El “sueño oaxaqueño” se come la zona metropolitana
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El “sueño oaxaqueño” se come la zona metropolitana

Miles de personas migran de sus comunidades con la esperanza de mejorar sus condiciones de vida, pero al llegar a la ciudad se dan cuenta de que el sueño se ha convertido en pesadilla


El “sueño oaxaqueño” se come la zona metropolitana | El Imparcial de Oaxaca

Es el “sueño oaxaqueño”, pobladores de otras regiones y municipios que vienen a Oaxaca de Juárez a buscar mejores condiciones de vida, migran a una zona metropolitana que prácticamente ha duplicado el número de sus habitantes en tres décadas y en donde los problemas de hacinamiento, bajos ingresos y falta de servicios se extiende sin cesar, sin un plan de ordenamiento territorial ni un proyecto de desarrollo urbano adecuado.

En la ciudad de Oaxaca de Juárez y 19 municipios que conforman el área conurbada viven 16 de cada cien habitantes del estado. La zona pasó de 352 mil 751 pobladores en 1990 a 666 mil 134 en 2018, un crecimiento de 88.83 por ciento. En estos municipios, aunque la pobreza parece un problema menor respecto al de otras regiones, las carencias se han extendido.

Tan solo en los cinco municipios más poblados de la zona metropolitana el 43.91 por ciento de los habitantes viven en condiciones de pobreza por falta de ingresos, de servicios básicos o de ingresos. De acuerdo con el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2015 en la ciudad de Oaxaca de los 272 mil 921 habitantes, 106 mil 318 enfrentan condiciones de pobreza, el 38.95 por ciento del total; en Santa Cruz Xoxocotlán el porcentaje era de 51.16 por ciento; en Santa Lucía del Camino, 21 mil 668 de los 54 mil 522 habitantes enfrentan al menos una carencia, el 39.74 por ciento. En Santa María Atzompa, 17 mil 484 de 37 mil 165 pobladores están en la categoría de pobreza, 47.04 por ciento. En la Villa de Zaachila hay 27 mil 672 habitantes en condiciones de marginación.

24 años sin plan de ordenamiento

Además del “sueño oaxaqueño”, que implica que personas como Felipa y su esposo vengan de zonas marginadas del estado a buscar empleo a la capital, la falta de visión de las autoridades municipales, de la capital y los municipios conurbados, ha facilitado el crecimiento anárquico de la población, que se adereza con elementos como el clientelismo político y la especulación de la tierra. En el primer caso, grupos políticos u organizaciones sociales toman pedazos de tierra que venden sin regularización y después demandan al gobierno servicios; en el segundo caso, propietarios mantienen parados espacios de tierra que podrían ser aprovechados para proyectos sociales en espera de que un mejor postor se acerque.

“No tenemos un plan de ordenamiento metropolitano, que vaya dirigiendo los destinos del desarrollo urbano, el último plan es del 94, 24 años después no ha habido una actualización, ¿por qué? Porque existen diferentes intereses que lo evitan, ya hay los estudios, los diagnósticos y mucha de la información que se requiere para sustentar el reordenamiento territorial de la zona, yo no me explico por qué no se ha hecho si ya ha habido gobiernos de diferentes colores”, señala el arquitecto Edmundo Morales.

Municipios como Santa Cruz Xoxocotlán han triplicado la población con la que cuentan desde 1990. De acuerdo con las proyecciones de la Conapo, en 2018 habitan este municipio 89 mil 249 personas, mientras que en 1990 eran 33 mil 972.

Santa Lucía del Camino tuvo un incremento en su población de 73.76 por ciento, al pasar de 29 mil 122 a 50 mil 604.

Villa de Zaachila registró un incremento de 230 por ciento en el número de pobladores, pasando de 11 mil 961 en 1990 a 39 mil 473 en 2018. San Antonio de la Cal también triplicó su población, al pasar de 7 mil 941 a 27 mil 351 habitantes; el crecimiento de Cuilápam de Guerrero fue de 118.12 por ciento, pasando de 9 mil 804 a 21 mil 385.

