Roma, El cine según Alfonso Cuarón
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Roma, El cine según Alfonso Cuarón

En su más reciente visita a México el cineasta compartió que este filme “es lo más cercano a algo que yo considero cine”.


Roma, El cine según Alfonso Cuarón | El Imparcial de Oaxaca

“El proceso de Roma es lo más cercano a algo que yo considero cine. Es la primera película que hago que es verdadero cine”, con estas palabras el cineasta mexicano Alfonso Cuarón dimensionó el significado de su más reciente filme en su carrera, el pasado mes de octubre, en la conferencia magistral que ofreció en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), en una conversación que tuvo con el aclamado cineasta polaco Pawel Pawlikowski.

“La forma es parte del lenguaje. Mucha parte de mi carrera había una preocupación formal y tardé tiempo en entender que forma y sustancia deben ser la misma cosa, que no pueden ir separadas. Puedes tener agua pero para contener esa agua necesitas una tasa, como bien dijo Carlos Reygadas en su última película”, expresó Cuarón para sustentar su declaración.

“Casi todo el cine está lleno de artificios, incluso en un documental todo está delimitado por un cuadro. El artificio no es necesariamente el problema, para mí reside en la superficialidad que esconde el significado de lo que haces, a veces es el artificio el punto de una película, pero en un cine más puro —el que me encantaría poder hacer algún día— más trascendente, en el que está el lenguaje fílmico al servicio de la vida, que no sea una obra que se cuelgue de un género, convención, o narrativa, que todas las herramientas estén al servicio de algo más grande que es el lenguaje fílmico”, enfatizó.

Semilla. Las primeras escenas de Roma dan la sensación de ser imágenes como las que uno puede llegar a tener cuando aprieta los ojos y comienza a recordar algo lejano en el tiempo. Quizás un hecho naturalmente insignificante, pero simbólicamente presente. En este caso, la película es un viaje a la memoria del director.

Las memorias de Cuarón son las de un homenaje a las personas que lo criaron. Es el retrato de cómo se fractura una familia. Es el derrumbe del matrimonio de Sofía (Marina de Tavira) y su esposo, un médico, que pasa a un segundo plano para centrarse en la historia de Cleo (Yalitzia Aparicio), una mujer indígena que se dedica al servicio, junto con Adela (Nancy García), y quienes son las principales responsables de los cuatro niños de la casa. Cleo es la primera en levantarse por las mañanas, para despertar a los niños y llevarlos a la escuela y la última en irse a la cama después de lavar los platos, mientras sus patrones desgastan su relación con discusiones a puerta cerrada.

“El punto de partida fue el proceso, el proceso tenía que ver con la memoria, y cuando tú te acercas a la memoria, lo haces desde el punto de vista de lo que eres ahora. Surgió justo después de Niños del hombre, pero se complicó por cuestiones personales. Aunque me parece que fue para bien porque en ese entonces tenía la semilla, pero creo que requirieron todos estos años para madurar lo que terminó siendo Roma”, explicó hace unas semanas el cineasta durante un encuentro con algunos medios mexicanos, entre ellos Crónica, antes de su viaje a Venecia.

“Sueños siempre hay, todos los tenemos. Lo que tengo claro es que todos parten de la realidad, hay un cineasta que admiro mucho, Alain Tanner, que siempre tiene en su escritorio un postick con la cita ‘la utopía despega de la realidad’, y creo que sí, así es”, agregó el cineasta en Morelia.

La base, la incertidumbre. Cuando definió cual sería la historia, el siguiente paso fue confiar en el proceso para hacerla. Uno marcado por la incertidumbre: “Es el primer proceso al que me entrego sin saber qué estaba haciendo. Hay un rechazo a cierto control que tengo de elementos, lo que sí sentía es que estaba en un universo que sí conocía. Es la primera película de la que no sabía qué iba a salir de rodarla, e incluso de editarla, de todas las demás sí sé cómo quedará el producto final”, dijo.

Y es que la reconstrucción del pasado para Cuarón fue lo más importante. Ese ejercicio de memoria lo llevó a tener un proceso de filmar de manera cronológica, “en el cine, por cuestión de presupuesto, se filma en distintos momentos, pero en esta ocasión sí era necesario hacerlo cronológicamente de una forma muy precisa, en esta película comencé a entender no el sentido melódico, sino armónico”, explicó.

“Había mucho detalle, del que se ve y se escucha. Fueron meses. En el otro proyecto (Gravity) era hablar con muchos científicos, y en este caso era memoria y memoria, y después hablar con Livo. El proceso de escritura fue el mismo que en el rodaje, es el primer proyecto en que no hago estructuras, de no ver cómo va el primer acto, o al arco dramático, sólo me senté a escribir, dejando el flujo del inconsciente. Nunca regresé a la página uno para corregir y no lo volví a leer como guion, sino que lo desglosé por necesidades. Ese guion nadie lo leyó, ni los actores, sólo yo lo hice”, agregó.

