Luis Javier y Débora, la dualidad perfecta
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Luis Javier y Débora, la dualidad perfecta

El maestro disfruta enseñar como disciplina la danza contemporánea y el transformista se vuelve un personaje más, quien sólo se manifiesta por horas y que aclara no querer ser mujer


Hace 28 años la homosexualidad era considerada por la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad psiquiátrica, pero el 17 de mayo de 1990 fue eliminada de esta lista, gracias a muchos movimientos en pro de la comunidad gay.

Hoy, miles de colectivos sociales y artísticos siguen luchando por llegar a una inclusión total, como Priscilas Magazine Show, al cual pertenece Débora Houston, un hombre que vive entre ser Luis Javier Lo, maestro reconocido internacionalmente y formador de muchas generaciones de oaxaqueños en la danza contemporánea y Débora Houston.

UNA NIÑEZ FELIZ

Para Luis Javier, de 54 años de edad, su gusto por vestir de mujer lo experimentó desde la infancia “soy el tercero de una familia de 7 y desde pequeño me ponía los tacones de mi madre y sus faldas, ella se dedicaba a la costura y mis hermanos se iban con mi papá y yo me quedaba con mi madre, siempre he sido gay”, compartiendo una aceptación familiar sin ser discriminado o excluido.

“Gracias a mis padres y a mi familia siempre me aceptaron, mi madre me dijo —así eres, nada más ten cuidado, a dónde vayas ten cuidado— y hasta la fecha me lo dice”, señaló el artista nacido en la colonia Reforma en la ciudad de Oaxaca.

HOMOFOBIA, EL MIEDO A LO DESCONOCIDO

La única vez que sufrió homofobia fue cuando otro compañero de su comunidad lo calumnió tildándolo de pederasta, “yo tenía miedo de saber qué me iba a pasar, afortunadamente encontré un abogado buenísimo que me dijo —no debes temer al día que no has visto—”, y así lo hizo, la verdad salió a flote y todo quedó en un acto de discriminación.

El maestro y defensor de los derechos de la comunidad LGTBI hizo hincapié en que en Oaxaca ha cambiado la apertura en los últimos 20 años, también aceptó que él no ha sufrido agresiones como otros amigos, pero le han dado voz a los muertos y a todos los agredidos homosexuales a través de la obra de teatro Methamorphosis, la rebelión de las ningunas y las muertas de aquí, como una denuncia.

“El respeto exige respeto, el amor exige amor, todo es una respuesta automática con lo que tú hagas, no estén preocupados, le digo a mis alumnos no tenemos un tercer ojo, no tenemos otro miembro, no tenemos cosas raras, simplemente somos seres humanos”.

“Si no los aceptan en un lugar, si en tu familia no te aceptan, no te preocupes para eso estamos tus amigos para hacerlo y poco a poco irán madurando y la aceptación pronto vendrá”, dijo Débora mientras movía sus manos e invitaba a los jóvenes homosexuales a no tener miedo.

LA DANZA, LA DISCIPLINA

El maestro Luis Javier cree en los astros y como buen virgo, expresado en sus propias palabras es perfeccionista “soy muy exigente, mi disciplina es el movimiento y la danza, yo me enamoré del baile cuando estaba en el CEDART, estudiaba piano, quería ser concertista, pero quería hacerlo vestido de mujer”.

Actualmente, el profesor, con más de tres décadas de experiencia en la danza, siente que le hace falta dar más, “Luis tal vez como maestro no se ha llenado, como bailarín ya fue, pero le quedó la experiencia de querer aprender más, Luis enseña por ver mover cuerpos entre hombres y mujeres la danza es un momento efímero que no piensas nada más que en romper la gravedad, subir, bajar, es una emoción tan grande”, dijo el también coreógrafo de la compañía de Danza Methamorphosis.

DÉBORA Y LUIS, DOS SERES EN UNO

Luis es el maestro, coreógrafo y bailarín profesional y Débora es el transformista que sale para las fiestas, las velas, el glamour, esta dualidad se presenta en escenarios internacionales como en Cuba y Sudamérica y ambos personajes conforman a Luis Javier Lo, el ser humano.

“Me encanta ser así, siempre fui el personaje varonil en la compañía de danza en la que me hice y pedía ser la bruja, la loca, la mujer, pero no, afortunadamente nunca se separan Débora y Luis son parte de mí”.

“No se separan, como Débora toma baila, fuma, se emociona y Luis también como artista baila, y ha hecho cosas muy buenas, porque a nosotros los artistas no siempre nos llega la musa, pero esta dualidad es rica y me encanta” expresó el hombre.

Al final, compartió que la trayectoria y el trabajo es lo que habla de las personas, la calidad del ser humano es lo que importa y que hay que ser buen maestro, buen humano y buen gay.

 


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