Nadia del Pozo plasma la belleza y la crueldad

En 2013, poco después de su primera experiencia con la matanza, Nadia del Pozo plasmó su sentir en un texto que habla sobre aquella costumbre que se desarrolla año con año en una parte de la región Mixteca de Oaxaca. Las palabras eran parte de su ejercicio escritural, de la literatura de la que provenía. Sin embargo, la llevaban ahora por el camino de la fotografía, una consecuencia o respuesta a esas voces hechas textos.

Publicado ese año en una revista de literatura, aquel texto “tenía esa espontaneidad de estar todavía con la sangre del chivo seca, con el olor a chivo por días”, relata la autora nacida en Mallorca, España, quien tras su llegada en 2013 a Oaxaca, volvía año con año a la Mixteca.

Nadia regresaba para la matanza, pero al mismo tiempo a sus raíces, a su infancia y al vientre del que, explica, sirve de cueva y refugio, pero del que también surgen los sentimientos y los apetitos.

EL LIBRO

En Vientre, libro en que reúne las vivencias de los últimos seis años en torno a la matanza, Nadia habla de esos orígenes, de la confluencia de belleza y crueldad, a partir del sacrificio de miles de chivos.

Al principio, venía motivada por conocer la arquitectura vernácula, pero “yendo de pueblito en pueblito al final di con la matanza de los chivos”. Para Nadia, ese contexto fue muy importante, pues le hizo conectarse con su infancia, con su vida rural en España. “De alguna manera, a miles de kilómetros de la tierra propia vuelves a conciliar con las obsesiones e inquietudes de cuando era niña”.

Esa conexión y sentimientos hicieron que la autora volviera año con año a la Mixteca, pero en el intermedio de cada matanza se daba el tiempo para convivir con los pastores y adentrarse más en sus culturas.

SEIS AÑOS REUNIDOS

En Vientre, Nadia reúne las experiencias de esos seis años, a través de textos y fotografías propias. “El libro no trata tanto de la matanza de los chivos, sino que en ese contexto ahondo y exploro las facetas del apetito, en la conexión, en los vínculos, en las contradicciones entre la crueldad y la belleza, las diferentes facetas del apetito y del deseo en un contexto de tierra y de memoria familiar”, señala.

El libro es una co-publicación de la autora con Inframundo (2018) y representa un ir y venir entre letras e imágenes. “Vengo más de la literatura, de las palabras, entonces las fotografías y las imágenes son la consecuencia de esa voz interior de las palabras, una respuesta”.

El nombre del volumen alude a esa primera cueva o refugio para todos, “ese lugar vacío, húmedo lleno, donde se instalan emociones, donde se crean las primeras estructuras de los que uno va a ser, donde uno hereda todos esos patrones, donde hereda la genética, las raíces”.