De muertos a muertos, la celebración en Oaxaca
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De muertos a muertos, la celebración en Oaxaca

Entre flores de cempasúchil, de la comida y del incienso, los visitantes (vivos y muertos) recorren las calles de la ciudad


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“Hay muchos muertos”, dice una clienta mientras espera su orden de tacos en un puesto del centro de la ciudad. Luego aclara: es que hay mucha gente. —¿Y van a tener puente?— le pregunta una de las encargadas del negocio. —Sí, pero mañana (1 de noviembre) tenemos que trabajar medio día.

Son alrededor de las 11:00 horas, y mientras se recorren las calles del centro se percibe los aromas del cempasúchil y la borla, dos flores imprescindibles en la celebración a la muerte que se hace del 31 de octubre al 2 de noviembre. La convivencia que año con año se acostumbra por la visita de los difuntos a sus familias ha llegado a los negocios y otros sitios. Con papel picado, frutas (en especial caña, mandarinas, tejocotes y jícamas), incienso y mucha comida, varios altares se convierten en el atractivo de los visitantes.

Una calle adelante, sobre el llamado Andador Turístico, una banda de música comienza a tocar. Junto a ella, padres de familia esperan las indicaciones para que la comparsa inicie el recorrido. Fotos y más fotos, pero también videos, abundan entre los curiosos que quieren llevarse una imagen de los infantes disfrazados.

Cerca de ellos, en la misma calle Macedonio Alcalá, una catrina de varios metros de altura es la atracción. Mientras algunos aprovechan para tomarse la foto con el personaje inspirado en la obra del grabador José Guadalupe Posadas, otros más deciden entrar a la biblioteca. Atraídos por el marco de flores de cempasúchil y las borlas, ingresan para conocer cómo son los altares en las diferentes regiones del estado.

Pasado el primer marco, el de la fachada, otro es el que los conduce hacia el patio central de la biblioteca que el domingo cumplió 32 años en ese sitio.

El que recibe a los visitantes, vivos y difuntos, es un altar de la región del Istmo, donde los sismos del mes de septiembre (del 7, 19) dejaron varios daños y muertos (decenas, en el caso de estos últimos). De todos, es el más grande, aunque compite en tamaño el de la región Mixteca, también afectada por los terremotos. Ambos están en la planta baja del inmueble que ya se encuentra sin servicios de biblioteca y pareciera ser uno con usos distintos a la consulta de libros. Dos visitantes, al parecer nacionales, pasan y preguntan a la vigilante: “¿Qué lugar es aquí?”. —La Biblioteca Pública Central— les responde.

Sobre un petate, de los que hacen en la región Mixteca, hay cocos, un bote de aceite marca Patrona, dulces regionales, plátano macho y trozos de caña. Tras él, el altar del Istmo, adornado con cortinas moradas (que según la explicación es con la que se recibe a las personas que murieron siendo jóvenes). En esta pieza, destacan los escalones que dan al altar esa forma piramidal.

Atrás, siguiendo los pasillos, hay más altares, por ejemplo, el de la Mixteca, región donde según la creencia los difuntos pueden traer la prosperidad o la desdicha, dependiendo si les resulta satisfactoria la forma en que sus familiares cumplieron con los ritos de la fecha.

Con retratos de la creadora de las Chinas Oaxaqueñas, Genoveva Medina, del músico y compositor Narciso Lico Carrillo, de la periodista Arcelia Yañiz y del excronista de la ciudad de Oaxaca, Rubén Vasconcelos Beltrán, el altar de Valles Centrales honra la memoria y legado de estos personajes de la cultura.

Sin embargo, también están el de la Sierra Norte y Sierra Sur, uno con sus panes que simulan a los difuntos (de brazos cruzados) o las  coronas de cucharilla.

Pero el recorrido sigue, al subir las escaleras y pasar junto a un grupo de “calacas lectoras” se observa el altar de la Costa, conformado por cinco escalones que a su vez están cubiertos por un mantel hecho en telar de cintura. Los panes de muerto (en forma de difuntos con sus brazos cruzados), son acompañados por dulces para la ocasión y muchas flores que al final son llevadas al panteón.

En esta segunda planta de la biblioteca también están los altares de la Cuenca del Papaloápam y Cañada, con los que finaliza el recorrido. Sin embargo, los visitantes podrán seguir por otras calles de la ciudad, donde el aroma del cempasúchil y el ambiente de celebración a la muerte se perciben con mucha vida.


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