Un préstamo para Jessica
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Columna

Un préstamo para Jessica

El ejemplo de esta colombiana demuestra que emprender no es un asunto de dinero, sino de observación y creatividad


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¿Qué empresa podrías iniciar con 2 mil 800 pesos? ¿Cómo harías si estos recursos fueran los únicos con que cuentas para lograr subsistir, construir tu patrimonio y ayudar a tu familia? Observa, mira a tu alrededor, mira a la gente, ¿qué hace, cómo lo hace, qué necesita, qué empresa podría ayudar a que su trabajo fuera más fácil?

Jessica observó su entorno, miró también su propia vida en la comunidad de Soacha, Bogotá, Colombia, reconoció sus carencias y dio una respuesta contundente a la pregunta de qué empresa requiere mi comunidad. En un lugar con pocos recursos, sin un buen sistema de agua potable, donde la mayoría de las casas carece de elementos que creemos existen en todas las casas del mundo, como un refrigerador o un televisor, ella tuvo una idea de emprendimiento: rentar su lavadora.

Sí, para esta mujer colombiana rentar una lavadora a domicilio fue la idea que le cambió la vida. Quizá a ti jamás se te hubiera ocurrido. ¿Qué persona en tu colonia no tiene lavadora? ¿Quién de tu familia no ha comprado una lavadora? ¿Cómo podría funcionar un negocio así?
Aunque muchas veces no logramos pensar en los diversos contextos que existen en nuestro país y en el mundo, lo cierto es que empezar a descifrar qué significa en la realidad la palabra “pobreza” que oímos miles de veces. ¿Has escuchado que Oaxaca es uno de los estados más pobres de México, que El Salvador y Honduras son de los países más pobres del continente?

En México aproximadamente 9.3 millones de personas viven en condición de pobreza extrema, es decir, que carece de al menos un servicio básico como salud o educación o habita una vivienda en condiciones precarias, sin energía eléctrica y, por ende, sin un refrigerador. En Honduras, 1.6 de los 8.8 millones de pobladores carecen de este servicio; en el país de Jessica, Colombia, el porcentaje de población sin electricidad es menor, con 2 millones de 49.6 que es la población total.

Para Jessica rentar su lavadora fue el camino para comenzar a sacar de la pobreza a sus cuatro hijos. Madre desde los 18 años, hoy con la responsabilidad de cuidar por sí sola a su familia, ha sido elegida para hablar en Nueva York ante las Naciones Unidas sobre un tema que aún es desconocido para gran parte de la población: los microcréditos.

¿Qué son? Préstamos que asociaciones de beneficencia entregan a personas en condiciones de marginación. ¿Por qué le prestan dinero a personas pobres? La respuesta es sencilla: Alguien debe hacerlo porque si para salir de la pobreza se requiere dinero, el impedir a las personas conseguirlo significa mantenerlos en la marginación.

Nelson Mandela lo visualizó hace más de tres décadas al señalar que “la pobreza no es algo natural. Ha sido generada por el hombre y puede ser superada y erradicada por las actuaciones de los seres humanos. Acabar con la pobreza no es un gesto de caridad, es un acto de justicia”.
El testimonio de Jessica es congruente: “No hay nadie más que crea en una madre sin recursos y cabeza de familia”.

De acuerdo con ONU Mujeres, en países como Perú o Panamá, donde trabaja la fundación que ayudó a Jessica (además de en Colombia, Chile y República Dominicana), el 35 por ciento de las madres solteras vive con menos del 50 por ciento de la renta media. Además, en la región, por cada 100 hombres de entre 25 y 34 años en extrema pobreza, hay 132 mujeres en esas condiciones.

México por su parte ocupa el lugar 113 por la baja participación de las mujeres en el mercado laboral; la posición 104 por percibir menores salarios por desempeñar un trabajo similar y, el lugar 105 recibir ingresos inferiores a los de los hombres.

Los microcréditos son una de las últimas esperanzas para personas en condición de pobreza, principalmente mujeres, que han quedado excluidas de los sistemas laboral, educativo y financiero, que más allá de pedir que se les subsidie desean trabajar, tener su propio dinero, no el del Estado.

Las palabras de la exministra de Turismo de Mali Aminata Traoré son una verdad muy fuerte, para ella: “nacer mujer es una desgracia”. “No lo es para una o dos o mil o veinte mil personas del sexo femenino. No. Nacer mujer es una desgracia para millones, para más de la mitad de esa mitad del mundo que somos”, dijo la activista por los derechos de las mujeres, refiriéndose a las condiciones más adversas que enfrentan aun en escenarios similares a los de los hombres. Para Jessica, nacer mujer fue una desgracia que salvó con el trabajo. Hoy, su trabajo, que sigue siendo rentar lavadoras, lo ha diversificado con la producción de prendas y el envasado de fruta, con lo que gana unos 4400 pesos, de los cuales una sexta parte los destina al pago del crédito con el que se volvió emprendedora y evitó que ser mujer siga siendo una desgracia.


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