Futbol, el tema de la humanidad, una vez cada cuatro años
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Columna

Futbol, el tema de la humanidad, una vez cada cuatro años

Este jueves, los guerreros más famosos del mundo entrarán en acción, armados con sus camisetas y sus números, sus tacos y sus balones, sus uniformes y sus festejos, un festejo del gusto humano por la competición y la victoria


Futbol, el tema de la humanidad, una vez cada cuatro años | El Imparcial de Oaxaca

Futbol, geometría, espectáculo, deporte, guerra, historia, lo más importante de lo menos importante. Cada cuatro años el mundo se organiza para vivir alrededor de una pelota una batalla en la que todos pueden competir, pero que pocos pueden ganar. Cada año la ilusión de la población mundial se prende de un televisor –o de escasos y costosísimos boletos para abarrotar estadios- para asumir nuevamente el papel que mejor juega el ser humano en la era de la “sociedad del conocimiento”, el de espectador. Todo, todo, durante los 31 días siguientes al 14 de junio se centrará en ver, ver quién juega, ver quién gana.

Ver, participar en esta guerra simulada de naciones, implica una guerra que para muchos es indeseada. George Orwell fue uno de los primeros en expresar su descontento con el deporte en el que 22 hombres se reúnen en una cancha para darse de patadas. En 1945, cuando apenas se comenzaba a apreciar el desastre mundial que dejó la Segunda Gran Guerra, el autor de 1984, el ficcionador del Gran Hermano, que todo lo ve y todo lo escucha, acusó al futbol (y al boxeo) como uno de los deportes más violentos.

“No puede haber mucha duda de que todo se encuentra atado con el aumento del nacionalismo, esto es, con el hábito moderno y lunático de identificarse a sí mismo con un poder grande de unidades y observar todo en términos de prestigio competitivo”, dijo en referencia a una serie de partidos suscitados entre equipos como Arsenal y Rangers, de Reino Unido, y el Dínamo Moscú ruso.

Carlos Monsiváis escribió, 35 años después que Orwell, una sentencia esclarecedora mucho menos rígida sobre la precisión del futbol. Para el autor de Días de guardar el nacionalismo que pretende el futbol es mucho más endeble de lo que advertía el escritor inglés. El patriotismo tradicional mexicano, escribió, se evaporó en el Mundial del 86, ante “un nuevo patriotismo, cuyo centro es el espectáculo y cuya razón de ser desaparece al fin del juego”.

¿El furor se desvanece cuando el árbitro pita el final?, no siempre, responde Ryszard Kapuściński, autor de la Guerra del Futbol. El 15 de junio de 1969 Honduras venció 1-0 a El Salvador. Días después El Salvador venció 3-0 a Honduras. Ambos países querían ganar para participar en las eliminatorias clasificatorias para el Mundial México 1970. Al final del segundo juego cientos de salvadoreños persiguieron al micro del plantel hondureño desde el estadio hasta el paso fronterizo de El Amatillo. En cuanto se supo el maltrato sufrido por los jugadores, los habitantes de Honduras comenzaron a agredir a cualquier salvadoreño que tuvieran cerca. Para el día del partido de desempate, el 27 de junio en Ciudad de México, las hostilidades crecieron al grado de que el gobierno de El Salvador decidió romper formalmente las relaciones diplomáticas con Honduras. El 14 de julio de 1969 comenzó la Guerra del Futbol, cuando se estableció un frente de fuego en la línea divisoria de ambos países.

Murieron entre 4 mil y 6 mil civiles.

El italiano Pier Paolo Pasolini vio más que eso, vio la escritura en el campo de juego, descifró la gramática de las palabras del lenguaje del futbol, “que se forman exactamente como las palabras del lenguaje escrito-hablado”. La unidad mínima del lenguaje, la sílaba, es “un hombre que usa los pies para golpear un balón” y las infinitas combinaciones que desde ahí son posibles forman las “palabras futbolísticas”. Pasolini dijo “pasé las tardes más bellas de mi vida jugando al futbol”, para él los pies del futbolista pueden escribir prosa, como los alemanes, o poesía, como Pelé.

“En el futbol hay momentos que son exclusivamente poéticos: se trata de los momentos del gol. Cada gol es siempre una invención, es siempre una perturbación del código: todo gol es ineluctabilidad, fulguración, estupor, irreversibilidad. Precisamente como la palabra poética. El máximo goleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año”, escribió el cineasta en 1961.

Los escritores también dirimen otras polémicas infinitas, como la esencia del alma, el futuro de la humanidad o quién es más grande ¿Messi o Maradona? Ahí está la consideración del escritor Oliverio Coelho:

“Me animo a afirmar que el equipo no depende de Messi. No quiero decir que Messi sea prescindible o que no sea genial. Si no que para ésta selección Messi no representa lo que Maradona para la de Bilardo. Messi se formó en el laboratorio del futbol europeo y no está a su alcance ser el alma del equipo y cargárselo al hombro. Le falta astucia y carisma, y sobre todo la ira divina que dejó afuera al mejor jugador argentino de la historia”.

Sí, de la gramática a la guerra, de los dilemas eternos por la gloria del “mejor poeta” a la crítica del colonialismo y la violencia que implican este deporte, el futbol gira como gira el balón cada cuatro años, sin cesar. El periodista inglés John Carlin lo dijo más claro: “El futbol es el gran tema de conversación de la humanidad. Nada, nada compite con el futbol como tema social” y lo atenuó el propio Monsiváis: “Lo que uno sabe de futbol es, más o menos, lo que uno sabe de la vida, con una diferencia: en la vida se agoniza una sola vez”.


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