Cartonería oaxaqueña viajará a Colombia
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Arte y Cultura

Cartonería oaxaqueña viajará a Colombia

Con el proyecto “Todos somos nahual”, los artesanos Pedro Mendoza Ortega y Marco Antonio López Guzmán se suman al carnaval que se realizará en Barranquilla


Los artesanos Pedro Mendoza Ortega y Marco Antonio López Guzmán, descendientes de familias de San Martín Tilcajete, se sumarán al carnaval de Barranquilla, Colombia. Con el proyecto familiar “Todos somos nahual”, ambos plasmarán su creatividad en una escultura de cartonería, de ocho metros de largo, que fusiona las ideas en torno a seres de luz de México y el país sudamericano.

La incursión de los oaxaqueños en esta fiesta, una de las más representativas luego del carnaval de Río de Janeiro, es resultado de su postulación al certamen El Pechuchi Bestial, que lanzó el año pasado el colectivo La puntica no ma’, de Barranquilla.

El proyecto del taller de Mendoza Ortega fue el ganador entre los más de 20 que se inscribieron de varias partes del mundo, como Milán, Londres y la misma Colombia. Con la técnica de cartonería, ambos realizarán una pieza para la carroza carnavalera con que participará este colectivo en marzo próximo.

Pedro y su sobrino Marco Antonio llevan así un arte que se basa en la talla de madera, herencia que les han dejado sus padres y abuelos y que parte de una comunidad que el primero describe como “semillero de grandes artistas”, pues casi toda la población se dedica a algún arte, ya sea literatura, fotografía, pintura, escultura.

“Todos somos nahual” es el proyecto que recrea las ideas de los nahuales, seres que en el México antiguo son de luz y poder. “En la convocatoria querían que se plasmara el concepto del Pechuhi bestial, algo así como el dios carnavalero, pedían que se represente el alma del carnaval de Barranquilla en una pieza que también represente la luz de los participantes, la energía y la fuerza”, explica Pedro.

Fue así como el nahual logró conjugarse con el pechuchi, y con ello reunir a México y Colombia en una misma fiesta. En los próximos días, Pedro y Marco viajarán a Barranquilla para dar vida a esta escultura de 8 metros de largo por 4.5 de altura. En ella se fusionarán un jaguar, un venado y un murciélago, animales de Oaxaca que a la par tendrán el colorido de las tallas de madera (alebrijes) de San Martín Tilcajete.

Para Marco Antonio, esta participación representa un avance en su trabajo, además de fruto de los más de 15 años que su tío, Pedro, ha tenido con la cartonería. “Es mucha alegría y un nuevo reto”, expone el joven que aunque ha compartido su trabajo en otras partes del país va por vez primera al extranjero. Desde hace casi una década, Marco es parte del taller familiar de Pedro, en Trinidad de Viguera, y a la par de seguir en el oficio familiar se forma en artes plásticas.

CAMBIA LA HISTORIA FAMILIAR

Con la participación en este carnaval, Pedro y Marco logran la proyección artesanal que las generaciones que les han precedido no han conseguido debido a varios factores, entre ellos la falta de puntos de venta para sus productos y la piratería (con piezas que se hacen pasar como artesanías).

Pedro es de la tercera generación de una familia que comenzó con la talla de madera, primero con su abuelo (Félix Ortega) y su madre (Luisa Ortega). Tanto él como sus hermanos (ingeniera química y músico) siguen esa tradición, lo mismo que sus hijos, quienes “se están encaminando a trabajar un poco de lo que realizamos”.

Su plataforma es la talla de madera, pero al radicar en la ciudad de Oaxaca y salir a otras partes del país ha estudiado artes plásticas (en espacios como el taller Rufino Tamayo) y conocido diferentes técnicas y profesores. “Es así como hemos podido desarrollar la cartonería, la fibra de vidrio, la cerámica, la plata”, refiere.

La cartonería es lo que a este licenciado en negocios y artesano le valió un lugar en el carnaval de Barranquilla, Colombia, y mantenerse en un camino que para sus padres no fue tan satisfactorio. Si bien a él y sus hermanos les inculcaron “llevar dos caminos, el del oficio y el de la escuela”, ser artesano no se veía como una oportunidad de vida.

Sus padres incluso evitaban que sus hijos llevaran una vida con largas jornadas de trabajo y nulas ventas. “La frustración que percibes en ese instante es gigantesca”, recuerda Mendoza mientras señala que en esos tiempos, ser artesano no te dejaba la proyección que hoy, al menos en su caso, y del cual sus hijos ven como referente y estímulo para seguir la tradición.

Ser artesano, conocer varias técnicas y explorar más allá en sus piezas, es para Mendoza “un camino bastante divertido, de mucho aprendizaje y de bastantes retos”. Y se trata, además, de uno que empezó como “una actividad complementaria del hogar”, pues “aparte de barrer o tender la cama, era ponerte a lijar a pintar”. Eso, recuerda, no le gustaba tanto.

“Sin embargo, conforme vi que la talla de madera era un medio para manifestar mis ideas, me fue gustando, y conforme desarrollé un estilo, me fue abriendo puertas porque desde temprana edad conté con la posibilidad de desarrollar diferentes proyectos artísticos, en los que hicimos montajes del Día de Muertos, escultura de madera, instalaciones”.

El panorama, añade, se vuelve más amplio, al grado de decir: “puedo hacer algo distinto, puedo ir más allá”. Y ese camino el que ahora, tras haber recorrido parte del país y del mundo (en países como Estados Unidos, Inglaterra, Guatemala, El Salvador y otros de Sudamérica) le lleva a Colombia, con “Todos somos nahual”.