Ignoran Ley de Voluntad Anticipada en Oaxaca
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Ignoran Ley de Voluntad Anticipada en Oaxaca

Familiares de pacientes en fase terminal aseguran que debido a sus creencias y educación no pueden siquiera pensar en terminar con la vida de sus familiares, aunque ello conlleve un mayor sufrimiento.


Ignoran Ley de Voluntad Anticipada en Oaxaca | El Imparcial de Oaxaca

Las madrugadas transcurren entre el patio del hospital y el asiento trasero del viejo Sedan que le sirve de cama cuando el cansancio hace estragos a este hombre de 45 años de edad.

Su compañera de vida desde hace 25 años permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos desde hace tres semanas, el cáncer gástrico (de estómago) ha llegado a la etapa crítica y con ello un gran sufrimiento familiar.

El desgaste económico los ha orillado a vender el único patrimonio que guardaban. Nada se volvieron 250 mil pesos obtenidos de la venta de un terreno de siembra en la comunidad de la Pe, Ejutla de Crespo.

Entre transporte y médicos particulares agotaron su dinero, como bien dice Mario, “ya solo nos queda para el sepelio”.

El señor Mario ha vivido junto a su esposa los indescriptibles dolores y hemorragias que siempre terminan en la cama de un hospital de urgencias, sin embargo, no conoce nada de la Ley de Voluntad Anticipada.

Desde el diagnóstico de la enfermedad, los médicos no le han hablado de la posibilidad de no postergar el sufrimiento de su esposa.

Aunque el vaso de café de máquina que se compró para pasar el tiempo ya no está caliente, tiene el hábito de soplar, de contemplar el líquido oscuro y sorberlo poco a poco.

El hombre relata con tristeza:
-No quisiera que mi esposa se muriera, bueno nadie quiere que un ser querido se nos muera, pero tampoco se puede vivir así – reflexiona.

Para el hombre dedicado a la siembra de maíz de temporal, no es digno tener a una persona con hemorragias internas, dolores insoportables y noches sin poder conciliar el sueño.

Y en efecto, el desgaste físico y emocional no sólo afecta al enfermo, sino a la familia, su complexión es delgada, rostro ajado, cansado, con un estado de ánimo inestable, irritable con regularidad; “pero mi hija está en la

Universidad del Mar y no puedo obligarla a que pierda el año”, reflexiona.

Mientras el hombre se lamenta, Lucía, de 40 años, permanece sedada en una de las camas del hospital Aurelio Valdivieso, pero no hay mayor tratamiento, ni muchas esperanzas de vida. “Dios dirá cuando la recoge”, admite el primogénito de la familia Orozco.

Y es que aún y cuando han pasado dos años de la entrada en vigor de la Ley de Voluntad Anticipada en Oaxaca, en el sector salud del estado, desconocen el alcance de la norma y con ello carecen de una estrategia de socialización.

De acuerdo al artículo 2 de la Ley de Voluntad Anticipada para el estado de Oaxaca.

Toda persona, en cualquier tiempo podrá manifestar su voluntad anticipada de manera expresa, libre e informada, en los términos de la presente Ley, para someterse o no a los tratamientos médicos en caso de padecer una enfermedad no curable o en situación terminal, conservando en todo tiempo el derecho a retractarse.

Pero también, el artículo 5 de la citada ley establece que toda persona, en pleno uso de sus facultades mentales, en cualquier momento e independientemente de su estado de salud, puede realizar ante un notario o ante la Institución de Salud, con dos testigos, su declaración de voluntad anticipada, el cual puede ser revocado en cualquier momento.

Los gastos de enfermera por lo menos 8 horas al día, medicamentos y revisión médica representan una erogación semanal que la familia absorbe sin reclamos, ni regateos.

Profesionistas, los hijos comparten los gastos por la enfermedad de su padre.

Aunque tratan que los padecimientos crónicos no afecten su vida diaria, es difícil como lo revela, Horacio.

El despertar varias veces a lo largo de la noche y levantarse temprano para ir al trabajo ha complicado la situación laboral de ambos hermanos, pero sus creencias religiosas, les impiden pensar siquiera en la Ley de Voluntad Anticipada.

Y es que aunque conocían las posibilidades de recurrir a los cuidados paliativos, ni la madre, ni los hijos lo consideraron correcto.

Para ellos el padecimiento de Julián, quien a sus 72 años permanece conectado a un aparato, lo tienen que vivir juntos, la enfermedad de su progenitor les ha servido para reforzar la unidad familiar y esperar pacientemente lo inevitable.

“Tal vez la ley si exista y sea una posibilidad, pero también influye mucho la religión y la forma de criarnos, sabemos que es un doble desgaste y hay ocasiones en que sientes desfallecer, pero sigues, porque tu padre, no te abandonó en ninguna circunstancia”, se sincera.

Y como mi caso, muchos, expone Horacio, quien divide el día entre el trabajo del despacho arquitectónico y la casa de la familia, en los últimos meses no sale a divertirse con los amigos y muchos menos ha logrado entablar una relación de pareja.

“Algún día, mis tíos y primos entenderán el porqué lo hacemos y sobre todo, el motivo por el cual no le dices al médico que termine con el padecimiento de un ser querido; eso sólo lo sabe quien lo vive y sufre todos los días, nadie más”, cierra la charla con tristeza.


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