“Leer nos hace imaginar, nos hace viajar”: Cuauhtémoc López
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“Leer nos hace imaginar, nos hace viajar”: Cuauhtémoc López

Para él, que por varios años fue profesor y sigue como un incansable promotor de la lectura, este acto traspasa la realidad y los tiempos.


“Leer nos hace imaginar, nos hace viajar”: Cuauhtémoc López | El Imparcial de Oaxaca

Ahora se apoya en una silla de ruedas, pero para Cuauhtémoc López Guzmán, caminar es más que solo usar sus pies para desplazarse de un lugar a otro. Para él, que por varios años fue profesor y sigue como un incansable promotor de la lectura, este acto traspasa la realidad y los tiempos.

Sonriente, ataviado de ropas blancas y con varios papeles que se niega a soltar, habla de sus viajes junto a Miguel Ángel, en noches donde este iba de manera clandestina a abrir cadáveres. “Casi podía sentir el olor a caca porque a veces cortaba unos intestinos y se desamaba todo”, cuenta ante varios quienes le acompañan en un día fresco y a la vez soleado.

Como si del libro La agonía y el éxtasis se tratara, las palabras de López cobran sentido cuando se piensa en el panteón de San José Hidalgo, el pueblo donde ahora está para acompañar la inauguración de una biblioteca; también de la sala de lectura que lleva su nombre.

Unas decenas de personas escuchan atentas sus palabras, tan cerca como permite el pasillo que deja ver varios libros, al interior de un espacio limitado por un listón rojo. Unas más están afuera de la exhacienda, trabajando en los muros de la construcción. Otras más le oyen desde los corredores. Hay quienes incluso transmiten esta intervención por Facebook o toman fotos y graban con sus celulares.

“Yo caminé por esas calles de Florencia del Renacimiento; juro que caminé por ahí, al lado de Miguel Ángel” suelta Cuauhtémoc mientras asegura que lo mismo acompañó a Juan Preciado “yendo a Comala a buscar a un hombre llamado Pedro Páramo”. Él estuvo ahí, en esas calles y pueblo fantasma, como también en altamar, con un capitán (Ahab) obsesionado por matar a una ballena blanca llamada Moby Dick.

Como aquel sobreviviente de la embarcación que destruye el cetáceo, está aquí, ya seco, hablando de esas aventuras que cobraron vida en su mente, gracias a las lecturas de los libros.

“Leer, pues, nos hace imaginar, nos hace viajar porque es una puerta abierta al conocimiento, a la sabiduría”, insiste Cuauhtémoc, quien muchas veces se ha hecho con ese “boleto de primera clase para viajar por todos los mundos habidos y por haber, conocidos y desconocidos, reales e irreales, o simplemente imposibles”, pero que existen en la literatura, como una ficción que se muestra como la otra cara de la realidad, “construida con palabras”.

Y todo eso lo dice en una media hora en la que remarca la necesidad de la lectura para ser libres, para no ser presa fácil de la manipulación. O para hacer de este acto uno a manera de herramienta para salvarse de los horrores de la actualidad.

Está convencido, y lo repite a cada momento -sin dejarse distraer por el murmullo de unos o por hablar de un menor emocionado con los videojuegos de su tableta-, que “los libros nos enseñan a pensar y nos llevan a la libertad del pensamiento”.


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