Aprendiendo a vivir sin violencia
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Aprendiendo a vivir sin violencia

Hombres que han ejercido algún tipo de violencia contra sus parejas y familiares han decidido cambiar su destino y ahora aprenden a tolerar y respetar a sus semejantes mediante las terapias que reciben en el Centro de Reeducación para Hombres que Ejercen Violencia contra las Mujeres


Aprendiendo a vivir sin violencia | El Imparcial de Oaxaca

Además de cachetadas y empujones, Alberto propinaba puñetazos a su esposa cada vez que no era atendido a la hora y como él lo deseaba.

El pretexto para agredir a la mujer con la que tuvo dos hijos, iban desde la falta de comida caliente en la mesa cuando él llegaba de trabajo, hasta las groserías que ella le decía para defenderse de las agresiones que recibía.

Hace un año Alberto llegó al Centro de Reeducación para Hombres que Ejercen Violencia contra las Mujeres (CRHEVM), donde es voluntario y acude a terapia una vez a la semana.

El hombre de complexión delgada y de piel morena no señala a qué se dedica y cuántos años tiene, por temor a ser identificado y señalado en su trabajo aún como un hombre violento.

“Yo llegué aquí por sugerencia de una juez…porque ejercía violencia intrafamiliar; la juez ordenó que me separara de mi pareja y eso también me orilló a acercarme al grupo”, dice el hombre originario de los Valles Centrales.

En las oficinas ubicadas en la calle Díaz Ordaz, atrás del Hospital General del IMSS del Centro Histórico, Alberto forma parte de un grupo de 15 hombres voluntarios que acuden al Centro de Reeducación; en este espacio también hay varones que son obligados a asistir a terapia por el dictamen de un juez.

Alberto asiste al grupo de voluntarios a invitación de las autoridades judiciales, que le entregaron un folleto con información de lo que hace el Centro y sus principales objetivos.

“Estoy aquí desde hace un año y ya conozco los tipos de violencia; me estoy reeducando y dejé de ejercer violencia”, dice el hombre, quien recuerda que el enojo y los ataques de ira formaban parte de su vida cotidiana sin que él tomara conciencia de ello.

Alberto perdía el control y era exigente desde joven, incluso antes de que conociera a su pareja y se casara. Admite que le gustaba sentir que las personas a su alrededor le mostraran miedo.

Gracias a las sesiones de terapia que recibe en el Centro de Reeducación, el hombre de al menos 40 años de edad admite que se enojaba y discutía con facilidad con su esposa porque quería toda la atención para él, a pesar de que ya contaba con dos hijos menores.

“Rompía cosas de mi exesposa porque no podía detener mi ira y ella no podía contradecirme, de lo contrario, le daba cachetadas o puñetazos” confiesa Alberto, sin embargo, recalca que ahora sabe cómo controlarse, escucha a sus demás compañeros y da consejos a los nuevos voluntarios.

El caso de Gerardo

Gerardo tiene 35 años y además de ejercer violencia contra su esposa, madre e hijos, también intimidaba a algunas compañeras de trabajo.

“En el trabajo les decía groserías a las mujeres que me sacaban de mis casillas y las insultaba si consideraba que no hacían bien las cosas. En mi casa ya no sólo eran los insultos y los gritos, también había golpes…sentía que me liberaba del estrés haciendo daño a otras personas”, admite.

Gerardo recuerda que le provocó golpes tan fuertes a su esposa que en más de dos ocasiones la envió al hospital, pero nunca fue denunciado por ella ni por sus familiares.

“El problema no sólo era yo, eran todos los que eran testigos del maltrato quienes no decían nada. Mi hermana fue la que se me acercó y me dijo con temor que necesitaba ayuda. Hasta ahora que me estoy dando cuenta de las cosas, (mi hermana) me confiesa que fue muy difícil para ella acercarse a mí…pensaba que iba a reaccionar con golpes”, dice.

