Juan Carlos Carrasco: “No vivo del cine, vivo para hacerlo”
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Arte y Cultura

Juan Carlos Carrasco: “No vivo del cine, vivo para hacerlo”

En El amor no puede esperar, protagonizada por Mónica Huarte y Adal Ramones, el cineasta recrea una historia de amor rodeada por la atmósfera de un videoclub


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Juan Carlos Carrasco compara los tiempos del cine y sus riesgos con el de la pareja de su cuarta película. Tal parece que así como el título del largometraje, El amor no puede esperar, tampoco pudo su idea, la que aunque se filmó en un día, tuvo que poner fin a esos años de preparación y de búsqueda de recursos para hacerla.

El director y guionista mexicano que debutó con Santos peregrinos (2004) ha justificado así la grabación y lanzamiento del filme, un plano secuencia (una sola toma) de casi 80 minutos para el que hasta uno de los actores cooperó con el catering.

Protagonizada por Mónica Huarte (Viri) y Adal Ramones (Agustín), la trama se centra en dos personajes que hablan de las películas que han marcado sus vidas, ya sea porque les recuerdan el día más feliz y triste de esta o porque los hacen reflexionar sobre el amor, los príncipes azules o los celestes.

Ha dicho que esta película tenía que filmarse ahora o que quizá nunca la haría, ¿cómo se siente con el resultado?
—Estoy muy contento. Normalmente, la gente reacciona muy bien. La película es como de niñas; las mujeres mayores de 35 reaccionan increíble. Les gusta mucho, y está padre, es lo que es: una comedia romántica. Para mí era muy importante que los diálogos se entendieran.

¿Está preparado para que, como mencionó, la vayan “destrozando de a poquito”?
—Pues en algún momento alguien va a decir que es una babosada o alguien más que está bien padre. Es lo que pasa con todos; me pasó con Santos peregrinos, que a mucha gente no le gusta y a mucha sí. Por algo fue la película más pirateada en México, en diciembre de 2004.
¿Qué implica hacer cine en México?
—Es una pesadilla, es muy difícil, es muy caro, es un acto de fe y una necedad. Te tiene que mover mucho querer hacerlo y no estar buscando las retribuciones económicas porque entonces no haces el cine que quieres. Si quieres hacer el cine que quieres, tienes que sufrir un poco más. El camino del artista es siempre el sufrimiento.
¿Es amor al arte?
—¡Sí, claro! Yo hago comerciales para vivir, me rento para vivir. No vivo del cine, vivo para hacerlo.
El Instituto Mexicano de Cinematografía señala un aumento en las producciones nacionales, ¿pero qué cree que pasa con todas las producciones? ¿Llegan a sus públicos?
—No. Lo que está mal es el proceso de distribución. México no tiene cadena de distribución para cine mexicano. Si llegas al cine con tus tres hijos y estuviste bombardeado tres meses con comerciales de Capitán América, van a entrar a ver esa, aunque estén las películas muy buenas para niños como Nikteo El americano. Pero no tienen la misma publicidad. Y no es culpa del niño ni del papá, es culpa de Cinépolis, Cinemex y las cadenas que no le dan chance al cine mexicano. El cine mexicano no puede competir con películas de 200 millones de dólares.
Carrasco, que en el largometraje relata una historia de amor en un videoclub de los de antaño, pero que aún sobrevive en la Ciudad de México, cuenta que hay un tanto de nostalgia por la renta de películas que era muy habitual en su generación. Incluso, cuando la única opción para hacerse de un filme era conseguir la película y copiarla, porque no estaban a la venta. “Cuando entraron los DVDs me hice de mi colección y pude comprarme todas las películas que quería; antes no te las vendían”.
¿Y tiene Netflix? ¿Ve películas en plataformas digitales?
—Claro, veo muchísimo. Tengo Netflix, Amazon… cuando salga Disney plus lo tendré. Tengo HBO, Fox, tengo todo y todos los días veo una película.
¿Siente añoranza por los videoclubes?
—¡No! Ya lo superé. Me gustaba ir al videoclub, era muy padre ir con mi papá y mis hermanos por las películas que íbamos a piratearnos yo y mis hermanos, pero ya lo superé.
Esta semana, el guionista estuvo en la ciudad de Oaxaca, como invitado de la primera muestra de cine Periférica. Ante espectadores y asistentes a la proyección o a la clase impartida, habló sobre las implicaciones y retos para hacer películas. Hay que saber contar historias, remarcaba en una de esas ocasiones, y para ello, Carrasco reafirmaba la necesidad de estudiar.
“Todos los seres humanos nacemos con la capacidad para ver una película, no necesitas ir a la escuela o que alguien te explique. Pero como director tienes que estudiar qué quieres decir con un close up, por qué haces una toma de una manera u otra, y cómo se hace esa toma. Aprendes a escribir cine”.
¿Qué piensa sobre los públicos ante la oferta de comedias o versiones mexicanas de películas como La boda de mi mejor amigo o 50 primeras citas (Como si fuera la primera vez)?
—El público es buenazo en decidir qué ver y qué no, y si le das puras opciones chafas no va a ir al cine. Tiene que haber algo en la película para que vayan. Por ejemplo, Mirreyes vs Godínez fue un hit porque la película es muy chistosa, es una buena película para lo que es, es una comedia; y todo mundo conoce a un mirrey y a un godínez. Es una fórmula bien hecha. El público tampoco se traga todo; si le das La boda de mi mejor amigo no la va a ver porque ya vio la protagonizada por Julia Roberts.