Invita José Villalobos a 'Mirar la tierra'
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Arte y Cultura

Invita José Villalobos a ‘Mirar la tierra’

El artista originario de Ciudad Ixtepec considera que en las trayectorias diarias hay algo trascendental, pero que la contaminación visual ha ocultado


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En el año 2010, José Villalobos (Ciudad Ixtepec, Oaxaca, 1950) tuvo sus últimas exposiciones pictóricas individuales en Oaxaca: en la galería Quetzalli (con Almanaque, presagios del tiempo) y en la Casa de la Cultura Oaxaqueña (con la muestra Territorios). Sin embargo, el año pasado su obra fue parte de una muestra colectiva del Taller Soruco, que se presentó en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca.

A principios de 2017, expuso Horizontes imaginarios en la Ciudad de México, además de que compartió Diacronía (escultura monumental) como parte de una comisión para la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Este 16 de diciembre, a mediodía, Villalobos comparte su trabajo en la ciudad de Oaxaca. Será en la bodega de la galería Quetzalli, con la que ha trabajado varios años, donde exhibe 20 piezas en distintos formatos, y que abarcan un periodo de producción de 1996 hasta 2017. La exposición representa el retorno de uno de los impulsores de la creación del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca a las galerías de su estado.

Mirar la tierra es el título de la muestra en la que —adelanta— no se trata de una “mirada de esas con mayúsculas que uno piensa en el planeta Tierra”. Lo que sí, es “una mirada muy a flor del individuo que camina un territorio y que se desplaza en ese territorio haciendo su vida cotidiana, va al trabajo, hace sus cosas y en ese inter se encuentra todas estas imágenes que logra ver en sus trayectorias”.

¿Cómo establece un discernimiento entre una imagen y otra? ¿Por cuáles de estas imágenes se ve impactado este individuo y por cuáles no? Esas son las preguntas con que José Villalobos abre la reflexión en su serie, ya que piensa en las cosas de la vida cotidiana como algo trascendental.

“Por ejemplo: ¿cómo el rayo de sol penetra una copa de un árbol y hace un dibujo en claroscuro en el piso de este árbol? Y ¿cómo en el transcurso del día el sol se mueve y lo que era un dibujo inicial se ve modificado? O ¿cómo el viento mueve las hojas y el dibujo también se ve modificado? Esto que puede ser un gran espectáculo puede pasar desapercibido para mucha gente y un poco la reflexión es en torno a eso, a cómo las cosas más sencillas que existen en la vida pueden realmente significar muchísimo para un individuo”.

En la actualidad, Villalobos percibe una saturación visual debido a los espectaculares, los anuncios luminosos y los grandes letreros, a veces con colores estridentes. Y eso lo lleva a pensar en ¿cómo (estos anuncios) nos coartan la posibilidad de ver un guijarro en una esquina e identificar este color grisáceo verdoso que tiene el guijarro y poderlo valorar como lo que es, como una piedra, un elemento de la propia naturaleza?

Por ello, con su exposición trata de rescatar estas inquietudes intelectuales, para ver también las erosiones en el paisaje, producto de la lluvia o el viento y traerlas a su trabajo.

LA EXPLORACIÓN DEL COLOR

José Villalobos es un oaxaqueño cuya obra ha sido expuesta en diversas partes del país como Ciudad de México, Jalisco, Puebla, Baja California y Zacatecas. Además de presentarse en el extranjero (Estados Unidos, Italia, España y Alemania). Su obra, caracterizada por la abstracción y la reflexión sobre el paisaje, es una que le ha llevado a una búsqueda constante del color.

Él mismo relata que un día, en su taller, se percibe arrogante y modesto a la vez, mientras prepara un color que vio en el camino. Sin embargo, no se siente a gusto con el primer resultado de su búsqueda.

¿Qué hay de esa exploración?

El color también permanece en la memoria, para mí ver el paisaje, sin necesidad de tomar una foto —porque no es la idea de registrar un paisaje tal cual, sino quedarme con la idea del paisaje, la idea del color, la idea de la sombra, la idea de cómo se refleja eso—. Yo decía que cuando estoy en el taller quiero recordar un color que vi en un lugar determinado y me avoco a tratar de rescatar ese color, de imaginármelo otra vez como lo vi, a partir de mi experiencia; entonces trato de acercarme a ese color. No siempre es posible, vuelvo a pasar en el mismo lugar y descubro que el color que tengo en la memoria ya no es el que estoy viendo. No sé si porque estoy en otra época del año o porque llovió y se modificó (…) Y esa es la búsqueda y esa es la reflexión en torno a mi propio trabajo”.

José Villalobos es uno de los artistas cuya obra fue seleccionada para la Bienal de Pintura Rufino Tamayo, en su tercera edición. De ahí que su obra fuera parte de la exposición que se montó en 1986 en el Museo Rufino Tamayo, en la Ciudad de México.

Tomando en cuenta esta participación, ¿cómo percibe la pintura en la actualidad?

El arte hoy día se ha movido del arte pictórico a otras áreas, a otros lenguajes inclusive, resulta entonces que hay todo un conjunto de voces que hablan de la modernización de la bienal, que no debería ser solamente de pintura, sino de los nuevos lenguajes. Pero eso iría totalmente en contra de la tesis de Tamayo; Tamayo era básicamente pintor y todavía existen en el país y en el mundo trabajos pictóricos de manera importante y fuerte. Esa es la gran contradicción, si deja de ser una bienal de pintura y se transforma en una bienal de arte donde pueden entrar todas las disciplinas, creo que ahí sí entraríamos en un proceso bastante complicado, sobre todo para un jurado que haga una selección de eso.

Villalobos define su trabajo fundamentalmente pictórico: “Despierto cada mañana y mi principal reto es frente a una tela y utilizando los colores tradicionales, el óleo principalmente, y esa es mi materia de trabajo”.

A veces, dice, incursiona en otras disciplinas como la escultura, aunque el lenguaje es el mismo. Este año, una de sus comisiones fue la escultura Diacronía, en la que planteó la convivencia de lo contemporáneo con lo tradicional.

“En este caso es una escultura totalmente contemporánea en un espacio de arquitectura del siglo XVIII (…) y convive con un espacio de este tipo”.

Este sábado a mediodía, José Villalobos inaugura la exposición Mirar la tierra, en la bodega de la galería Quetzalli (Murguía 400, centro). La muestra es una especie de revisión de su trabajo en casi cuatro décadas. Y aunque desconoce hacia dónde va su trabajo luego de esa revisión, cree que habrá cambios fuertes.

“Pero no termino por decidir hacia dónde voy a moverme”, finaliza.


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