Hilaria y la menstruación
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Hilaria y la menstruación

En varios municipios de la entidad la menstruación sigue considerándose un tabú, que relega y margina a las mujeres


Hilaria y la menstruación | El Imparcial de Oaxaca

Es de noche, Hilaria, una adolescente de quince años, desconoce lo que le está sucediendo a su cuerpo, se acorruca desnudita, toma su cobija y se tapa, mira a sus padres que ya duermen a lado de ella, pronto sus ojos cansados se cierran después de una larga jornada de hacer tortillas y lavar ropa en el río.

Al despertar, observa que hay manchas de sangre en el petate y sin tener ninguna explicación recibe una gran golpiza y sólo le gritan que lo lave porque “¡es una cochina!”

Justo así es como 50 años después, Hilaria narra la historia de un suceso que marcó su vida, tal como la de cualquier mujer con la aparición de la menstruación.

Esta “amiga” acompaña a la mujer por muchos años; aunque algunas mujeres la ven como una verdadera enemiga, ya que su presencia puede parecer poco agradable y puede ser bastante dolorosa, sin embargo, es inevitable que este suceso biológico ocurra puesto que es completamente natural, sano e indicio de que el cuerpo de una niña comienza a prepararse para su edad reproductiva.

“La regla”, como también se le conoce, ha tenido importancia a través de los siglos en las diferentes culturas, pero la perspectiva muchas veces ha sido negativa, como la de muchos pueblos que han considerado a la mujer impura durante su periodo menstrual donde el sangrado era asociado con maldiciones y supersticiones, tal como le tocó vivirlo a Hilaria Flores Cortés, quien sufrió discriminación por parte de su familia y de la comunidad donde ella vivía a causa de este proceso natural.

Al huir de aquel pueblo, Hilaria junto con Lauro, quien ahora es su esposo, viajó nueve horas hasta llegar a la ciudad de Oaxaca, donde concibieron a sus doce hijos ya sin las malas miradas de los padres de Hilaria, que en ese tiempo no estaban de acuerdo con que ella se casara con un joven que era huérfano de padre, lo que fue suficiente razón para que Lauro se la robara y los dos comenzaran una nueva vida. Fue ya en la ciudad donde la perspectiva de Hilaria comenzó a transformarse y decidió romper con ese tipo de tabús para no repetir la misma historia como madre tal como lo describe su hija menor Rosa Cortés de 23 años de edad.

“A mi mamá si le tocó sufrir esa parte de cuando comenzó a menstruar, mis abuelitos le pegaban en cada ocasión, ella no se podía manchar, lo tenía que mantener como un secreto…la aislaban porque le tenían asco, su ropa la tenían que separar, el jabón para lavar su ropa igual lo separaban y como ellos hacían tortillas, la masa se la separaban, o sea no podía tocar lo que iba a preparar mi abuelita…sí sufrió mucho porque le pegaban y ellos tenían la idea de que cuando la mujer menstruaba era porque ya había tenido relaciones o porque un hombre la estaba tocando, entonces no era como muy bonito tener la menstruación, era triste yo creo que sufría mucho de que le estuviera bajando. Pero en mi caso ya fue diferente, cuando empecé a menstruar sí sufrí de dolores muy fuertes… fue muy diferente, (mi mamá) nunca me hizo menos, al contrario, como sufría de dolores muy fuertes me hacía mis tés”.

El cambio para Hilaria fue drástico ya que venía de un lugar en donde la mujer no tenía voz ni voto, ni siquiera para elegir el hombre con cual casarse, porque no les era permitido hablar con los hombres, era mal visto y se decía que la mujer debía permanecer virgen hasta el matrimonio, dado por eso muchos matrimonios eran arreglados y las mujeres en San Pablo Topiltepec eran intercambiadas desde una edad temprana por objetos tales como cigarros, mezcal e incluso pan. Este tipo de discriminación y actos machistas contra la mujer en aquel poblado no eran sólo por parte de los hombres sino incluso de las mismas mujeres que aun siendo madres nunca adoptaron una actitud comprensiva ni de apoyo con sus hijas, sino que también las humillaban todo con tal de no contradecir al hombre. Así es como lo narra Hilaria con su cálida voz que nos deja percibir su origen étnico:

“También las mujeres ¡hasta tu mamá se enoja más! nomás te manchas, te regaña o te pega, antes, las costumbres de las mamás, te pegan cachetada o te pegan con un temolote, como sea pues, ahorita ya es diferente, pero antes así era”.

Era increíble el grado de desinformación que tenía toda la comunidad, ya que incluso tenían la creencia que la sangre de la mujer era para alimentar al diablo. Hilaria lo relata con algunas carcajadas que dejan ver que ha comprendido que la menstruación es un hecho completamente normal, afirmándolo en más de una ocasión, pues ella dice que Dios la ha hecho así y ahora tiene que seguir y pasar todo lo que conlleva ser mujer. Su hija Rosa por otro lado confiesa que fueron tiempos difíciles para su madre pero ahora ya hay mayor accesibilidad sobre el tema y admite que sí, efectivamente en un principio la menstruación le daba asco y vergüenza pero ahora ha aprendido a aceptarlo y le gusta el hecho de ser mujer, a lo cual no queda otra que hacerse la siguiente pregunta ¿Será cierto que en pleno siglo XXI han cambiado las perspectivas respecto al tema y realmente hay más acceso a la información o simplemente es la mercadotecnia que nos ha sabido vender la imagen de lo que es menstruar hoy en día?