Colonia Volcanes, sin orden ni calles en buen estado
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Colonia Volcanes, sin orden ni calles en buen estado

En este lugar no hay una sola vía a salvo de la erosión que el tiempo, la desatención de las autoridades y la poca organización vecinal han provocado en el asfalto


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Se llama Volcanes, pero los vecinos podrían rebautizar la colonia como Cráteres y le darían un nombre más cercano a la realidad de sus calles. En este lugar no hay una sola vía a salvo de la erosión que el tiempo, la desatención de las autoridades y la poca organización vecinal han provocado en el asfalto.

Las calles podrían competir por cuál es la más maltratada o por cuál ha pasado más tiempo sin ser repavimentada, desde el acceso principal, la calle Zempoaltépetl, Cofre de Perote, Pico de Orizaba o Soconusco. Volcanes es un paseo que contrasta entre los nombres de las bellezas naturales elegidas para nombrar a sus calles y sus agrestes caminos.

Sin importar si llevan a centros de salud, a escuelas públicas o incluso a una de las privadas más prestigiadas de la ciudad, las calles se encuentran en mal estado y ningún vecino tiene recuerdos de un trabajo de repavimentación reciente. Los habitantes se han vuelto geólogos que no alcanzan a explicar con exactitud qué ha causado el deterioro de las calles, recuerdan que fue hace 10, 20 o 30 años cuando las crearon, pero desde entonces nada.

Doña Cecilia vive en la calle Cofre de Perote desde hace 39 años y recuerda cómo en ese entonces el municipio le cobró un millón 500 mil pesos, “de los de antes”, a cada vecino por el pavimento que puso en las calles, hoy descascarado, agrietado, carcomido, irregular. La regla en estas calles es que se invierte una vez, la primera, después, nunca.

“En ese entonces pudimos pagarlo, pagamos un millón y medio por esta calle y un millón y medio de la vuelta de la casa, nosotros lo pusimos, pero ahora con la situación económica que tiene uno no puede”, expresa.

Entre las hipótesis recurrentes que se escuchan entre los vecinos se encuentra una constante: la autoridad no se asoma por aquí. A Volcanes los políticos vienen como candidatos pero nunca vuelven como gobernantes.

“Desafortunadamente, las autoridades se concentran en las partes céntricas, en calles que están en buen estado y que las vuelven a hacer, no tiene razón de ser pero así lo hacen. Desde que se hizo la calle se comenzó a deteriorar. Aquí son pocos los servicios municipales que se reciben”, cuenta don Carlos, quien vive en Zempoaltépetl.

Otra coincidencia: los vecinos no atinan a dar el nombre del representante de esta colonia, algunos apuntan que hay un comité vecinal, otros que la organización se hace por calles pero nadie conoce a una persona que tenga un vínculo directo con el municipio en representación de los vecinos.

“Ahora los políticos ya deberían estar viniendo por las elecciones, pero ni eso”, comenta Eduardo, comerciante, que en unos segundos puede enumerar otros de los problemas que se viven en esta zona, la delincuencia en primer lugar; el desorden de los camioneros, en segundo.

Apenas la semana pasada un joven fue apuñalado y la tardanza de los servicios policial y de ambulancia quedaron expuestos. Los vecinos reportan uno o dos asaltos cada semana y la policía ha sido confrontada porque más que vigilar se dedica a extorsionar.

“Casi cada semana han estado cristaleando carros, han intentado entrar a las casas, a las muchachas las han intentado asaltar, les han querido quitar sus mochilas. Después de que cristalearon los carros, en enero, estuvieron pasando las patrullas seguido, febrero, marzo, abril, ya no los hemos visto”, cuenta la señora Flor, propietaria de un establecimiento de regalos a quien la semana pasada intentaron robarle un peluche.

“¿Con quién se queja uno?”, pregunta don Javier, vecino de Sierra de Los Alpes, donde además del mal estado del pavimento, el drenaje colocado a menos de un metro bajo la superficie provoca que en cuanto comienzan las lluvias las calles se inunden.

Él confrontó a los policías que “vigilan” la zona —la patrulla municipal 784 primero y la 982 después— porque más que perseguir a la delincuencia se dedican a extorsionar a los conductores del transporte público.

“No hay orden en Oaxaca, lo sabemos”, expresa don Javier, quien cuenta cómo los choferes han convertido un espacio de la calle en su orinal particular, provocando olores indeseables. Asimismo, los conductores, principalmente de la línea Tusug, han tomado la calle Antigua Donají como una base provisional pese a no estar permitido. Cuando ya no llevan pasaje dan la vuelta y regresan a la ruta, lo que genera multas que derivan en “mordidas” para los policías.

El servicio de basura también es anárquico. Si se pregunta en el municipio, los camiones recolectores pasan los miércoles y domingos; si se pregunta a los vecinos se sabrá que “pasan cuando quieren”. Cuando pasan los domingos pasan a las 5 o 6 de la mañana; también pueden dejar de venir por más de 10 días. Adicionalmente, los recolectores “eligen” la basura que les sirve y que quieren reciclar; en su exploración, la basura que queda fuera del contenedor se vuelve basura casi permanente en las calles, cuenta la señora María de Jesús, quien hace una pregunta que está en la mente de muchos de los habitantes de la colonia Volcanes: “¿Dónde queda el dinero que pagamos por predial y por servicios?”


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