México ya es una nota roja
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Arte y Cultura

México ya es una nota roja

El autor de La octava plaga percibe un país envuelto en el crimen organizado, donde el periodismo policiaco se ha volcado -por lógica- sobre esa realidad


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Por varios años, Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972) ha ejercido el periodismo, pero también la escritura a través de la ficción, mediante el cuento y la novela. Como uno de los referentes de la literatura de horror en el México contemporáneo, el autor de La octava plaga (Almadía, 2017) reconoce una realidad violenta que ha hecho del país una nota roja.

Sin embargo, intenta alejarse de eso y optar por la ficción para hablar del periodismo policiaco y sus obsesiones, como se puede distinguir en este libro, el primero de la saga Casasola (los otros títulos son: Toda la sangre y Carne de ataúd).

Esquinca, quien nos adentra en la vida de un reportero que pasa de la fuente cultural a la policiaca (Casasola) utiliza el libro para explorar el mundo fantástico, pero también para llevarnos a la reflexión de la nota roja, “un género que tanto ha venido a menos” desde su época dorada, durante mediados del siglo XX.

Y es que luego de abrir el campo a grandes reporteros de este género, ahora es una cuestión más dedicada al morbo inmediato, sin tanto seguimiento a la nota profunda o el gran reportaje, considera.

Sin embargo, reconoce que la nota roja cumple una cuestión importante de testimonio social, “que nos permite asomarnos al lado oscuro de la sociedad para intentar entender parte de esta complejidad que tenemos como seres humanos”.

Esa complejidad a la que alude está vinculada al morbo, donde el espectador se siente a salvo al saberse testigo y no víctima o protagonista del hecho.

Asimismo, que la nota roja es un reflejo fiel de la cotidianidad, una que en México se ha tornado tan violenta al grado de convertir al país en “una nota roja”, donde el ejercicio del periodismo policiaco se ha enfocado en el crimen organizado, “que es lo que ha copado todos los rincones”.
Para Esquinca, la que se vive es la época gobernada por el crimen organizado y eso es lo que se refleja.

Pese a ello, el autor de La octava plaga intenta hacer otra cosa, no replicar la realidad. Así, la nota roja que aparece en su novela y en la saga se relaciona con temas fantásticos, como la asesina de los moteles, que acaba con sus amantes durante el acto sexual, como si se tratara de una mantis religiosa.

SUS OBSESIONES EN LA LITERATURA

El pasado viernes, Bernardo Esquinca presentó La octava plaga en la ciudad de Oaxaca. La novela, primera de la saga Casasola nace de su obsesión, miedo y fobia hacia los insectos, esos seres desconocidos que le representan el ejemplo más radical de la otredad, de lo desconocido y de la lucha entre especies.

“Nosotros somos los que hemos invadido los lugares donde viven (los insectos) y luego los vemos a ellos como una plaga, pero es algo absurdo, porque nos hemos puesto en su hábitat y ellos están haciendo lo lógico, que es luchar por su supervivencia”.

Para su novela, el escritor tapatío recurrió al plano de la religión, donde se alude a las 10 plagas de Egipto.

Originalmente, la novela se llamaba El síndrome de Egipto, como uno de los capítulos, pues recurre al fenómeno en el que los insectos, mediante sus impulsos químicos, controlan las mentes de las personas -como lo hacen con otras especies en el mundo real.

“En la novela, el entomólogo Esteban Taboada, que es quien conoce este fenómeno como nadie, lo denomina así: la octava plaga o el Síndrome de Egipto porque en la trama bíblica la octava plaga es la de las langostas, una invasión brutal de estos bichos que se comen las cosechas y los pobres egipcios -que están sufriendo una calamidad tras otra- la padecen”.

En el libro, Esquinca lleva la lucha de especies a una metáfora radical, al terreno de la fantasía.

PERIODISMO POLICIACO E INFLUENCIA

Además de hablar de insectos, el alter ego de Esquinca se hace presente con el reportero Casasola, quien es el encargado de investigar una serie de asesinatos para conservar su trabajo, al tiempo que atraviesa un divorcio. No obstante, también rinde homenaje a figuras que han dejado huella en el periodismo policiaco.

“El personaje de El Griego, que aparece en la novela, es un homenaje a Enrique Metinides, el fotógrafo más importante de nota roja que hemos tenido y que ahora es un ícono a nivel mundial, que expone sus fotografías en las galerías más importantes”, cuenta el autor.

Hablar de la octava plaga, de sus guiños al plano religioso o a otros de la literatura, remite también a Kafka, un autor del que Esquinca descarta influencia directa, pero que como todo gran clásico, la obra La Metamorfosis está en el inconsciente de todos, “porque está tan asimilada esa gran fábula de Kafka, está tan reproducida en todos lados que por supuesto permea”.

“No fue una de mis influencias, pero sin duda está ahí, es inevitable, es la piedra angular de muchas cosas la narrativa de Kafka y en concreto La Metamorfosis”, finaliza.


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