China, a punto de ser la primera en tocar la cara oculta de la Luna
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China, a punto de ser la primera en tocar la cara oculta de la Luna

La Administración Espacial Nacional China (CNSA) efectuará el primer aterrizaje de la historia en la cara oculta del satélite. A comienzos de enero posará el robot de exploración Chang’e-4 en el cráter Von Kármán.


China, a punto de ser la primera en tocar la cara oculta de la Luna | El Imparcial de Oaxaca

La Administración Espacial Nacional China (CNSA) efectuará el primer aterrizaje de la historia en la cara oculta de la Luna. Está previsto que, a comienzos de enero, pose el robot de exploración Chang’e-4 en el cráter Von Kármán, de 177 kilómetros de diámetro y que se encuentra en la cuenca del polo sur-Aitken, un gigantesco cráter de impacto de 2.500 kilómetros de diámetro y que es el mayor de la Luna. Toda esta zona se caracteriza por tener una composición distinta a la de otros lugares debido a la salida de materiales desde el interior del satélite a la superficie tras el impacto que originó la formación.

Esta región científicamente fascinante podría proporcionar datos inestimables sobre cómo se formó y evolucionó la Luna, ya que el manto –la región situada entre la superficie y el núcleo– está expuesto en ese lugar, ha explicado a ABC Bernard Foing, director del Grupo Lunar Internacional de la Agencia Espacial Europea (ESA).

¿Por qué la cara oculta es distinta?
Según este experto, que ha colaborado con la misión de la CNSA, el Chang’e-4 tendrá como principal objetivo explorar una cara oculta de la Luna que «tiene una superficie mucho más antigua que el lado cercano y una corteza más gruesa», por motivos que se desconocen: «Esta dicotomía sigue siendo un misterio, pero las mediciones geoquímicas de Chang’e-4 pueden dar pistas».

El róver, que ahora está en la órbita de la Luna, va equipado con cámaras, un radar de penetración para el subsuelo, capaz de adentrarse 100 metros y de buscar estructuras, y dos espectrómetros para analizar la firma química del terreno. Además, estudiará los efectos del viento solar y simulará observaciones radioastronómicas.

«La cara oculta de la Luna, libre de ruido de radio terrestre, abre una ventana totalmente nueva para hacer radioastronomía de muy baja frecuencia, lo que es una promesa para cosmología futura y observaciones astronómicas», ha explicado Foing.

Por último, el Chang’e-4 transporta huevos de gusano de seda y semillas para analizar su desarrollo en la baja gravedad del satélite.

Un paso en una gran campaña
En conjunto, el experto de la ESA ha considerado que «la misión Chang’e-4 avanzará la madurez técnica para futuros aterrizajes robóticos y humanos». En efecto, se validarán futuras tecnologías de aterrizaje, se mejorarán las operaciones con robots y las complejas comunicaciones en la cara oculta de la Luna.

Esto es relevante porque el alunizaje del Chang’e-4 solo es el paso más inmediato de una ambiciosa campaña en la que los chinos pretenden instalar una base robótica en el polo sur de la Luna. Mientras que China prepara las misiones Chang´e-5 y 6 para traer muestras desde el satélite, tan pronto como en 2019 habrá varios alunizajes más. Se esperan dos misiones de aterrizaje, una impulsada por el gobierno indio y otra por la compañía israelí SpaceIL. Mientras tanto, 11 compañías ya desarrollan robots para la NASA y podrían tenerlos listos entre 2019 y 2021.

En paralelo, según Foing, se está avanzando en el «desarrollo de cohetes seguros y asequibles, en infraestructuras de apoyo, aterrizaje de naves espaciales más grandes, sistemas de supervivencia y asociación de robots y humanos, sistemas de soporte vital, uso de recursos locales (como suelo y hielo polar) y participación de múltiples usuarios para una presencia permanente y sostenible de la humanidad en la Luna». Además, ya se trabaja a nivel internacional en una estación espacial orbitar lunar permanente.

El polo sur del satélite, a 1.500 kilómetros de donde alunizará la Chang´e-4, tendrá una importancia fundamental. Esta será una de las zonas de especial interés debido a la presencia de agua helada, que podría ser usada por astronautas o incluso como fuente de combustible para cohetes.