Ambulantes e indigentes reinan en la ciudad de Oaxaca
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Ambulantes e indigentes reinan en la ciudad de Oaxaca

Lo que hace tiempo estaba libre de ambulantes, se convirtió en un espacio donde los turistas se ven asediados por vendedores, limosneros e indigentes.


Ambulantes e indigentes reinan en la ciudad de Oaxaca | El Imparcial de Oaxaca

Decenas de turistas inician su recorrido en el andador Macedonio Alcalá que lleva hacia la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, donde esperan captar la belleza del patrimonio histórico Del que les han contado, la grandeza que prometió la publicidad gubernamental o el ciberespacio.

Desde la avenida Independencia se alistan las cámaras y los celulares que primero se dirigen hacia la fachada de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UABJO, donde los grafitis y los anuncios cubren gran parte de la cantera.

A los costados o de frente, mujeres y hombres de todas las edades se aproximan al grupo de turistas para ofrecerles desde manteles, pulseras y pinturas hasta collares, blusas o rebozos.

La insistencia de los vendedores genera muecas de algunos que dicen “no” y les dan la espalda; otros prefieren alejarse del grupo y avanzar hacia el templo que también está rodeado de ambulantes y vendedores de todo tipo.

En las banquetas del andador varios ocupan ya parte del paso peatonal con bordados o tapetes que muestran sin problema alguno. Ahí también comparten espacio con adultos mayores y niñas que sentados piden limosna “para el pan”.

La imagen se ve con asombro para algunos turistas que aprovechan y toman la foto de una niña que duerme en el piso agarrada por un hombre de avanzada edad, junto con una mujer que también evidencia el paso del tiempo y la pobreza para lograr algunas monedas.

Niños y niñas de 5 a 10 años de edad, con ropas sucias y desgastadas, alzan las manos hacia aquellos que siguen avanzando y captando imágenes de lo que es considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad.

En el jardín Labastida, donde muchos se detienen para comprar una nieve o un vaso de agua fresca, se observa entre las jardineras y algunas bancas la presencia de hombres en estado de ebriedad.

El grupo de indigentes se percata de los turistas y también se acercan a ellos para pedirles dinero, sin éxito.

Más adelante los hombres continúan el paso de quienes se muestran incómodos y no saben cómo alejarlos.
A unos metros de la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, donde los hombres en estado de ebriedad han llegado, una mujer decide quejarse con dos elementos de la Policía Municipal que a bordo de una motocicleta se acercan a uno de los indigentes para pedirle que ya no moleste.

Después de esa advertencia los elementos se alejan sin esperar alguna respuesta, mientras los hombres avanzan tambaleándose, con dirección hacia otros turistas que ya vieron a lo lejos.

La mujer que se quejó se acerca ahora a un elemento de la policía turística para pedirle que aleje a esos hombres que solo generan desconfianza, temor y mala imagen a una zona donde también acuden familias y menores de edad.

“Pero qué quiere que haga”, fueron las palabras del elemento de seguridad, al señalar que todos los días le piden al hombre que se aleje y éste regresa sin temor a la autoridad.

A un costado de la Iglesia se observan sombrillas de todos colores que cubren los puestos de artesanías y que impiden a los turistas apreciar mejor la imagen de este lugar donde han acudido celebridades nacionales e internacionales.

Algunos turistas llegan primero a la explanada de la Iglesia donde se muestran botes llenos de basura desde temprana hora, así como una protesta de comunidades que piden un alto a la explotación minera.

Los hombres y mujeres con cámaras en mano se acercan para saber el motivo de la protesta y deciden tomar algunas fotografías como parte de su tour.

El hombre en estado de ebriedad aún merodea por el lugar y ofendido asegura que hará una llamada para que dejen de molestarlo, al notar que el elemento de la policía turística vuelve a acercarse ante la insistencia de la mujer que se quejó desde el principio.

Lo que hace apenas una década aún estaba libre de ambulantes, se convirtió en un espacio donde ahora los turistas se ven asediados por vendedores, limosneros e indigentes, además de encontrar protestas de todo tipo y basura desde temprana hora.