Vladimir Cora en el Museo de los Pintores
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Arte y Cultura

Vladimir Cora en el Museo de los Pintores

Hasta el 27 de enero, la obra del artista mexicano se expone en el patio central y algunas salas del recinto


“Melancólico y encabronado”, así se presentó Vladimir Cora (Nayarit, 1951) en el Museo de los Pintores Oaxaqueños (Mupo) el pasado mes de octubre. Desde entonces, las esculturas y pinturas del egresado de La Esmeralda muestran un quehacer donde los mitos, la historia y la religión encuentran un vínculo. Las decenas de piezas, que por momentos parecen retratos o personas carentes de algún miembro, así como escenas de lo colectivo, sirven para hablar metafóricamente de la realidad del autor.

El curador Fernando Gálvez de Aguinaga señala que Vladimir no sólo expresa en su trabajo una realidad propia o del presente, sino del mundo. Y ese, explica es el caso de un conjunto de pinturas en donde una mujer irrumpe en el escenario global, “intentando tomar los derechos que le han sido negados históricamente”.

Fuerza y radicalidad, que Aguinaga señala como de las pocas que se observan en la pintura actual, son parte del discurso visual del autor. Él, añade el curador, apela a la figura bíblica de María Magdalena y a otras escenas del imaginario cristiano “para señalar cómo de origen la historia ha negado el papel que realmente tuvo la mujer, en este caso en la vida, pensamiento y movimiento de Jesús, pero en realidad en la historia de la humanidad”.

Con más de 40 piezas, entre esculturas y pinturas de distintos formatos, el artista reconocido con mención honorífica en la primera Bienal de Pintura Rufino Tamayo recrea su imaginario en torno a la mujer. A ella es a quien recrea en estas obras presentadas desde octubre de 2018 y en las que el autor ha forjado un discurso que Aguinaga relaciona con varias reflexiones, una de ellas la participación en la “última cena”.