porque aquí no hay nombres propios, la voz que se escucha “es la de todos los pobladores” y él es “solo un traductor” en esta comunidad donde gran parte habla mayoritariamente la lengua indígena chinanteca.

Comunidad en marginación

A San Juan Bautista lo separan únicamente 98 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, sin embargo el tiempo de traslado dura por lo menos tres horas. Tras atravesar el municipio de San Francisco Telixtlahuaca por la carretera 135, una desviación envía a los vehículos al municipio de Nacaltepec y después, tras un descenso de 22 kilómetros -para el que se requieren al menos 50 minutos pues el camino es pedregoso, intransitable a alta velocidad- se llega a Atatlahuca, una tierra de vegetación rica, rodeada por verdes montañas en donde crece prácticamente todo: mango, pitaya, naranjas, papayas, chico zapote, tamarindo, aguacates de 700 gramos. Es una tierra con gran potencial productivo pero que de acuerdo con las estadísticas es pobre, muy pobre.

De acuerdo con el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval), en 2010 95.3% de los pobladores del municipio vivían en condiciones de pobreza, 72.6% en grado extremo y 22.7% en moderado; en 2017, el informe sobre la situación de pobreza y rezago social elaborado por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) indicaba que el 18.74% de los habitantes mayores de 15 años era analfabeta y 65.5% tenía educación básica incompleta. Una estadística se redujo drásticamente. Entre 2010 y 2015 la población en rezago por acceso a la salud pasó de 86.5% a 8.9% debido a la construcción de un centro de salud, en el cual los pobladores denuncian que no hay ni los medicamentos elementales de la canasta de salud. Estas cifras y condiciones unen a los pobladores de la cabecera y de las agencias, aunque la situación política los divide.

“La necesidad es que nos respeten el derecho a votar y ser votados, nos discriminan, para ellos no tenemos ningún derecho”, reprocha el hombre cuando se le pregunta por las carencias de la comunidad, en donde la participación política se ha vuelto la demanda principal.

“No estamos peleando ningún recurso, sino el derecho como ciudadanos, es lo que estamos peleando.

“Comprendemos que es un derecho el votar a nuestro presidente de la República pero también que nos tengan en este rinconcito del estado de Oaxaca como si no existiéramos o como si fuéramos de otro país tampoco se vale”, agrega al cuestionársele si tienen derecho a no votar y a impedir que los demás pobladores lo hagan.

No es un conflicto político “es un capricho”

“En el pueblo somos respetuosos con nuestras agencias, son nuestras autoridades auxiliares, aquí la costumbre es que ellos nombran a sus autoridades, aquí el presidente tiene por ley la obligación de nombrarlos, pero como somos de usos y costumbres y hay un respeto a nuestros pueblos se respeta que nombren a su agente y la cabecera nombre al presidente, así venimos trabajando”, asegura Juan de la Rosa, quien fungió como presidente municipal en el periodo 2014-2016.

Más que intentar participar en la elección de presidente municipal, señala, lo que buscan los pobladores de El Porvenir es “quebrantar los usos y costumbres”. Su capricho, apunta, lo mueve intereses de una persona, cuyo nombre repiten continuamente los pobladores al momento de señalar a un responsable de la crisis política: Saúl García Pérez.

García fue presidente municipal de Atatlahuca en el periodo 2011-2014 y contrario a los usos y costumbres pretendió reelegirse, lo cual nunca ha permitido la asamblea.

“Aquí la costumbre es que el presidente nada más funge una vez, son usos y costumbres, pero ese señor dijo ‘yo quiero estar en la lista’ y el pueblo dijo no.

“Juntó a un grupo de pobladores que se presentaron a la asamblea en 2013 y dijeron si no está el señor Saúl García Pérez nos vamos, se fueron pero lo que querían iba a quebrantar nuestros usos y costumbres”, señala Ortiz.

