Francisco Toledo, el artista que lee y escribe
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Arte y Cultura

Francisco Toledo, el artista que lee y escribe

Una exposición de obra reciente reúne las piezas creadas para alentar la lectura entre la juventud, además de difundir la tradición oral de sus ancestros


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En su obra, Francisco Toledo recrea a mujeres que se transforman en animales o que tienen amoríos con estos. También a él mismo como aquel escarabajo de África que mueve una pelota de caca, y con el que se identificaba el artista suizo Pau Klee.

“Soy yo, con mi arte de caca”, cuenta sobre esa similitud que halla con uno de sus artistas predilectos. La transformación aparece como una constante, ya sea por los relatos de la tradición oral que toma de sus raíces zapotecas o por su gusto en la literatura de escritores como Franz Kafka.

¿Qué relación encuentra en ambos recursos de la literatura? “No sabría qué contestar, no sé. Mándenme con un psiquiatra”, responde y sugiere el artista. En su actual exposición, Toledo, obra reciente (abierta este viernes en la bodega y galería Quetzalli, en la ciudad de Oaxaca), Francisco Toledo recurre lo mismo a libros que leyó en 1957 o 1958 que a relatos escuchados en su niñez o edad adulta para crear piezas que comenzó a difundir en las revistas El comején y en Proceso (en esta última con la columna “Toledo lee”).

La exposición reúne más de 100 piezas realizadas desde 2016 y hasta el último año, en las que el autor ilustra fragmentos de libros que le han gustado y que recomienda leer a la juventud. La tradición oral de los pueblos del Istmo de Tehuantepec son otras de las bases en que se sostienen sus cuadros, algunos sobre leyendas y otras sobre tragedias, y en las que las hamacas parecen explicar lo mismo una relación de amor que un terremoto en Juchitán.

“Empezamos un proyecto con una revista que se llama El Comején para dar a conocer libros que teníamos aquí en (avenida) Juárez (en la biblioteca del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca). Se me ocurrió ilustrar algunos de los fragmentos de los libros que a mí más me gustan, y así invitar a los jóvenes a leer esos libros, animarlos haciendo viñetas, dibujos”, explica el autor en un recorrido previo a la apertura de la exposición de más de 100 cuadros, algunos de los cuales concluyen la serie presentada en 2017 sobre autorretratos.

RECUERDO AZUL

Toledo viste una camisa azul, con una mancha verde en el inferior de la misma. El tono es más intenso que el de la prenda usada el jueves durante la presentación de los Premios CaSa. El color recuerda al que se obtiene de la planta del añil y al oficio de su abuelo, un campesino que mataba cochinos y sembraba esta planta.

“Mi mamá recordaba que su papá siempre tenía las manos azules”, resultado de mover las plantas del añil de una tinaja”, narra quien —basado en las palabras de aquella mujer— habla de sábanas con manchas en ese color, debido a que el abuelo las usaba para secar el colorante.

“El que mi madre se fijara en eso y nos lo hubiera dicho, creo que (da cuenta de que) tenía cierta sensibilidad artística”.

De las manos azules, Toledo pasa a los dedos, específicamente el medio (mayor o cordial), y el que —entre risas— muestra a los asistentes para hablar sobre el ritual de la virginidad en Juchitán. Grosero, así parece el gesto de la serie sobre manos que, como otro, remite al sexo de la mujer.

“Como ven, me fijo en cosas así”.

LA COLUMNA

En la exposición que permanecerá abierta alrededor de un mes (en las calles Murguía 400 y Constitución 104-1), el artista y activista comparte su faceta como lector, pero también de su intento por escribir una columna cada dos o una semana, entre 2016 y 2017.

En “Toledo lee”, por ejemplo, escribía o dictaba las introducciones de la columna. De esa serie de textos, que retoma de comunidades huaves y zapotecas, está una sobre la leyenda de una viejita que tiene un amante venado, pero cuyos nietos no aceptan y por lo cual matan a aquel ser.

En la pintura, se observa a la mujer y al venado, además de un canastito con agujas, hilos y un pene de cera, “y ese es un poco el recuerdo que tiene de su amante venado”. La historia, explica, forma parte de un libro recopilado y publicado por Elisa Ramírez.

Otras tres ilustraciones se basan en un cuento relatado por su padre, que era zapatero. “Cuando él era chico, dice que la mejor cama que tuvo es la piel de buey, con la que hacía las suelas de los huaraches y zapatos; el único inconveniente es que su papá cada día cortaba un pedazo para hacer las suelas”. Es así que la cama se observa cada vez más chica. En otras de sus obras, esa vivencia forma parte de un libro hecho con su hija, la poeta Natalia Toledo, con quien publica El niño que no tuvo cama.

El oso. Historia de un rey destronado, de Michel Pastoureau, aparece en un cuadro con el que Toledo habla sobre el otrora rey de los animales. “En todas las tradiciones, el león se ha impuesto como el rey de los animales, pero en Europa, en una época, el rey era el oso, el más fuerte y que tenía más presencia. Muchos guerreros eran osos, hay ciudades que tienen nombre de oso: Berna, Suiza” (por el vocablo alemán “bär” que significa oso).

“Ese libro deben de leerlo, es muy bueno”, aconseja el artista que así como con las lenguas indígenas invita a la lectura, para conocer historias como la de Alejandro el Grande, quien pide un consejo y recibe uno como el que resume Toledo en otro de sus cuadros.