La búsqueda de Francisco Castro Leñero
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Arte y Cultura

La búsqueda de Francisco Castro Leñero

El pintor se sigue moviendo en la abstracción, donde la pintura es explorada constantemente para dotarla de sentido, justificación y vida en el arte contemporáneo


La búsqueda de  Francisco Castro Leñero | El Imparcial de Oaxaca

Francisco Castro Leñero (Ciudad de México, 1954) ha sido siempre un artista atraído por la abstracción. Pero la geometría, esa que se halla constantemente en su obra, tiene un origen casual. “A partir de mis primeros años, en la búsqueda de la expresión urbana, fui cayendo en formas rígidas y con el tiempo me di cuenta de que muchas de mis imágenes, de mis composiciones, tenían la presencia del cuadrado”. En Escrituras-Partituras, la exposición que inauguró este viernes en la galería Quetzalli, sus cuadros mantienen las retículas, las que como tableros de ajedrez se convierten en un juego donde los trazos del egresado de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” se desplazan para generar nuevos planteamientos, ahora bajo la idea de la música.

Como planos que se sobreponen, o tiempos que se suceden, las más de 20 piezas hechas en el último par de años se reúnen para la primera exposición individual de Leñero en Oaxaca. En un estado con el que se ha vinculado desde hace varios años y en múltiples ocasiones, el pintor dedica esta muestra a uno de los intereses que ha permeado en su producción, y que de vez en vez se observan en títulos como suite, promenade y canción pigmea.

“En esta ocasión he querido que este vínculo se establezca desde el título mismo de la exposición, una escritura que pretende escenificar distintos desarrollos rítmicos con la ilusión que pueda ser leída como una partitura”, explica el autor sobre las motivaciones de la serie, más que con la intención de incidir en la interpretación de cada visitante.

Los cuadrados, los círculos y curvas constituyen los ejes de estas nuevas obras, la mayoría pinturas fusionadas con el dibujo, y donde el empleo de distintos tonos permiten la repetición, pero en nuevos planos, como si se tratara de tres tiempos o de tres variantes. En las formas, hay muchos cruces, mismos que el maestro de dibujo en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de Xochimilco de la UNAM (1982-2014) se imagina “que suenan diferente”, “como los ritmos” dictados por un canon.

El silencio y el ritmo de la música surgen en forma de líneas, de cuadrantes, de colores que se manejan dentro de la figura elemental de su obra, el cuadrado que hace varios años, tras percatarse de su presencia, comenzó a usar primero en una geometría elemental.

Ahora, reflexiona, “más que una geometría es parte de un lenguaje, de esta zona más mínima, de expresarse con pocos elementos, conseguir que sea la imaginación la que triunfe sobre las imágenes más que la justificación racional o artesanal. Que la imagen sea atractiva, que nos jale, que despierte la imaginación”.

Quien en 2017 expusiera una revisión de su obra (a partir de 2004) en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez en Zacatecas, también define a ese lenguaje como uno logrado dentro de la abstracción, pero a partir de una búsqueda contante en la pintura.

“Lo que más bien me preocupa en este sentido es pensar en que la pintura puede ser un género contemporáneo. Esa búsqueda de mi parte es tratar de explorar siempre el lenguaje para que siga estando vivo, para que aporte algo, para que tenga una justificación de seguir existiendo dentro del arte contemporáneo porque la pintura es un género que en décadas pasadas sufrió mucho cuestionamiento”.

A Leñero, que a la par de la producción ha ejercido la docencia, su preocupación radica en dejar en claro que no porque se pinte en la actualidad significa que sea contemporáneo. Para ser esto, detalla, la pintura “debe plantearse exigencias que se justifiquen en unas búsquedas contemporáneas y esas búsquedas contemporáneas pueden ir hacia muchos lados”, por ejemplo, en las vertientes figurativa, expresionista o de la abstracción.

La Bienal Tamayo es muy característica en este sentido, señala, pues en ella convergen todos los planteamientos: los figurativos, expresionistas y algunos también abstractos.

A estos últimos, en los que inscribe su propuesta, también los considera herederos de la modernidad, de esa idea de descubrir cosas nuevas, de “ser frescos, de que podíamos hacer algo distinto” (aunque con el tiempo, dice, se convirtió solo en un ideal) y que sigue teniendo validez.

“Es un esfuerzo que cada uno está haciendo, el tratar de creer que se puede ser fresco, que se puede aportar algo, que se puede decir algo que todavía no se ha dicho, que puede haber cierta originalidad en las imágenes que uno va buscando”.

Parte de ese aprendizaje y postura lo comparte con sus estudiantes, con los pintores jóvenes que cuentan ya con un lenguaje propio, y a quienes en la práctica intenta ubicarlos dentro de la contemporaneidad, a partir del desarrollo de sus habilidades.

“Es mejor descubrir sintiéndote seguro; el desarrollo de habilidades te da esa posibilidad de que lo que escojas lo vas a elegir bien”, apunta quien define a lo contemporáneo de la pintura como un fenómeno de los últimos años, de una pintura que no viene de la tradición.

“Yo decía que mi interpretación todavía está ligada al modernismo, que mi sentido todavía pertenece a una tradición. Resulta que mucha de la pintura contemporánea que hacen los jóvenes tiene unas raíces más cercanas a los 80 y 90, cuando hubo un cansancio de los ejercicios conceptuales que llevaron casi al grado cero, y una reacción de muchos artistas que empezaron a pintar furiosamente, como una reacción contra tanto conceptualismo”.