Educación, oportunidad para el Istmo: especialista
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Istmo

Educación, oportunidad para el Istmo: especialista

Las comunidades, asegura, deben asumir que este proceso de reconstrucción es una oportunidad para tener una buena vida


Educación, oportunidad para el Istmo: especialista | El Imparcial de Oaxaca

En el Istmo de Tehuantepec hacen falta evidencias de que se han aprendido las lecciones del sismo, de que con más de 60 mil viviendas afectadas o destruidas, las casas se están levantando con mucho mayor cuidado y consciencia de los riesgos que implica vivir en esta zona altamente sísmica, asegura Raúl Herrera, docente universitario del Colegio de Estudios Superiores y de Especialidades del Estado de Oaxaca.

En el aspecto educativo, asegura, el proceso de reconstrucción es lento y llevará mucho más tiempo que el que han informado públicamente las autoridades.

“Parte de la vida educativa se está restableciendo, una mínima parte está caminando de manera normal, el sector público es el que está en peores condiciones, está claro que hay escuelas que recibieron el apoyo inmediato, pero tenemos también casos en Ixtaltepec como el de la Presidente Juárez, que quedó dañada, ya la demolieron, comenzaron a construir una sede alterna, echaron unas planchas de cemento pero ahí quedó, parece ser que no se va a trabajar ahí”, expresa el también exrector de la universidad La Salle Oaxaca.

“La reconstrucción de la vida escolar, de la dinámica educativa, se ve lenta, son pequeños puntitos donde ya está funcionando, realmente son mínimos. Si ya tenemos una educación con importantes deficiencias se perfila un panorama a mediano plazo muy poco esperanzador”, subraya el docente.

La infraestructura, agrega, es sin embargo apenas uno de los puntos donde se debe enfocar la atención, pues también existen procesos comunitarios educativos que deben analizarse y recuperarse para llevarlos a las aulas. Se debe replantear además la relación con la tierra, con el medio ambiente.

En el Istmo, asegura, ha habido desde esfuerzos aislados como el de los maestros que han realizado lecturas para alumnos en los albergues temporales, hasta las asesorías psicoemocionales de Unicef, la labor de las bibliotecas móviles que prestó al Fundación Alfredo Harp Helú a la región, donde recorrieron 10 municipios, o los cursos de promoción de la lectura que otorgó la Secretaría de Cultura federal.

Un aspecto esencial, subraya, es demostrar que la seguridad ha pasado a ser un elemento principal para las autoridades, los maestros, directivos, padres de familia y estudiantes, que los simulacros y los planes de emergencia dejarán de ser un simple requisito para convertirse en una estrategia activa, consciente.

“No se ve muy claro que así sea, ojalá que la educación, todos los niveles, se preocupen de los aspectos académicos pero también lo humano, en el aspecto de la seguridad, de la integridad, es un hecho que las escuelas no estábamos preparadas, si ese terremoto nos ha pegado en horas de clase a ver qué habría pasado, no estábamos preparados”.

Falta de profesionalidad

Para Herrera uno de los factores educativos que quedó expuesto tras el sismo es la falta de profesionales que participen en la reconstrucción y garanticen que las edificaciones cumplen con los estándares de calidad requeridos para esta zona. De acuerdo con sus estimaciones, entre un 50 y un 60 por ciento de las casas no tradicionales que se cayeron carecieron de la asesoría de un ingeniero o un arquitecto.

“El nivel de profesionalización de nuestra región es muy bajo, estamos viendo la ineficiencia de muchísimas instancias, empezando por las gubernamentales a nivel local, la formación profesional tiene que ser mucho más sólida”.

A nivel profesional, agrega “en la región predomina la idea de los jóvenes de hacerse de una profesión y emigrar, las opciones, las oportunidades aquí son escasísimas”.

Las comunidades, asegura, deben asumir que este proceso de reconstrucción es una oportunidad para tener una buena vida, pero también un riesgo que podría generar peores condiciones de vida que las actuales.

“Se debe luchar contra la corrupción, la simulación, los compadrazgos, si aprendemos esto valió la pena el proceso de reconstrucción, el sismo ojalá que nunca hubiera sucedido, pero la reconstrucción puede llevar a cosas muy buenas, aunque si, como desgraciadamente está sucediendo, nos quedamos con la parte superficial, con lo inmediato, habrá un retroceso, con poblaciones con casas no terminadas, con techos de lámina, con un bajo nivel de vida”.