Mujeres, las primeras matemáticas de la historia, según la conjetura Zaslavsky
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Mujeres, las primeras matemáticas de la historia, según la conjetura Zaslavsky

Un hueso con muescas, así como la teoría de una etnomatemática estadounidense explican el pensamiento matemático en el ser humano.


Mujeres, las primeras matemáticas de la historia, según la conjetura Zaslavsky | El Imparcial de Oaxaca

Un hueso de poco más de 10 cm hallado en África podría tener la clave del origen de uno de los rasgos principales de la mente humana: la capacidad de pensamiento matemático.

El llamado hueso Ishango, que tiene una antigüedad aproximada de 20 mil años y se exhibe actualmente en Bélgica, podría demostrar que los primeros registros matemáticos conocidos fueron realizados por mujeres.

Ésa es la hipótesis que ha venido difundiendo en diversos artículos el investigador español Francisco A. González Redondo, profesor de Historia de la Ciencia en la Universidad Complutense de Madrid, UCM.

“Lo que nos preguntamos es si los primeros homo sapiens que sintieron la necesidad vital de hacer recuentos matemáticos no serían mujeres”, señaló el académico a BBC Mundo.

El hueso Ishango contiene una serie de muescas que habrían sido registradas por mujeres, según una interpretación conocida como la “conjetura Zaslavsky”.

Y esa hipótesis estaría reforzada, según González Redondo, por piezas halladas en la Cueva de Altamira, en el norte de España.

Claudia Zaslavsky
“La expresión ‘Conjetura Zaslavsky’ es una aportación original que presentamos con dos colegas por primera vez en un artículo publicado en la revista Dynamis en 2010”, señaló González Redondo.

“Claudia Zaslavsky fue una etnomatemática estadounidense especialmente interesada en destacar que África cuenta, en el doble sentido de que debe ser tenida en cuenta, y de que allí se contó a la vez o antes que en Europa”.

Fue Zaslavsky quien interpretó en forma original el significado del hueso Ishango, que fue hallado en 1960 en la localidad de Ishango, en las proximidades del Lago Eduardo en lo que en ese entonces era el Congo Belga.

La etnomatemática planteó la posibilidad de que las muescas en el hueso no representaran solo períodos lunares, como se creía, sino ciclos menstruales.

168 muescas
El hueso Ishango, que consiste en un hueso marrón (el peroné de un babuino), se exhibe de forma permanente en el Real Instituto Belga de Ciencias Naturales, en Bruselas.

El hueso presenta 168 incisiones transversales dispuestas en diferentes agrupaciones, separadas entre sí a lo largo de tres columnas.

“Teniendo en cuenta que en dos de las columnas hay 60 muescas, que en la tercera hay 48, y que 60+60+48=168, es decir, 6 veces 28, Zaslavsky se preguntó si no podría tratarse de un recuento de seis ciclos menstruales, si la decoración del hueso no sería obra de una mujer, y si, por tanto, no habría que asumir que las primeras personas que registraron el pensamiento matemático fueron mujeres”, explicó González Redondo.

“Se trata de una conjetura plausible, razonable, pero que habría que corroborar analizando y datando un número considerable de piezas que muestren agrupaciones de en torno a 28-30 muescas, en África, en Europa y en el resto del mundo. En esa tarea estamos, intentando aportar fundamento a la conjetura”.

“Para una mujer resulta vital”
La novedad que aporta la ‘conjetura Zaslavsky’, según González Redondo, es que invita a los investigadores a buscar agrupaciones de 28 marcas (o múltiplos de 28), duración aproximada de un ciclo menstrual, y a reinterpretar piezas que hasta ahora se había asumido correspondían únicamente a recuentos de meses lunares.

Algunos ejemplos son el llamado colgante D´Enfer, de unos 30.000 años, encontrado en la localidad de Gorge d’Enfer (Francia), que presenta muescas en paralelo en sus bordes.

Otro ejemplo es el colgante de Morín, hallado en Cantabria, en el norte de España, que está grabado con una serie armónica de unas 30 muescas transversales en paralelo.

