¿Todavía existe eso que llamamos Primavera?
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¿Todavía existe eso que llamamos Primavera?

En tiempos anteriores a los hombres Hades, señor del inframundo, raptó a Perséfone y solo le ha permitido desde entonces volver al mundo una vez por año, en el siglo XXI, las acciones de los hombres nos han llevado a la posibilidad de perderla para siempre


¿Todavía existe eso que llamamos Primavera? | El Imparcial de Oaxaca

A partir de hoy tienes 91 días y 18 horas para disfrutar la primavera, una de las palabras que mayor luz le dan a nuestra imaginación. Desde niños la asociamos con flores, sol, árboles que comienzan a crecer, el despertar de la naturaleza, las vacaciones, la playa y, por supuesto, al calor, pero ¿aún existe eso que llamamos primavera? Recuerda ¿hace cuántos días comenzaste a sentir en Oaxaca un calor agobiante? Hace, 10, 15 o 20 días ¿no?

La primavera llega cada vez más rápido. ¿Por qué? Porque hemos cambiado el mundo. Lo primero que debemos señalar es que la primavera no es un “invento del ser humano”, no fue “descubierta” ni decretada, no hubo una convención de presidentes que decidió que el 20 o 21 de marzo iniciaría esta temporada. No, la primavera fue un proceso natural que fue observado y descrito. Con base en la observación de decenas de años científicos encontraron similitudes cada año. Por el proceso de traslación de la Tierra se observó que un día del año la noche dura el mismo tiempo que el día, un proceso que se llama equinoccio y que se debe a que el planeta se encuentra en el plano del ecuador celeste o que el sol se encuentra en su punto más alto respecto al ecuador de la Tierra. Ese día comienza la primavera en el Hemisferio Norte.

Por naturaleza, por el mayor contacto del sol las flores y árboles comienzan a florecer, pero esto está cambiando. La acción del hombre –las industrias, el consumo de combustibles contaminantes, la emisión de gases como el dióxido de carbono– ha incrementado la temperatura de la atmósfera y eso ha roto la exactitud de los procesos naturales. Hemos despojado a la naturaleza de una de sus virtudes primordiales, la exactitud.

La naturaleza es fascinante, hermosamente sabia. Cuando la primavera y el verano terminan, en el otoño los árboles comienzan a perder sus hojas debido al menor contacto con la luz del sol, el enfriamiento de la tierra provocan que la energía con la que mantienen pegadas esas hojas a sus ramas sea insuficiente y estas caigan para salir nuevamente en primavera. Ese proceso ocurre cada vez más temprano en el año.

Investigadores en Europa buscaron los datos que confirmaran esta teoría y analizaron 1,245 especies arbóreas localizaciones en una zona que va del Mar del Norte hasta el Adriático, desde Bélgica hasta Bosnia-Herzegovina. Su hallazgo fue que desde hace 30 años las hojas de los árboles han comenzado a brotar cada vez más temprano en el año. Desde 1980, el reverdecimiento se ha adelantado siete u ocho días. ¿Insignificante? Josep Peñuelas, director de la Unidad de Ecología Global del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, del CSIC, y coautor del estudio, responde: “este cambio produce efectos en cadena en todos los ecosistemas que acaban influyendo en cómo funciona todo el planeta”.

Los árboles no son las únicas especies que han visto un cambio en su ciclo. En España, la llegada de las golondrinas, un signo de la primavera, se está dando cada año más pronto. La revista Scientific Reports ha encontrado que, por cada 10 grados de latitud que nos desplazamos hacia el norte con respecto al ecuador, la primavera se adelanta en cuatro días. En Los Ángeles, EU, la primavera llega actualmente un día antes que hace una década. Yendo cada vez más al norte, a Chicago, Seattle o Washington DC, la primavera ya se está adelantando cuatro días. Y, en el Ártico, el registro es de hasta 16 días.

¿Qué importa esto? que las temporadas de frío y calor son indicadores vitales para las aves. En invierno emigran de los lugares a los que vuelven en primavera y si cambian los ciclos biológicos de las plantas y animales que les sirven como comida se pueden producir desfases que afecten a la disponibilidad de alimento y, por tanto, a la reproducción.

También hay graves riesgos para especies en peligro de extinción. “El cambio climático probablemente castigue a la vida salvaje más duro de lo que creíamos porque las especies que ya están en peligro pueden llegar a perder una mayor proporción de sus áreas de distribución”, señala un estudio de la universidad de Liverpool.

Sí, hemos cambiado la primavera, sus calores ya no llegan el 21 de marzo, sino mucho antes por el calentamiento global, por el cada vez mayor consumo de energía eléctrica, porque cada vez hay más industrias contaminantes y más automóviles, porque, como dice el especialista Fernando Prieto, “desde que a finales de 2015 se firmaron la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático “no se ha avanzado gran cosa” aunque los riesgos que corremos para aves, flores y animales es mayor.