Estos números, asegura el titular de la Dirección General de Población (Digepo), Ignacio Pareja Amador, implican que hay una oportunidad y un reto para la zona metropolitana. “El crecimiento de la zona metropolitana ha bajado su ritmo, de 1990 a 200 lo hizo en 3.4 por ciento, lo cual era un crecimiento considerable, entre 2000 y 2010 crece al 1.9 por ciento y entre 2010 y 2015 al 1.7 por ciento, no obstante crece más rápido de lo que crece la población en el estado, entre 2010 y 2015 la población de Oaxaca creció 0.9 por ciento, qué quiere decir, que más gente se está yendo a vivir a las zonas urbanas en la entidad, esa es la tendencia, no solamente en Oaxaca, sino en el país, las zonas urbanas se están poblando más”.

Pobreza multifactorial

A nivel nacional, en el año 2000 había cinco zonas metropolitanas en México, con 51.4 millones de personas, en 2010 pasaron a ser 59 zonas, con 63.8 millones de habitantes y en 2015 eran 75 con una población de 75.1 millones de personas, con lo que seis de cada 10 mexicanos vive en una de estas áreas.

“Es un fenómeno que se da porque las áreas metropolitanas están más cercanas a las zonas de empleo, a los servicios de vivienda o educación, en cuanto a carencias, el gran reto es el uso de suelo para tener una zona metropolitana ordenada, en Oaxaca solo el 26 por ciento de la propiedad es privada, ahí es relativamente sencillo aplicar un plan de ordenamiento, pero en las tierras ejidales o comunales, el reto es llevar servicios básicos”, añade el director de la Digepo.

La pobreza en las zonas marginadas de la zona metropolitana está diversificada. Si bien los servicios de drenaje y energía eléctrica han llegado prácticamente a todas las viviendas de los 20 municipios de la zona metropolitana, el agua potable aún presenta un rezago importante. La información que desagregó el Inegi en 2010 señala que en Xoxocotlán 34.87 por ciento de los hogares carecían de este servicio; en Santa Cruz Amilpas, 31.42 por ciento; 50.06 por ciento en la Villa de Zaachila; en San Agustín Yatareni, 73.22 por ciento. En Oaxaca de Juárez el porcentaje era de 10.01 por ciento de las viviendas, que implicó que 26 mil 599 habitantes carecían de este servicio en su vivienda. El Coneval en la actualización de los índices de rezago social de 2015 encontró que 18.4 por ciento de la población, 50 mil 319 personas en el municipio capitalino, mantenían carencias de acceso a servicios en vivienda.

Para el arquitecto Edmundo Morales, especialista en urbanismo, catedrático de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, el problema no ha sido el crecimiento poblacional del área metropolitana, sino la anarquía y la falta de un proyecto de reordenamiento.

“Hay todavía mucho espacio, la ciudad ha crecido en territorio seis veces y la población solamente se ha duplicado, qué quiere decir eso, que la ciudad se dispersó, se hizo de una manera anárquica y no es lo más recomendable, ya que esto encarece mucho la prestación de servicios, para la infraestructura se requiere meter mayores líneas de energía, drenaje o agua potable para una población que a veces no es tan numerosa, la política no ha sido la más adecuada”, explica el arquitecto. “La política debe ir direccionada a redensificar con mayor número de personas esos lugares, necesitamos dejar de pensar en la ciudad horizontal y difusa, porque se pierde tiempo en los recorridos, al tener áreas con capacidad de alojar a más habitantes en menor espacio, se puede contar con servicios de infraestructura y equipamiento, que es el que genera mayor interacción social”.

