El ferrocarril, a 126 años de su llegada a Oaxaca
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El ferrocarril, a 126 años de su llegada a Oaxaca

Hoy quedan un museo, rieles, fotografías y recuerdos, pero el 13 de noviembre de 1892, la ciudad vivió el inicio de una


El ferrocarril, a  126 años de su  llegada a Oaxaca | El Imparcial de Oaxaca

Hasta los primeros días de noviembre de 1892, los viajes a la Ciudad de México eran obligatoriamente una travesía de varios días: 14, aproximadamente. Pero eso cambió el 13 de noviembre de hace 126 años, cuando se inauguró la Estación del Ferrocarril Mexicano del Sur, en el entonces municipio de Santa María del Marquesado (ahora barrio del Ex Marquesado).

Los 14 días de trayecto se redujeron a 14 horas, pero para lograr esto fueron necesarias casi tres décadas de esfuerzos comenzados en el tiempo en que Benito Juárez gobernó al país. Asimismo, las labores de Porfirio Díaz y otro oaxaqueño: Matías Romero Avendaño, entonces embajador de México en Estados Unidos.

Este martes se cumple un aniversario más de la llegada de este medio de transporte que no sólo significó la reducción del tiempo de viaje, sino la comunicación y el intercambio comercial en el estado, y de este con otras ciudades del país. Y aunque no existe una fecha exacta en que dejó de funcionar el ferrocarril, el presidente de la asociación Amigos del Ferrocarril (Miguel Ángel Ortega) ha señalado que fue aproximadamente en 2003.

Ahora, parte del patrimonio ferroviario de Oaxaca sobrevive en un museo creado en ese año, pero en octubre, en los terrenos de lo que fuera la estación, donde desde marzo de 2017 opera también el Museo Infantil de Oaxaca.

En su primer año de funcionamiento, el ferrocarril fue usado por 135 mil pasajeros, como ha recordado Ortega en una entrevista pasada. Asimismo, el representante de la asociación en la que se agrupan ferrocarrileros de segunda generación o descendientes de ferrocarrileros, ha mencionado varios beneficios de este transporte, como el impulso a los tianguis o días de plaza en comunidades de los Valles Centrales. De estos, aún sobreviven algunos en la región de Valles Centrales: en Etla, en la ciudad de Oaxaca, en Zimatlán de Álvarez, Zaachila, Ocotlán de Morelos y Tlacolula de Matamoros.