En Juchitán, agiotismo acecha ante economía derrumbada
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En Juchitán, agiotismo acecha ante economía derrumbada

Después del sismo que azotó Juchitán algunas casas se han levantado, sin embargo, la economía sigue por los suelos; pequeños comerciantes cambian de giro y buscan préstamos para librar la crisis


A la semana teníamos 2 mil o 3 mil pesos libres, asegura Eder, un vendedor de flores, que desde hace casi diez meses se reubicó en una de las calles que circunda el parque municipal de Juchitán de Zaragoza, junto a un edificio con paredes derruidas, rodeado por una cinta amarilla de precaución -que poco significa- y resguardado por algunos policías municipales. Hoy esos dos mil o tres mil pesos han bajado hasta hacer que los cinco integrantes de su familia vivan al día.

Frente al riesgo que representa este edificio busca defender su negocio hasta que puedan volver al mercado, en rehabilitación desde febrero pasado y que aunque de acuerdo con la proyección inicial sería entregado en noviembre, considerando el avance de la obra, deberá esperar al menos hasta el próximo año para ser reabierto.

“Corremos riesgo, pero si no estamos aquí, la gente no conoce, no sabe que las flores están en esta área”, asegura desde la plaza central, en espera de los compradores de este producto que, “es indispensable, como la carne”.

Los vendedores “informales” aquellos cuyo pecado principal es no estar bautizados y reconocidos por la Secretaría de Hacienda, por vender en mercados o en las calles, han quedado excluidos de cualquier apoyo oficial. Los empresarios y comerciantes formales tampoco encontraron un camino de gloria en la respuesta al gobierno, pero al menos recibieron en octubre pasado 10 mil pesos a fondo perdido.

“No, no recibimos ningún apoyo económico, supuestamente cando pasó esto el gobierno dijo que iba a poner seis o siete mesas para ayudar a la ciudadanía y nada más una mesa llegó, la del SAT para las personas morales, de ahí nadie le tocó”, asegura.

Como Eder, la mayoría de los locatarios del mercado de Juchitán permanecen en la incertidumbre, con bajas ventas, cercados en el zócalo de la ciudad. “Esto está jodido”, alcanza a decir una bordadora de blusas colocada frente a la fachada del palacio municipal. En su puesto hay más de un centenar de prendas que van de los 130 a los mil o mil 500 pesos. “Falta más de la mitad y cuando la gente ve que hay poco no quiere comprar”, explica. Ni si quiera la temporada de Guelaguetza “cuando baja gente a Juchitán” alivió un poco su situación. Su duda espera volver a su puesto en el mercado, donde asegura, pasa más gente y se compra más.

 

Además, el agiotismo

Ante esa falta de apoyo del Estado, en Juchitán comienza a expandirse un viejo fenómeno, el agiotismo. Se multiplican en esta ciudad los préstamos a la palabra al 10, 15 o 20 por ciento. Rosalinda Jiménez Jiménez, con 35 años vendiendo en el mercado, es la representante de los locatarios del área externa del mercado de Juchitán y ante la catástrofe tuvo que cambiar de giro para sostener su negocio. De vender ropa pasó a vender pollo.

“Después del terremoto las ventas bajan, antes del terremoto yo vendía ropa, pero ahorita la gente no tiene dinero para comprar ropa y prefieren comprar ropa usada, de menor costo, como comerciante de años también hay que saber ingeniar las cosas, al ver que no hay suficiente venta me puse a vender pollo, como es comida se vende rápido”, expresa y continúa:

“Vendía ropa, viajaba mucho a México, pero a raíz de este desastre ya no, mis compañeras ya no venden igual como antes, todo cambió, la gente se queja de que no hay dinero, para comprarse una blusa nueva. Están abriendo locales de pacas, de ropa americana, ahí la gente está vendiendo, qué es lo que hago, vender cosas que sí se venden, el pollo”.

Para su nuevo negocio la inversión la encontró en un agiotista, la alternativa más rápida para quien requiere dinero y carece de papeles, de RFC, de nombre ante el encargado de cuidar las arcas del Estado.

“Si bajo 30 cajas de pollo me cobran entre 26 mil y 30 mil pesos, tuve que conseguir una buena cantidad para empezar, algunas personas prestan al 10 y otras al 20, mensuales, aquí nadie nos ha apoyado con un crédito, nada, el municipio no está metiendo ni un peso”.

Como para Eder, para doña Rosalinda la esperanza se encuentra en que el mercado municipal sea rehabilitado pronto y, con más tiempo la economía tome de nuevo su rumbo sin necesidad de culpar a la inacción del gobierno.

 

Se perdió la mitad del comercio formal

Juan Gilberto Prado, presidente de la Cámara Nacional del Comercio en Juchitán, señala que para el comercio formal las pérdidas han sido irrecuperables y al menos 900 unidades comerciales formales se perdieron desde septiembre pasado.

Muchos de los comerciantes ni si quiera recibieron las máquinas de cobro de Bansefipara recibir recursos entregados a damnificados. Cada compra que recibieron con esta tarjeta se realizó como si fueran tarjetas bancarias normales y debieron pagar una comisión por ello.

Desde su representación ha buscado el apoyo de los dos secretarios de Economía que ha designado Alejandro Murat en su gobierno. A Jesús Rodríguez Socorro le propuso que se realizara préstamos de acuerdo con la cantidad de impuestos pagados. Consideró la propuesta, pero no avanzó. Con Juan Pablo Guzmán Cobián, el actual titular, la Canaco Juchitán no ha logrado un nuevo diálogo, “marcó distancia con nosotros”.

“Hay ciertos sectores que están teniendo movimiento, pero de manera general la reactivación no ha avanzado, ha habido mejoras pero no como debería. De los sectores con mayor movimiento es la construcción, otros con menor movimiento son de los perecederos o que no son de primera necesidad

“Ahorita hay falta de circulante, hubo dinero cuando se entregaron las tarjetas, que algunos lo ocuparon para comer o para construir, ahora que se acabó el apoyo hay falta de circulante”.


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