Hacinamiento y bajos salarios

“Es este pedacito”, dice Felipa Bautista, de 34 años, habitante de la parte alta de la agencia municipal de Santa Rosa, sobre el pedazo -menor a 60 metros cuadrados- que compraron ella y su esposo en esta zona, que encajaría perfectamente en la sierra Norte o la Mixe, pero que se encuentra en la ciudad de Oaxaca. En vez de caminos pavimentados aquí hay sendas de tierra entre el cerro, caminos y carreteras, mercados y centros comerciales se encuentran alejados. Las láminas conviven con algunas paredes de tabique y maderas, las casas son una colección de diversos y azarosos materiales.

Hace seis meses Felipa, su esposo y sus dos hijos llegaron provenientes de la comunidad de La Cumbre, Nochixtlán, a esta casa que construyeron con una sola habitación. La cruz de la celebración de inauguración aún se encuentra sobre la azotea de la vivienda, cuyo único servicio es la energía eléctrica, el drenaje y el agua potable aún no están conectados. “Ahorita apenas llegamos, pero ya después los dos podemos trabajar y ganar un poco más. En el pueblo no hay dónde trabajar o hay pero pagan muy poquitito, aquí podemos hacer algo más que allá”, expresa.

Para llevar a la escuela a su hija y su hijo camina aproximadamente 40 minutos, el regreso es aún más arduo porque a la distancia hay que agregarle 30 o 35 grados centígrados.

-¿Por qué migraron a la ciudad de Oaxaca y no a otro estado del norte o a Estados Unidos?

-Por falta de economía, para ir para allá es dinero, nosotros no contamos con ese dinero -responde.

El hacinamiento es uno de los mayores problemas que enfrentan los pobladores de la zona metropolitana. En 2010, el porcentaje más bajo de viviendas en esta condición era el de Oaxaca de Juárez, 25.95 por ciento, una de cada cuatro casas.

El Coneval considera hacinamiento la ocupación de una habitación por más de 2.5 personas. Villa de Zaachila, Santa María Atzompa, San Antonio de la Cal, Tlalixtac de Cabrera, San Raymundo Jalpan, Santa María Coyotepec y Cuilápam de Guerrero presentaban más del 40 por ciento de sus viviendas en hacinamiento.

Falta de empleo y bajos ingresos

A la falta de servicios se suma un obstáculo para el sueño de mejorar las condiciones de vida en la ciudad de Oaxaca y su zona conurbada, el desempleo y los bajos ingresos.

En 2015, de acuerdo con el Coneval, en la ciudad de Oaxaca el 9.1 por ciento de la población tenía ingresos menores a la línea de bienestar; en Xoxocotlán era el 12.1 por ciento; en la Villa de Zachila, 18. 3 por ciento; en San Raymundo Jalpan, 10.9 por ciento, en promedio, una de cada 10 personas. De acuerdo con las estadísticas del Inegi, 30 por ciento de la población de la zona metropolitana ganaba, en 2010, menos de dos salarios mínimos.

¿En qué ha avanzado la colonia en diez años que lleva viviendo en la Parte Alta de Santa Rosa?, se le pregunta a Iván Sierra, de 40 años. En nada –responde. La falta del sistema de agua potable la solucionaron mediante el tequio, el trabajo colectivo, con la colocación de una serie de mangueras que comienzan en un arroyo cercano y se conectan con las viviendas.

-¿Cómo albañil qué tanto trabajo encuentra en la ciudad?

-Muy poco.

-¿Cuánto gana aproximadamente?

-Depende del trabajo, si es piso, colado, repello, lo que vaya a ser, la gente te paga por metro o por día, por día ganamos 400 pesos, el sueldo es bajo comparado con Puebla, por ejemplo, ahí pagan 800 o 600 pesos, aquí son 350 o 400, en general con particulares o empresas, el gobierno paga menos, ahí no conviene.

Su trabajo como albañil los acompleta con los de fontanería, albañilería y cancelería. Sus ingresos mensuales rondan los 3 mil 500 o 4 mil pesos, que “no son suficientes, mi esposa tiene que salir a vender para poder salir adelante”.

-¿Qué cree que sea lo primero que tiene que cambiar el próximo presidente de México?

-Las fuentes de empleo, no hay trabajo y por eso hay mucha delincuencia.