“La conjetura también nos exige situarnos en el contexto de unas tribus nómadas con un horizonte vital de menos de treinta años, que viven de la recolección y del carroñeo, más fácil y menos peligroso que la caza, y ello varios miles de años antes de que se descubriese la posibilidad de domesticar plantas, cultivar y sedentarizarse”, agregó el investigador de la UCM.

“Para una mujer resulta de vida o muerte saberse embarazada y poder calcular en qué momento de los desplazamientos pudiera producirse el parto”.

“Pues no es lo mismo que esto vaya a suceder en la seguridad de una cueva que en mitad de una migración por la sabana al alcance de carnívoros predadores”.

Colgantes de Altamira
González Redondo cree que una colección de piezas halladas en Altamira refuerza la conjetura Zaslavsky.

“Se trata de cuatro piezas elaboradas a partir de hueso hioides de caballo, que, aunque algunas de ellas están deterioradas y la decoración quedó inconclusa, parecen reunir todos los ingredientes hacia la corroboración de la conjetura”.

“En primer lugar, la persona que preparó las cuatro plaquitas determinó una misma decoración para todas, repitiendo el mismo motivo en las ocho caras, lo que implica haber hecho tanto un recuento de los trazos realizados, como una correspondencia uno a uno entre los grupos de más o menos 30 trazos”.

Las piezas conformarían según el investigador una unidad de expresión compuesta de ocho unidades.

“¿Se pretendió llevar el recuento de un embarazo caracterizado por los ocho meses que restan hasta el parto, aproximadamente, desde la constatación de la primera falta? ¿A qué varón (en el Paleolítico o del siglo XXI) le habría resultado “relevante” preparar estas piezas y concebir y realizar este recuento? ¿Qué varón (del siglo XXI) perdería ese tiempo tan precioso de esa manera, en una vida tan corta?”

“Interpretación muy moderna”
Otros investigadores tienen una interpretación diferente sobre la conjetura Zaslavsky y el hueso Ishango.

“La capacidad de contar e incluso otras manifestaciones de pensamiento matemático se remontan sin duda a 40 mil, 60 mil o probablemente 100 mil años atrás”, señaló a BBC Mundo la arqueóloga Jill Cook, jefa del departamento británico, europeo y de prehistoria del Museo Británico en Londres.

“En eso estoy de acuerdo con Francisco”.

Pero Cook opina que no es posible atribuir piezas como el hueso Ishango a una actividad en particular.

“Que sea un registro de ciclos menstruales es una posibilidad, es cierto, pero en mi opinión esa idea se basa en una interpretación muy moderna de la salud de las mujeres. En las comunidades cazadoras las mujeres daban de mamar por mucho más tiempo y había períodos de hambre, por lo que los ciclos menstruales seguramente no eran regulares”.

Para Cook, “la conjetura Zaslavsky es una idea que no podemos probar como cierta o errada, hay otras hipótesis. No tenemos una piedra de Rosetta para traducir los símbolos de ese período por lo que no podemos decir en forma definitiva que determinada hipótesis sea la correcta”.

“Es cuestión de tiempo”
González Redondo reconoce que su interpretación es conjetural.

Pero cree que los historiadores deben comenzar a preguntarse si registros simbólicos de pensamiento, en arte o matemáticas, que en general se atribuyen a hombres, no podrían tener autoría de los dos sexos.

Para el investigador español, es importante entender además que el homo sapiens no “adquirió” capacidades matemáticas al llegar a Europa, “sino que las tenía desde que nuestra especie surgió en África”.

Homo sapiens surgió en África hace unos 200.000 años según los antropólogos y no comenzó a distribuirse por Eurasia sino hasta hace unos 100.000 años.

Para González Redondo, “si todos los ejemplares actuales de nuestra especie (seamos descendientes de los que salieron de África hace 100.000 años o de los que se quedaron allí), tenemos la capacidad de pensar matemáticamente, es cuestión de tiempo que encontremos piezas con ese tipo de registro con una antigüedad de 150.000-180.000 años … porque la capacidad ya la teníamos”.


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