Luto en las calles, silencio en la ciudad
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Arte y Cultura

Luto en las calles, silencio en la ciudad

La figura espigada y los pasos ágiles del maestro Toledo dejaron de ser parte del paisaje cotidiano del centro de la ciudad de Oaxaca, donde casas y edificios colocaron moños negros para despedir al artista.


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Es septiembre y los moños o las banderas tricolores ondean en los balcones de la ciudad. Pero en el centro se empieza a instalar el negro, es la señal de luto por la partida de Francisco Toledo (Oaxaca, 1940-2019). Una rara mezcla de tristeza y alegría conviven en la misma calle donde hace unos años el artista voló papalotes en memoria de los alumnos de Ayotzinapa.

Esta mañana no hay papalotes, pero sí varios ramos de flores blancas, moradas y amarillas, y velas que recuerdan al artista plástico, activista y gestor cultural. Su retrato está postrado en la calle, frente a la que fue su casa y desde la que alguna vez vio pasar el camión. Al fondo, en el patio donde sembró una buganvilia, las coronas sobresalen y prácticamente cubren la fotografía de él. Ahí hay menos velas que afuera, donde un cartel improvisado renombra a la calle como “Francisco Toledo”.

Decenas y decenas de personas pasan. Los funcionarios toman sus sitios y ofrecen declaraciones en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO). En la calle, el ambiente es más tranquilo y solo se escuchan murmullos o el transitar de una bicicleta.

“Mira, es el pintor que murió”, dice una joven a su amiga, a la que le señala un retrato. Ambas se detienen en la calle. Una madre y su hijo imitan el gesto y, como otros, no pueden evitar acercarse.
A unas calles, en la que fuera su última morada, algunos curiosos se detienen para ver la carroza fúnebre.

–¿Dónde lo van a velar?-, pregunta una vecina. Nadie responde.

–No tomen fotos, por favor; vayan pasando- es lo único que dice una persona mientras se percata que a unos metros, en una azotea, una curiosa intenta captar el momento.

De vuelta en el IAGO, se escuchan los gritos de los infantes de la primaria, que contrastan con el ambiente de duelo, el que se vive entre llantos, abrazos o palabras reconfortantes.

— Para donde voltees está Francisco Toledo-. El artista no está en cuerpo, pero alguien dice que sigue presente, que está en la calle por la que luchó para que ahora tantos caminen y en la que varios siguen pasando.

“Esas plantas las vemos porque las sembró Toledo”, insiste.

Calles abajo, algunos siguen instalando moños negros; otros, entran a una librería en busca de un libro donde aparezca el trabajo del difunto.

No hay señalamientos, pero el negro toma su lugar para indicar el luto, el que se extiende al teatro Macedonio Alcalá y vuelve al IAGO, en las calles donde Toledo solía pasar presuroso, a veces regalando alguna sonrisa a quien reconocía.

 

“Dejó todo tan lleno”

 

A donde se voltee la mirada, está Francisco Toledo. Es casi como el Ulises, de James Joyce. Para el curador y crítico de arte Fernando Gálvez de Aguinaga, quien fuera director del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, IAGO (una de las instituciones emblemas de Toledo), no quedó ningún vacío. La ciudad y sus alrededores tomaron la forma del personaje, como el de aquella novela publicada en 1922.

“Yo no diría que deja un vacío porque lo llenó todo”. Mientras señala una la plazuela frontal del exconvento de Santo Domingo de Guzmán, dice que esas plantas las vemos porque las sembró Toledo. Lo mismo que el andador peatonal sobre el cual accede a compartir unas palabras tras la muerte del artista juchiteco.

“Es posible porque él gestionó que fuera una calle peatonal, esa es la biblioteca (el IAGO) más importante de Latinoamérica en materia de arte. Este exconvento (Santo Domingo) iba a ser un hotel y centro de convenciones (pero) que él rescató”.

A lo lejos, sobre la calle Macedonio Alcalá, por el rumbo de la agencia San Felipe del Agua, se observa un cerro. Ese fue defendido por él, agrega Gálvez, quien reconoce como ese el primer acto del Pro-Oax (Patronato para la Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca, A.C.), al impedir que se hiciera un libramiento que iba a destruir esa zona.

“Para donde voltees está Francisco Toledo. No dejó un vacío, dejó todo tan lleno y nos dejó una responsabilidad a actores culturales, pintores…”.

Toledo es como el personaje de la novela de Ulises, de James Joyce, en el que la ciudad tiene la forma del personaje, “es una ciudad con forma humana”, apunta Fernando. Y así es Oaxaca respecto a Toledo, porque, como describe el crítico, él está metido en todas las bibliotecas: la del IAGO, que fundó en 1988, lo mismo que en la del kínder o la primaria contigua a esa institución donada en 2015 al Instituto Nacional de Bellas Artes, o en la Francisco de Burgoa, de la que promovió su rescate.

