"Mi hijo no es un héroe"
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“Mi hijo no es un héroe”

La madre de Jesús Cadena Sánchez, el catequista que perdió la vida el 19 de junio, señala que su hijo “estuvo en el lugar y la hora equivocada y murió”


“Mi hijo no es un héroe” | El Imparcial de Oaxaca

“Mi hijo no es un héroe, porque no logró nada. Fue a ayudar a la gente, estuvo en el lugar y la hora equivocada y murió”, dijo la mamá de Jesús Cadena Sánchez, uno de los seis muertos del 19 de junio de 2016 en Asunción Nochixtlán.

En un día normal, Patricia Sánchez Meza atiende afanosamente a sus comensales en la cocina económica que instaló en su domicilio como iniciativa y apoyo de su hijo.

Es ajena al Comité de Víctimas por la Justicia y Verdad que realizó diversas acciones en estos días. Tampoco estuvo en el encuentro con los representantes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ni con el representante en Derechos Humanos de las Naciones Unidades en México.

“Yo me sentí utilizada por ellos, porque dicen que están buscando justicia y en cada reunión que íbamos, nos encerraban en una oficina y se metían a negociar dos o tres del grupo y nosotros sin saber qué acuerdos se tomaban”, mencionó.

Señala que estuvo en el comité, donde tienen participación los integrantes de la Sección 22 del magisterio y algunas víctimas de los sucesos ocurridos hace un año. “Yo sí le tengo mucho coraje a unos maestros que han llevado agua a su molino”, sentenció.

Sánchez Meza responsabilizó entre otros actores, al párroco de Nochixtlán, Adrián de la Cruz, quien azuzó aquella mañana del domingo a la población para que saliera a hacerle frente a los policías.

A 365 días, después de tener el vacío en su hogar, de soportar los días sin su hijo y verlo solo en fotos, está en desacuerdo con las estatuas que van a develar a un año de los hechos violentos.

Ahí en la casa de Patricia está un altar con la foto de Jesús Cadena, los abuelos y el papá del joven catequista que murió en inmediaciones del panteón de Nochixtlán.

“Yo no creo en la justicia, sólo espero en la justicia divina, Dios es quien tiene la última palabra”, dijo la señora quien ha llorado, ha soñado y espera seguir adelante con su negocio como un refugio a su dolor.

Jesús Cadena está en el álbum de recuerdos mordiendo el pastel o en la graduación del bachillerato. También, cuando cuidó de su hermana en el hospital, apenas dos meses antes de su muerte.

A los 9 años quedó huérfano de padre y fue el varón de la familia; eran 5 hermanos, Jesús era el tercero.

“Lo recuerdo como un hijo excepcional”, dijo Patricia. Aquel domingo ya no vio a su hijo, y al encontrarlo ya estaba muerto a causa de un disparo.

La señora compró tamales para desayunar en la mañana del 19 de junio, buscó a su hijo y ya no lo encontró. Ante el llamado del párroco y la gente desesperada por lo que estaba pasando, Sánchez Meza también llevó agua, gasas y otros insumos a ayudar.

Se le cierran los ojos, las lágrimas asoman y respira. “Cuando lo cargué, empezó a sangrar mi hijo. La bala le entró por el abdomen y le salió por la nalga. Antes, yo ya estaba desesperada y le llamé muchas veces, en una de esas me contestó y me dijo que estaba bien, que tenía un rozón de bala, pero no era cierto”, contó.

Lo que pintaba como un día normal, de familia, de convivir, le arrebató a Jesús; una enfermera le informó de la fatal noticia.
Esta familia no estaba apoyando a la Sección 22 en el bloqueo, sólo salieron a auxiliar a sus vecinos y por consejos del padre de la parroquia.

Recibe amenazas por exigir justicia

Javier Luna, padre de Óscar Luna Aguilar, otro joven que perdió la vida el 19 de junio, acusó ser objeto de intimidación y amenazas por exigir justicia para su hijo.

“Nos motiva seguir en esta lucha para tener justicia y que la verdad llegue a Nochixtlán para que este tipo de hechos no se vuelvan a repetir”, señaló el papá de Óscar, quién contaba con 23 años al morir.

El domingo, contó el señor, se encontraba en el tianguis entregando artículos desechables cuando escuchó las campanas del templo católico y decidió salir a ayudar a la gente. También por el llamado de la parroquia.

Son ajenos a un grupo social o partido político. Fueron a ayudar sin tener injerencia en el movimiento magisterial que sostenía un bloqueo en la carretera federal y en la autopista de cuota.

Óscar perdió la vida en inmediaciones del panteón general y fue a buscar ayuda médica, pero nadie lo atendió, contó.
“Cuando yo llegué, había mucha represión, lanzaban muchas bombas de gas, y en esos momentos se dan balaceras y creo que fue en ese momento que mi hijo recibió el impacto en la costilla derecha”, externó.

Ahora, por seguir en este Comité, ha recibido intimidación y amenazas de muerte. “En el traslado de mi domicilio a mi rancho he recibido intimidaciones en dos ocasiones. Y ahora, temo por la seguridad de mi familia. Pero no tengo miedo, si algo perdimos aparte de perder un hijo, también perdimos el miedo”, dijo.

Con la voz entrecortada, expresó que tiene rabia, impotencia.

“Ojalá que se empiece a dar la justicia y se dé con los responsables tanto materiales e intelectuales y queremos saber la verdad”, señaló.

El señor Javier Luna tenía tres hijos y en ese enfrentamiento, perdió al mayor.


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