Catedral: El tesoro que desenterró Martina
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Catedral: El tesoro que desenterró Martina

Catedral y Martina es una simbiosis, es la unión que detonó en un lugar perfecto para comer en el centro de Oaxaca


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Hace más de 40 años la vida le puso frente a sí, en un instante, en un encuentro casual, la llave de un tesoro escondido, cuya ubicación exacta sólo ella conocía.

Martina Escobar Montero encontró y saludó en pleno Centro Histórico de Oaxaca al entonces secretario de Turismo estatal, en los tiempos del general Jiménez Ruiz, don José Estefan Acar, quien le ofreció un lugar en una expo culinaria del Palacio de los Deportes, en el Distrito Federal.

Muy jovencita, recién casada, Martina comía ansias por poner un negocio de comida en la esquina que ocupa ahora su restaurante Catedral (García Vigil y Morelos), cuyo lugar la enamoró desde que lo vio por primera vez. Y no dudó por un instante en tomar la oferta del secretario de Turismo, a cambio de que si ella obtenía el primer sitio del concurso gastronómico, éste le ayudaría a convencer al dueño de esa vieja casona, el arquitecto Enrique Esesarte, de que le rentara una parte del inmueble.

Con sus recetas del Istmo, de su natal Tehuantepec, Martina obtuvo el primer lugar, pues deleitó a los comensales y jurado de la expo con su lechoncito al horno, iguana en salsa de tomate, tamalitos, garnachas y pan.

Y así consiguió abrir Catedral el 24 de julio de 1977, hace 40 años y seis días, y su gran sueño se cristalizó, el tesoro había sido desenterrado.

Su primer avatar fue pelear con Bancomer la posesión de éste lugar, pues entre el banco y ella compitieron por convencer al arquitecto que les vendiera el predio de 880 metros cuadrados, cuyo trato fue cerrado tres años después de haber abierto Catedral.

Mujer muy creyente, agradece a Dios haber ganado esa batalla y quedarse con lo que para ella es la mejor esquina del Centro Histórico de Oaxaca.

Ella agradece al Todopoderoso y los miles de comensales que han pasado por Catedral agradecen a Martina por su arte culinario, su cocina istmeña que trajo de su natal Tehuantepec, producto de las enseñanzas de su madre, doña Martina Montero.

En estos primeros 40 años, Catedral ha recibido a seis presidentes de la república, ocho gobernadores, al príncipe Carlos de Inglaterra y apenas el año pasado a los príncipes de Japón: Akishino y Kiko, entre muchas otras personalidades que también han disfrutado de su cocina internacional.

Literal, ella también da de comer a 60 familias oaxaqueñas; son 60 trabajadores que ella adoptó en su entorno más cercano, con su amor, esmero y cuidados que les prodiga a diario con buenos tratos y recompensas. Es su otra familia, que se unen a don Edgardo, su esposo; sus cuatro hijos: Adriana, Gabriela, Edgardo y Ernesto; y sus cinco nietos.

Catedral y Martina es una simbiosis, es la unión que detonó en un lugar perfecto para comer en el centro de Oaxaca; es un sitio armonioso, bello, donde se respira cordialidad, donde hay paz, donde hay colores, sabores y aromas; donde ni los disturbios sociales han impedido que Martina cumpla la misión que Dios le dio: dar de comer lo que ella aprendió desde niña, con la ayuda iluminada de la señal de un tesoro que sólo ella pudo desenterrar.