“¿Qué más puede hacer un hombre por su ciudad, por su estado?” se pregunta Gálvez sobre el que considera pintor de una época, no de cuadros, de alguien que creó “con la fuerza de los tremenda de los artistas de Oaxaca”.

Para Gálvez, con las muertes de Rufino Tamayo y Francisco Toledo se cierra una época, pero “depende de todos los que quedamos sostener ese legado”.

 

“Toledo transformó realidades en el mundo”

Si algo dejó claro Francisco Toledo, es que quien se dedica al arte tiene la posibilidad de transformar la realidad. Para Alejandra Frausto Guerrero, secretaria de Cultura de México, el artista, activista y promotor cultural “dejó un camino muy claro y rumbo sobre la libertad que da el arte”.

Fallecido este jueves en la capital del estado en que nació el 17 de julio de 1940, Toledo fue alguien que transformó “realidades no solo en Oaxaca, no solo en el Istmo. Él transformó realidades en México y en el mundo”.

Ese ejemplo es el que hay que seguir, refirió Frausto, quien acudió este viernes a la ciudad de Oaxaca para despedir al artista plástico, a quien se han dedicado una serie de homenajes en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), así como una despedida en el teatro Macedonio Alcalá.

“Francisco Toledo es uno de los artistas más importantes que ha tenido este país, uno de los más congruentes y socialmente responsable que ha tenido México”. Esa es la definición de Frausto, quien recordó que el primer contacto con el autor fue luego de conocerse al ganador de las elecciones presidenciales de México.

“La primera comunicación que tuve con él, pasada la elección, fue para renunciar a su beca de creador emérito del Fonca, para donarla a los jóvenes creadores de Oaxaca”.

Alejandra Frausto señaló que se trabaja en un homenaje nacional para el autor, a quien ya se recuerda con múltiples actividades en Ciudad de México y Oaxaca de Juárez. Sin embargo, a decir de la funcionaria, cualquier homenaje en su honor será poco, comparado con la figura y el ser que fue.

“Lo que nos dejo es lo que hay que mostrar, que la gente que no ha tenido la oportunidad de conocerlo se percate de este espíritu creativo”, pidió Frausto sobre un artista que también definió como alguien exigente y que maravilló a todos con “su mirada hacia la naturaleza, hacia cómo transformaba cualquier material que exploraba”.

Francisco Toledo falleció este 5 de septiembre en la ciudad de Oaxaca, luego de padecer cáncer de pulmón.

 

Extenderán la exposición “Toledo ve”

 

Para Lluvia Sepúlveda, directora del Museo Nacional de Culturas Populares (Ciudad de México), la muerte del artista Francisco Toledo representa no solo la pérdida del creador plástico, sino de un hombre que llevó su obra a otros ámbitos. Perdemos, “a la persona, al luchador social, a un hombre generoso, a un hombre sin fronteras, una persona siempre preocupada por los pueblos indígenas, por la naturaleza”.

Toledo tuvo como una de sus últimas exposiciones la que abrió en julio en el Museo Nacional de Culturas Populares, Toledo ve. Se trató de una colaboración que Lluvia reconoce como un honor, pues implicó el involucramiento total del autor.

Tras el fallecimiento del artista, ocurrido este 5 de septiembre luego de padecer cáncer de pulmón, la muestra se extenderá por más tiempo. Estaba prevista concluir el 29 de septiembre, pero de acuerdo con Sepúlveda, seguirá el tiempo que autorice la familia, y que aún se define de cuánto será.

En dos meses, la muestra ha tenido cerca de 40 mil visitantes (un promedio de 5 mil por semana). “Hemos tenido exposiciones muy exitosas, pero la del maestro Toledo es extraordinaria”.
Toledo ve es una exposición con alrededor de 600 piezas en las que se muestran varias de la colaboraciones del autor, en objetos de uso cotidiano o en colaboración con otros creadores. En ella se observan obras en materiales como metal, barro, papel, vidrio, madera, cuero y textil.

“Él se emocionó porque además es un museo muy cercano a todo lo que él trabajó, culturas populares, pueblos indígenas. Es una exposición diferente, donde se muestra una faceta que tanto amó, la parte de diseño de objetos de la vida cotidiana donde podía plasmar un lenguaje propio, pero a la vez crear objetos de uso”, expone Lluvia.

La exposición es una colaboración entre el museo y el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), en la que se reúnen piezas “que abarcan desde artículos de la vida cotidiana, bocetos, prototipos, modelos, objetos intervenidos, hasta obras múltiples y piezas únicas”. Asimismo, parte de la muestra Diseño Toledo/CaSa, efectuada en 2018 en el IAGO, pero con nuevas piezas que vinculan al arte popular con el diseño y las llamadas “bellas artes”.


aa

 

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