Economizar el agua en la Sierra Juárez de Oaxaca, la única forma de sobrevivir
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Economizar el agua en la Sierra Juárez de Oaxaca, la única forma de sobrevivir

El recurso hídrico cada vez es más escaso en una zona que ancestralmente era conocida como ‘lugar con humedad’


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El problema del agua en la Sierra Juárez es una hiedra de mil cabezas, cada vez que se corta una aparece una mayor. Cuando una comunidad ha acertado a solucionar su falta con pozos, estos ya se han secado; cuando logran llenar un tanque de abastecimiento de 20 mil litros, este resulta insuficiente; cuando por fin acercan sus tuberías a un río cercano para extraer agua, descubren que el agua no es potable porque una mina la contaminó o que carecen de concesión.

La sequía en esta región montañosa es una mezcla de azar y dependencia. Con más de la mitad de las comunidades sin cuerpos de agua propios, la respuesta a la petición a otros municipios para compartir su agua depende muchas veces más de las relaciones históricas que de la disponibilidad del recurso.

En la lista de comunidades vinculadas por la necesidad hídrica se encuentran antagonismos centenarios como el de Ixtlán y Guelatao, que disputan el lugar de nacimiento de Benito Juárez; Ixtlán y Jaltianguis, este último propietario mayoritario de un río caprichoso que en una vuelta ha cruzado a territorio vecino y le permite reclamar su uso.

En el sector Zoogocho la dependencia es de uno a cinco. Cinco comunidades dependen de que Santa María Yalina acepte otorgarles su riqueza o vendérselas. Colocada en una posición de privilegio sobre sus cinco vecinas, en una posición montañosa de mayor altitud, Yalina se ha convertido en la administradora de un venero indispensable más allá de sus límites territoriales.

A Xochixtepec, Yatzachi El Bajo, Yatzachi El Alto, Zoochina y Zoochila les dice cuánta agua les otorgará y cuánto deben pagar por ella. La escasez de agua ha recuperado un viejo esquema de relación muy cercano para los antepasados de estas comunidades indígenas, la tributación.

La búsqueda de estas cinco comunidades por la aceptación de Yalina empezó en 1978, cuando conformaron el comité regional de agua y aunque concretaron el acuerdo hasta seis años más tarde, en 1984, este resulta hoy insuficiente. Las comunidades han visto cómo cada año al menos una sufre la falta de agua. Primero fue Zoogocho, que en 2016 estrenó la tradición citadina de comprar agua en pipas, después, en 2017, en Xochixtepec el agua de río comenzó a venderse en bidones.

“El nombre del pueblo, cuenta la gente que vivió aquí hace tiempo, es ‘lugar con humedad’, antes había una cascada, este sector de Zoogocho, donde están Tavehua, Zoochila, Zoochina, Yohueche, es una zona con una temperatura bastante alta, caliente, su vegetación no es boscosa, es selva baja en la mayoría de las poblaciones, lo que provoca que su captación de agua al subsuelo sea muy baja”, explica Fernando Ramos, investigador de la Universidad de la Sierra Juárez, asesor del proyecto de almacenamiento y distribución iniciado tras la crisis de 2016.

Como parte de ese proyecto lograron equilibrar las fuentes de las que obtienen el recurso. 50% lo toman ahora de pequeños ojos de agua que les abastecen con hasta 10 mil litros diarios y 50% de un arroyo proveniente de Yalina.

“Nosotros ya no dependemos del sistema de distribución de Yalina, nos llega su agua a través de un arroyo. Era un problema con ellos, la empezaron a cobrar cada año, 5 mil o 10 mil pesos al año”, explica el síndico procurador de Zoogocho, Jeremías Hernández Morales.

En este municipio también, a raíz de la crisis, crearon con apoyo de la UNSIJ un plan de ordenamiento territorial que establece como zona de reserva natural la parte alta de sus montañas que literalmente evitan que las nubes del Golfo de México se escapen de su territorio y se precipiten sobre el área donde se encuentran los ojos de agua.

Aún bajo la dependencia

“Hay que tratarlos con pinzas”, dice el agente municipal de Yatzachi El Alto, Guillermo Ruiz Martínez, sobre la relación que guardan los pobladores con el municipio de Yalina. “Imagínese que un día digan que ya no nos van a dar agua”.

La agencia tuvo suficiente agua hace 30 años, cuando alrededor de 35 pozos abastecían a todos los pobladores, de esos quedan hoy cinco o seis. Su oferta, suficiente para los aproximadamente 100 pobladores, se ve rebasada en fin de año o durante las fiestas, cuando vienen al pueblo hasta mil paisanos. Su objetivo ahora es perforar un nuevo pozo para acabar con la dependencia del exterior pero, su empeño, puede tomar gran parte de las participaciones que reciben de la Federación de dos o más años, y aun así no garantizan resultados.

“La perspectiva a futuro es que se haga el trabajo de la perforación, estamos tramitando en Conagua el permiso para la concesión, uno de los grandes problemas que pudiéramos afrontar es que, por escurrimiento, el agua se desvíe de la zona del pozo y no haya suficiente agua, necesitamos un buen proyecto y aproximadamente 2 millones de pesos, están muy elevados los costos, la tecnología que se pretende utilizar casi es de punta”. Otra alternativa, agrega, “no existe”.

 


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