Actores. Su manera de trabajar en Roma fue una completa exploración. De forma creativa, el trabajo con los actores tuvo dos repercusiones distintas: “traté de inventar un proceso propio, que era no conocer el proceso. Todos los actores individualmente les contaba su historia hasta el momento de la película, les decía sus alianzas, con quién se llevan bien, con quién mal, a quién odian, qué secretos comparten con quién, pero no les decía información contradictoria”.

“Como casi todos eran no actores, pensaban que así se hacía siempre, el problema fue con Marina de Tavira, que es una actriz muy entrenada en el teatro, mientras los no actores estaban jugando, ella se la pasaba interpretando. Ella se descontroló muchísimo, y tardó una semana para que entendiera, tenía que fluir. La admiro porque arropó el personaje y se convirtió en ella, a veces no decía diálogos, sino que reaccionaba a la situación”, añadió.

“Decían que era como una serie de ­Netflix porque se la pasaban hablando y tratando de adivinar lo que iba a suceder después, y lo que ocurría en muchos casos es que iba en contra de sus expectativas. Hay acciones en las que los actores no sabían, y son reacciones de toma uno. Incluso los niños, si no tenían llamado para rodar, había llamado para dinámicas fuera del set, ahí también se hablaban por el nombre de los personajes”, complementó.

Aspectos técnicos. Se filmó en 65 milímetros, pero la mayoría de las personas que formaron parte del equipo técnico no conocían el guion. Sólo quien financió la cinta pudo revisar el libreto escrito por Cuarón. Luego fueron largas charlas con el equipo técnico y los actores.

“El 80 o 90 por ciento nace de memorias, eventos de los que yo fui testigo. Parte de la obsesión de esta película era reproducir a detalle estos momentos (…) La ciudad es un personaje y eventualmente te das cuenta que es el país del personaje y que esto sólo es una familia que está fluyendo en ese contexto”, dijo el cineasta, quien con este filme vuelve a tener una película mexicana desde Y tu mamá también (2001).

Además de dirigir, producir y editar la película, también debutó como director de fotografía ya que Emmanuel Chivo Lubezki no pudo acompañarlo debido a que se alargaron mucho los tiempos de preproducción. “Ya no te hagas y fotografíala tú”, le dijo Lubezki, y Cuarón le tomó la palabra porque nadie más podía tener la mirada que él quería proyectar.

“Fue una manera utópica de hacer cine. Siempre la discutimos con el Chivo. Él no la hizo pero su huella digital está, seguro él la habría hecho más bella, pero está el proceso de años. Esta película era para que él y yo nos divirtiéramos, con tiempo para diseñar y producir imágenes; aquí tuve un lujo con el tiempo”, comentó.

Y aunque replicar en un set un sector de la Ciudad de México fue una tarea titánica de la que se apoyó en Eugenio Caballero, su diseñador de arte, el escenario más complejo fue la réplica exacta de su casa donde creció: “Los mosaicos, las paredes, las columnas son tomadas de la casa original”, recordó. Para tener eso tuvo que recopilar los muebles repartidos por las distintas casas de su familia en todo el país. Cuarón explicó que la producción de Roma hace ver pequeña a la producción de Gravity.

Revelación. En palabras de Cuarón, el proceso creativo de Roma es el más complejo al que se ha enfrentado, en distintos niveles: “Primero porque es una película enorme con un equipo de trabajo mayormente joven, en un país en donde este tipo de trabajo no es común, que requiere un nivel de marcaje muy alto, entonces sí era injustamente de mi parte frustrante, porque en realidad era un equipo haciendo un trabajo más grande del que jamás habían hecho”, dijo.

“Lo que más influenció esto es que hubo un momento en donde yo no fui consciente de un proceso que pasaba dentro de mí, que mucho de mi malestar tenía que ver con lo que hacía, porque estaba reconstruyendo no sólo una época de mi vida, con sus cicatrices, sino que también me acercaba a la historia de mi país, y me di cuenta que las cosas no sólo no han cambiado sino que han empeorado (…) La transformación esconde la verdadera cara de la sociedad, y esa metáfora se dio a nivel personal, es decir, esas cicatrices no han cambiado sino que han perdurado. Fue un proceso duro, porque era personal, era amoroso”, añadió.

¿Qué sigue para Cuarón? “Me queda claro que quiero hacer películas que no sé cómo hacer, porque ir a un set y saber lo que vas a hacer con mucha seguridad, se convierte como trabajo en la oficina (…) Si me preguntas qué voy a hacer ahora, no tengo ni idea, sólo sé que no quiero hacer nada de lo que haya hecho antes”.

Netflix informó que Roma se exhibirá a partir del 21 de noviembre en Cineteca Nacional, Cinemanía y Cine Tonalá en Ciudad de México. Además lanzó un desafío a Cinépolis y Cinemex para llegar a un acuerdo en su proyección a nivel comercial. Al mismo tiempo se estrenará en Los Ángeles y Nueva York. Otras ciudades de los Estados Unidos, Toronto y Londres iniciarán funciones el 29 de este mes y una veintena de otros países el 5 de diciembre.