El cine mexicano converge en el Festival del Puerto
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Arte y Cultura

El cine mexicano converge en el Festival del Puerto

Roma, Nuestro tiempo y La camarista, entre los filmes que para Nino Cozzi, director del festival, muestran la buena salud de la producción en el país


“El cine mexicano tiene un año magnífico en producción”. Para Nino Cozzi, director del Festival del Puerto, esta circunstancia es debida a que “de pronto surgen joyas por todos lados”. “Los cineastas más importantes, si no es que los más importantes del cine mexicano contemporáneo”, Alfonso Cuarón y Carlos Reygadas, coinciden en crear su “película más personal”. Y esto se junta con filmes como la película M, de Eva Villaseñor, o La Camarista, ópera prima de Lila Avilés.

“De pronto surge esta línea de programación que nosotros intentamos conjugar en el concepto de contracampo social, que justamente es este plano que normalmente no vemos en la realización de material cinematográfico y audiovisual, que son no tanto clases marginadas en sí, sino marginadas por la narrativa audiovisual en México”, explica Nino, quien destaca esto en la cuarta edición del festival, uno que del 7 al 9 de diciembre hará de Puerto Escondido un destino fílmico.

Historias inspiradas en una nana llamada Libo (a quien Cuarón recuerda en un filme protagonizado por la oaxaqueña Yalitza Aparicio), en una familia que administra una ganadería (y en la que Reygadas actúa con su esposa e hijos), así como una donde Gabriela Cartol se adentra en el papel de una camarista y otra en el que Eva Villaseñor sigue los pasos de su hermano, convergen en la edición del festival nacido en noviembre de 2015. Y junto a ellas, El ombligo de Guie’dani, de Xavi Sala y Niebla de Culpa, de Chisco Laresgoiti, que con La camarista, de Lila Avilés, conforman la sección Contracampo social.

Durante tres días de proyecciones, conferencias magistrales, competencia, encuentro con escuelas y seminario, el Festival del Puerto sigue un camino trazado para abrir más espacios, “sobre todo para los cineastas emergentes”, para vincularlos “con los que ya están haciendo industria, los que ya están consagrados”.

Cozzi, que junto a María José Ibarra y Paola Bramlett concretó una idea que venía desde 2012, expone que el festival surge y se da en un lugar mágico, y de donde es originaria Bramlett, además de que cuenta con “una especie de energía distinta”.

Es ahí donde “tres jóvenes idealistas” comenzaron un proyecto “con mucho apoyo de la gente de Puerto Escondido”, en donde el hotel suites Villasol realizaba una especie de cineclub en la playa y por lo cual contaba con un público cautivo. El festival, detalla, encontró en ello los cimientos para una propuesta más radical, lo que le ha valido una “muy buena audiencia”.

Para este año, se pretende afianzar más la conexión con la comunidad local, a través de proyecciones (con una sección denominada Hecho en Puerto) y actividades apoyadas por un equipo de voluntarios. La vinculación y consolidación entre el sector cinematográfico también se incluye en las pretensiones, aunque se ha conseguido algo de reconocimiento gracias a relaciones con las distribuidoras, productores y demás involucrados. “Vas conociendo a la gente, poco a poco van confiando en ti, ven que es un festival que se propone como algo serio”.

Con dos premios y una estatuilla (El faro de oro) para el mejor cortometraje, el festival se mantiene en la “búsqueda de un ambiente más íntimo y horizontal”, relajado, pero no por ello carente de seriedad, apunta el director.


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