Camila Fabbri: entre accidentes, letras y teatro
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Arte y Cultura

Camila Fabbri: entre accidentes, letras y teatro

La autora argentina presenta una nueva versión de Los accidentes, publicado en 2015, y que ahora comparte a través de editorial Almadía


Camila Fabbri: entre accidentes, letras y teatro | El Imparcial de Oaxaca

Camila Fabbri (Buenos Aires, Argentina, 1989) se ha desarrollado en el teatro, el cine y la literatura. En estas áreas, se ha percatado que “está todo relacionado” y que hay un puente: la escritura, aquella por la que se interesó desde la adolescencia, cuando comenzaba a formarse en actuación. Tras varios años en los que lo mismo ha estado frente a las cámaras (con la película Dos disparos, de Martín Rejtman) que dirigiendo sus propias obras sobre las tablas de un escenario o escribiendo en solitario lo que después es un guión de teatro, un cuento o una novela, Camila dice que “uno va encontrando las cosas que puede hacer y que le gustan”.

A ella, eso le pasa con los talleres de dramaturgia que imparte en Buenos Aires, o con la responsabilidad al frente del área de literatura de San Isidro, en esa misma ciudad argentina. Entre esos trabajos y oficios, Fabbri ha generado historias como las que reúne en Los accidentes (publicado en 2015 por editorial Notanpüan) y que en una nueva versión, de la mano de editorial Almadía, comparte en México.

En el volumen, la autora recoge además historias que han sido llevadas primero al teatro, como Mi primer Hiroshima (en 2012) y después reescritas en un cuento que como otros habla de los miedos, las inseguridades, de lo cotidiano y de una realidad que para ser más interesante acude a la literatura.

-Los accidentes reúne cuentos realizados a la par de la trayectoria en el teatro y cine, ¿cómo ha sido estar entre la actuación, la dirección y la escritura?

-Tengo la sensación de que está todo relacionado. Yo empecé estudiando actuación cuando estaba en la educación secundaria, empecé a tomar clases en un taller y después, como me gustaba escribir, empecé a hacer un taller privado de escritura y narrativa. Con el tiempo me di cuenta de que no quería ser actriz de teatro porque no me terminaba de gustar, sentía que no tenía la suficiente voz, la suficiente presencia y empecé a hacer dramaturgia, que era la manera de complementar la escritura y el teatro. Una vez ahí dirigí mi primera obra a los 21 años, que se llamó Brick, con tres compañeros de la clase de teatro. Después vinieron tres obras más, la tercera es la que estoy haciendo ahora en el teatro nacional argentino, el teatro Cervantes.

-Hablas de la familia, lo inesperado, la autoflagelación; de esto último, en el cuento Nacimiento, que podría parecer irracional

-No sé por qué lo hago, creo que más bien es un género que me gusta, que me atrae, no sé si lo llamaría fantástico, pero es una manera de invertir algo de la realidad, de volverla un poco más interesante. Esa es la posibilidad que tiene la escritura, de transformar algo de lo cotidiano, en sumarle algo más, ya que en el día a día es imposible tirarse debajo de un autobús, pero sí es posible en la ficción.

-Y sobrevivir-Y sobrevivir, sí.
-El amor, la estabilidad y los aviones emergen en una historia, Mi primer Hiroshima, que parece visualizar a un sentimiento como una bomba.

-Tanto ese cuento como Nacimiento o Un abrazo es un fantasma tienen un poco de cómo puede intervenir en la vida de uno el enamoramiento, ese primer momento, año o meses en que uno cree que la vida es esa persona que encontró y la otra piensa lo mismo. Puede ser tan revitalizante como destructor, cuando se termina. Me parece que es un arma de doble filo y que uno nunca termina de buscarlo (al amor). Aunque uno diga nunca más voy a estar con alguien, no quiero que me lastimen, uno siempre termina tropezando con esa piedra porque es inevitable.

-En Perros muertos, la escritura se mira como una posibilidad, pero también como una rutina o religión, en cartas sin respuesta, ¿te pasa que disfrutas escribir y a veces no?

-Hay una reflexión propia. En el libro hay muchas líneas que tienen que ver con lo que me estaba pasando en ese momento y se transformó en una línea del cuento que no necesariamente hace al drama. Hay algo en encontrarse con que uno quiere ser escritor o escritora, que puede ser un lindo hallazgo, pero también un poco claustrofóbico. ¿Realmente va a ser esto lo que quiero hacer? Es algo muy solitario, también; me parece que las personas que escriben solas y después, cuando el libro sale, tienen que hablar también solas.

-Trabajas en una novela, ¿la habías planteado como posibilidad en tu escritura o solo pensabas en hacer cuentos?

-Creo que quiero escribir siempre cuentos, me gusta el género. Ahora estoy trabajando en una novela crónica porque lo que quiero contar me parece que necesita de ese formato. Es de un hecho real, estuve entrevistando a amigos y amigos, y gente cercana que vivió esta cuestión que quiero contar.

Camila Fabbri reitera que la actuación en teatro no le gusta, pero en cine, sí, aunque sus intervenciones han sido de forma intermitente. Como este y la escritura, señala que se trata de trabajos, de un camino en el que “uno va encontrando las cosas que puede hacer y le gustan”. Actuar, por ejemplo, es una de ellas, lo mismo que dar talleres o coordinar un área de literatura. “Con el paso del tiempo, uno va encontrando trabajos que le gustan, y esos son los trabajos que me están gustando”, cuenta la autora de Condición de buenos nadadores y Perros muertos, dos cuentos cuyos títulos son también los de obras teatrales.

-Dices que la escritura da la posibilidad de modificar y hacer más interesante la realidad, pero ¿qué representa para ti?-Por ahora podría pensar que la escritura es una manera que encontré de llevar ese excesivo pensamiento diario a algo productivo, a volverlo obra, a volverlo algo con lo que puedo dialogar con otra persona. Volverlo diálogo porque a veces uno está dialogando con otra persona y en realidad está hablando de sí mismo, y la otra persona también, y no hay diálogo posible. Me parece que en la escritura hay diálogo posible y a veces parece que las respuestas a las preguntas que uno tenga están ahí. También es un trabajo, un oficio.


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