Aunque en un principio se resistió a reconocer que requería ayuda -como sucede en el caso de quienes tienen problemas con el alcoholismo u otro tipo de drogas- Gerardo decidió pedir apoyo de un psicólogo particular, pero al enterarse de la existencia del Centro de Reeducación hace dos años, decidió ingresar y en esta institución no paga por la atención.

“Fue muy difícil para mí, no quería que nadie me reconociera ni quería admitir que sí tenía un problema; ser violento es un gran problema que muchos no reconocemos y que nos va alejando de quienes más nos quieren”, expone.

De acuerdo con la directora del CRHEVM,Lidia Marusia López Andrade, los hombres atendidos tienen en promedio un rango de edad de los 30 a 39 años, a quienes se les incorpora en programas de reeducación en sus diferentes modalidades.

Sin embargo, también se cuenta con programas que están dirigidos a jóvenes y adolescentes a quienes se les instruye a través pláticas en las escuelas públicas y privadas; también se capacita a los docentes en la prevención de violencia sexual y de género.

“La violencia es aprendida y por ello se puede aprender a desaprender. Los hombres que acuden al Centro de Reeducación de manera voluntaria desean cambiar su conducta violenta y aprender a reconocerse, porque el hombre violento no suele reconocer su violencia”, explica López Andrade.

Para las integrantes del Grupo de Estudios sobre la Mujer Rosario Castellanos (Gesmujer), es necesario que los hombres aprendan a gestionar sus emociones y a liberarse del miedo o inseguridades, porque sólo así serán menos propensos a la violencia.

Atención a grupos obligados

Mientras Alberto y otros hombres acuden a sesión de manera voluntaria, los miércoles en la tarde, otros hombres asisten a las terapias por orden de las autoridades, ante el grado de violencia que ejercen hacia sus parejas o familiares, estas personas deben cumplir con dos horas y media de terapia a la semana, de un total de 52 horas programadas.

Lidia Marusia López Andrade, directora del organismo estatal, explica que el Centro de Reeducación también brinda asesorías a hombres privados de su libertad, sobre todo de los penales de Ixcotel (lunes, miércoles y viernes), Etla (martes) y Miahuatlán (jueves).

La directora de la institución considera que la reeducación es necesaria e importante para combatir la violencia contra las mujeres, la funcionaria destacó que a casi cuatro años de haber sido creado el Centro, hasta el momento no se han tenido reincidencias.

Lidia Marusia descata que a los voluntarios se les aplica una la evaluación final y si hay muestras de violencia, se convoca a los varones a continuar en las sesiones por un periodo más extenso.

La violencia repercute en la sociedad

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los costos sociales y económicos de la violencia contra la mujer son enormes y repercuten en toda la sociedad, porque las mujeres violentadas pueden llegar a encontrarse aisladas e incapacitadas para trabajar, pierden su empleo, dejan de participar en actividades cotidianas y ven disminuidas sus fuerzas para cuidar de sí mismas y de sus hijos.

La última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, mostró que en Oaxaca, al menos el 44 por ciento de las madres de familia en Oaxaca sufren violencia; el tipo de violencia que más prevalece es la emocional (86.9 por ciento) que consiste en insultos, amenazas, humillaciones y otras ofensas de tipo psicológico.

También persiste la violencia económica (49.8 por ciento); la violencia física (30.5 por ciento) que tiene que ver con empujones, jalones, golpes, agresión con armas, entre otras, así como la violencia sexual (14.6 por ciento).

“Todo hombre violento necesita ayuda; un ramo de rosas para pedir perdón, una disculpa o una promesa de que no volverá a repetirse no resuelven nada, al contrario, acepta la violencia para que vuelva a surgir igual o más fuerte. Yo por ejemplo, me avergüenzo de lo que he hecho, pero acepto que tengo un problema y he buscado ayuda”, acepta Gerardo.

Los Datos

  • 400 hombres son atendidos, de los cuales
  • 140 son voluntarios
  • 4 años está por cumplir el Centro de Reeducación
  • 44% de las mujeres oaxaqueñas han sufrido algún tipo de violencia, de la cuales
    • 89%han sufrido violencia emocional

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