El primer grupo que apoyaba a García se disolvió, incluidos pobladores de la otra agencia de San Juan, Nuevo Zoquiapan que dialogaron con la cabecera y acordaron respetar los usos y costumbres. En El Porvenir encontró el apoyo que aún mantiene para intentar llegar otra vez a la presidencia municipal. García, acusan en la cabecera, ha hecho acopio de la influencia que tiene con “gente pesada” del gobierno para impedir que haya nuevos proyectos de desarrollo en la comunidad, incluida la pavimentación de los 22 kilómetros de terracería del acceso, que implicaría salir de la comunidad en 10 minutos y no en una hora como ocurre ahora.

Del otro lado

Del otro lado del bloqueo se encuentran los habitantes de la cabecera municipal. Don Aurelio uno de ellos, un comerciante que aún resiente el cansancio de haber tenido que cruzar cargando los productos que vende en su tienda de abarrotes. Tomates, cajas de leche, papel de baño, chiles en vinagre, mercancía de uso diario con la que tuvo que caminar unos 20 minutos para rodear el campamento.

“Están locos, se quieren adueñar de la comunidad”, acusa. Por el plantón de El Porvenir no solo está en riesgo la elección, sino el abasto de víveres, acusa. Sus vecinos, continúa, han impedido incluso que se aprovechen los recursos forestales de esta tierra de los Valles Centrales.
Del otro lado buscan evitar la confrontación, descartan que se pretenda desalojar el plantón porque advierten que generaría daños y heridos, porque en un escenario así “nunca salen todos limpios, siempre va a haber heridos”, señala el señor Francisco Rojas, un hombre alto y fuerte integrante del consejo consultivo de Atatlahuca, un grupo que analiza los problemas de la comunidad y los presenta ante la asamblea.

“Lo de menos sería pasar las boletas por otro lado”, asegura, “quitarlos a ellos es difícil, vamos a entrar en confrontación y va a haber un conflicto mayor, para evitar eso, así como pasamos la mercancía, así pasaríamos los paquetes”, asegura mientras se espera que intervenga la Secretaría General de Gobierno (Segego), la instancia encargada de atender los asuntos de política interna del estado, la cual presumen los vecinos está demasiado ocupada en las elecciones como para hacerse cargo de un municipio que no representan tantos votos. Hasta ahora, la única respuesta obtenida por parte del subsecretario es “voy a hablar con mis jefes, voy a platicar con mis jefes. Esa no es la respuesta que esperamos, las elecciones sí se pueden llevar a cabo, pero es cuestión que intervenga el gobierno”.

Votar sin esperar nada

-¿Este conflicto se va a acabar el día de la elección?
-No, dicen que se van a quedar en el plantón hasta diciembre. Se imagina, cómo hacemos para surtir a Conasupo, se nos van a acabar los víveres –responden los representantes del municipio.
El reclamo de los habitantes se da más por la defensa de un derecho que por la esperanza de un cambio. En las urnas, asegura don Anselmo Santiago, ya lleva esperando 40 años de cambios y ha obtenido solo promesas.

“Exigimos al gobierno federal, estatal, nuestro derecho a votar, si el Gobierno del Estado no hace nada, vamos a tener que hacer algo, porque no podemos vivir así, no nos gusta la violencia, ya tuvimos muchos problemas pero gracias a mi gente, que razona, no ha habido más, si fueran otros… geográficamente estamos en un lugar magnífico, ya hubiéramos tapado aquí y allá y nadie sale, no nos gusta la violencia, somos pacíficos, pero va a llegar el día en que ya no vamos a aguantar y como ha hecho el Gobierno, va a actuar cuando sea demasiado tarde, cuando haya muertos”, advierten.

-¿Si votan, si hay elecciones el domingo, habrá un cambio para la comunidad?, ¿cambia algo elegir ir diputados federales, senadores, presidente?
-Se sueña, la verdad yo tengo ya 40 años de servicio a la comunidad y es la promesa de siempre, que van a dar todo y nunca llega, ganan el puesto y voltean la cara al pobre, hay algunos que dan 10 toneladas de cemento, pero solo eso, la verdad uno vota por obligación, pero no hay esperanza de cambio –responde don Anselmo Santiago, otro de los representantes de la comunidad.


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