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Arte y Cultura

Ventana Fotográfica: 1X300

Prohibida la entrada y mucho más la salida. Lo que fue, fue. Lo que no fue, ya no será.


Ventana Fotográfica: 1X300 | El Imparcial de Oaxaca
Al olvido. Fotografía de Rosalba Bustamante. ©

Ni que digan; nadie puede pasar; la puerta sin aldaba está bien cerrada, con tres vueltas de cadena y un candado. Prohibida la entrada y mucho más la salida. Lo que fue, fue. Lo que no fue, ya no será.

El tiempo ha sellado sus dos hojas para que no anden aleteando cerca las mariposas de la memoria, las que luego se encaprichan y envalentonan, y van por ahí diciendo cosas inventadas acerca del pasado. Puras fantasías, puros desvaríos que asaltan a los caminantes solitarios que transitan al azar por esos caminos. La puerta los atrae como un minarete o un acertijo a resolver: se acercan, salvan con sumo cuidado el desnivel para no patinar en los guijarros sueltos y se detienen luego a repasar las vetas de la madera, como si pudieran descifrar los secretos de esos parajes que se yerguen a la vera de las jacarandas y al calor de olvido.

Todo se ha desmoronado alrededor, cierto, pero no importa demasiado porque la puerta sigue ahí, parada, como reminiscencia silente de su función primigenia, la de centinela que veló por años el flujo de los andantes y de los sueños: damiselas de crinolinas sin himen, hacendados a pie con espuelas de plata, sombras camino al bosque huyendo de la muerte, forasteros con pistolas y monedas de oro, curas en hogueras, sepultadores de diablos y angelitos al repique de las campanas. Incluso, dicen las mariposas que aletean por ahí, Saramago se fijó alguna vez en esa puerta; es más, aseveran que esa es la puerta del rey ante la cual se postró durante buenos días y buenas noches un hombre misterioso sin nombre que le pidió, hasta conseguirlo, un barco y también una vela para zarpar e ir a descubrir con su amada la isla del mar todavía desconocida.