Los muros de Oaxaca susurran historia y gritan indiferencia
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Los muros de Oaxaca susurran historia y gritan indiferencia

El grafiti y su afectación al Jardín Etnobotánico de Oaxaca, sitio emblemático de la ciudad.


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El Centro Histórico de Oaxaca de Juárez es un sitio inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, por su conjunto arquitectónico que muestra parte de la historia de la simbiosis entre dos culturas que convivieron hasta formar una nueva.

La UNESCO eligió esta ciudad por considerar que cuenta con “bienes inestimables e irremplazables”, de gran valor para toda la humanidad, que además “cumplen una función de hitos” y representan “emblemas de apego a la propiedad colectiva”.

Un complejo arquitectónico de gran belleza, que ha sido la imagen de la ciudad ante el mundo entero, es el Centro Cultural Santo Domingo, que alberga al Jardín Etnobotánico de Oaxaca y la Hemeroteca Pública Néstor Sánchez Hernández.

Construido de la característica cantera en sus cuatro flancos, este edificio cuenta las historias de sus primeros moradores, pero se ha mantenido en pie a través de los siglos, siendo parte importante de la ciudad moderna, visitada por su belleza colonial y atractiva cultura.

No obstante, el sector juvenil de la población ha hecho del muro norte del Jardín Etnobotánico, un espacio para plasmar con pintura en aerosol dibujos, marcas, letras y mensajes sin importar la antigüedad o el valor histórico de esta estructura de cantera.

El director general del Jardín Etnobotánico de Oaxaca, el doctor Alejandro de Ávila Blomberg, considera que este fenómeno social, propio de la modernidad, es una problemática que vive este muro con grafiti y pintas que dañan la imagen, la piedra y el valor de esta pared que forma parte de un monumento histórico.

En entrevista exclusiva para EL IMPARCIAL, el doctor De Ávila cuenta el origen de esta tapia, que es víctima de la inconsciencia y el desconocimiento de los jóvenes: “el muro fue construcción de los militares, no es contemporáneo con la construcción del convento, pero forma parte de la historia de este espacio. Es un muro que erigieron los soldados. Antiguamente, Santo Domingo ocupaba más espacio, pero en el siglo XIX, al establecerse el cuartel de caballería, la ciudad reclama parte de lo que había sido predio de los Dominicos y entonces adquiere sus dimensiones actuales, es decir, se reduce y entonces los militares construyen este muro de cantera, que actualmente está siendo pintado y repintado y es algo que nos ha preocupado”.

TEQUIO MASIVO

En el 2017, ante el llamado a realizar un tequio masivo en la ciudad con motivo de la Guelaguetza, el doctor De Ávila y el equipo del Jardín consideraron sumarse a la actividad e intentaron limpiar la cantera de la pequeña muralla con sus propios medios.

A pesar de actuar de buena fe, hubo una negativa por parte de un grupo de personas que dijeron pertenecer a las autoridades municipales del Centro Histórico y el antiguo delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien se comprometió a indicarles la forma correcta de limpiar la piedra, pero solo quedó en promesa.

“El grafiti está presente, hay grafiti sobre grafiti y nosotros tomamos la iniciativa en un espacio que es nuestra carta de presentación ante los visitantes y ante la ciudadanía”, afirma el doctor De Ávila, al destacar la apatía de las instancias competentes.

LOS MUROS

El muro que está sobre Macedonio Alcalá presenta sólo algunos garabatos, casi en la esquina con Berriozábal, donde se encuentra el muro norte, el más afectado, la calle está menos vigilada, es poco transitada a ciertas horas y de noche queda más oscura que las vías aledañas.

El muro de Reforma es el más limpio, debido a que la circulación tanto de vehículos como personas es más constante, incluso en la madrugada, pasan taxistas y vecinos, lo que ha decir del doctor Alejandro de Ávila, hace que los grafiteros se cohíban para perpetrar su cometido.

El muro de Berriozábal cuenta con un detalle arquitectónico más. Una ventana enrejada que es parte del diseño del jardín que idearon el maestro Francisco Toledo, el artista Luis Zárate, la arquitecta Claudina López Morales y el propio Alejandro de Ávila.

“El equipo de diseño del jardín abrió ese hueco, porque históricamente estaba cerrado ese muro. Pero presentamos esta propuesta porque antes de que se construyera este muro había una salida justo en ese punto; la calzada que se ve que divide en dos el jardín, que llega al muro justo en ese lugar donde está el balcón, esa calzada salía hasta los campos, era como entraba el alimento al convento, era como llegaban las carretas cargadas de lo que se consumía aquí, los granos, las verduras, las frutas, lo que se requería llegaba y esa era la entrada de servicio del convento”, cuenta el director general del Etnobotánico.

“El muro no existía, entonces nosotros quisimos darle una memoria, que la gente identificara que ese había sido el punto de contacto del convento con el exterior. Entonces abrimos ese hueco y se diseñó esa reja de hierro, para que la gente pueda asomarse de la calle y para que desde adentro se tenga la idea de que ese fue el punto de contacto con el exterior”, explica el doctor.

SOLUCIÓN ESPECIAL

Ese punto, diseñado tan cuidadosamente, también ha sido el favorito de la gente para hacer pintas y rayones. De Ávila afirma que constantemente tenían que limpiar ante el insistente grafiteo, por lo que decidieron invertir en una solución especial que aplicaron sobre todo el contorno de cantera del ventanal, para protegerlo y facilitar la limpieza.

El líquido protector ha sido aplicado en el balcón, así como en la fachada principal de la actual Hemeroteca, resultando únicamente una previsión paliativa, pues se desgasta con el clima y la lluvia, además de ser costosa. Esta medida no podría ser usada para cubrir todos los muros, pues resultaría en una inversión millonaria que debería ser efectuada una vez al año, recursos económicos con los que no cuenta el Jardín Etnobotánico.

EL GRAFITI

Para el doctor Alejandro de Ávila el grafiti es tanto un arte como una problemática, sin embargo, destaca que hay espacios para ejercerlo, dado el valor histórico del muro del Jardín, y a la par asegura que esta pared, hace tan sólo 10 años, no presentaba rastro de expresión alguna, siendo la pinta un fenómeno reciente.

Desde 1993 cuando presentaron el proyecto y ya en 1998, cuando como equipo de trabajo comenzaron la plantación del jardín, los muros se respetaban, no había grafiti ni pinta.

“En los 20 años que llevamos trabajando en el jardín, esto es una nueva realidad. Nosotros lo vemos como parte de esta convivencia del jardín con la ciudad, y es reflejo de cómo nosotros vivimos nuestra ciudad. Si la ciudadanía tomara iniciativas pensando más en su patrimonio, no sólo pensando en lo bonito que es y que ello atrae al turismo y trae bienestar, sino ver nuestro patrimonio como un espacio donde están creciendo nuestros hijos, nietos, y es aquí donde se está formando una nueva sociedad, que es a la cual le vamos a dejar la ciudad. Si lo vemos así, quizá tendríamos una actitud más responsable hacia la ciudad y hacia el patrimonio”.

Alejandro de Ávila destaca la apropiación del patrimonio como un valor que debería atenderse para tomar mejores decisiones colectivas, pues el espacio común y los símbolos que lo conforman le pertenecen a todos, haciendo indispensable un cambio de actitud tanto de la ciudadanía como de las autoridades, y así propone una solución participativa: “la respuesta es trabajo colectivo, concientización, educación, pero sobre todo revalorización de quiénes somos y por qué hacemos esto, que es cuidar el espacio donde están creciendo nuestros niños”.