Etéreo, de Yuma Díaz, a París
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Arte y Cultura

Etéreo, de Yuma Díaz, a París

Sus creaciones de naturalismo mágico son inspiradas en los elementos de las fiestas de noviembre


“El Día de Muertos es mi Navidad”, dice la artista de Guelatao de Juárez, Yuma Díaz, que con su más reciente serie pictórica Etéreo ha llevado sus creaciones de naturalismo mágico inspiradas en los elementos de las fiestas de noviembre a París, Francia, donde expuso en la Maison du Mexique y en el exconvento de Cordeliers desde el pasado 30 de octubre.

Una de las obras de esta serie muestra la esencia del juego que implica la pintura para esta artista de 29 años: se muestran dos manos multicolor que sostienen a un recién nacido con la cara pintada como una catrina y que lo colocan sobre una cama de cempasúchil. Sobre la pintura penden diversas preguntas, ¿es la Naturaleza o la muerte la que da la vida? ¿Pertenecemos todos a la muerte solo cuando morimos o desde el momento mismo en el que vemos, inconscientes, nuestra primera luz? ¿Es la muerte solo un fin o es también principio y permanencia? En el lienzo se conjuntan la vida, la muerte y la fiesta. “Es el contraste, un bebé tan sutil, tan frágil, tan ‘bebé’, con la muerte, que es lo único seguro que traes al nacer”, explica la artista.
Para Yuma la fiesta de muertos es la temporada más feliz del año. El 1 y 2 de noviembre los pobladores de Guelatao se visten de muerte y la celebran, la recrean y conviven con ella, la llaman desde sus altares, le ofrecen pan y mezcal, cigarros, chabacanos, nueces y alegrías. Para Yuma, y para todo el pueblo, esta fiesta es la mejor época del año. Dada a la teatralidad y al canto, las muerteadas, las comparsas, los concursos de disfraces, representan una oportunidad para escenificar, para recorrer la laguna mágica de este pequeño pueblo serrano siendo otra.

“Todo el año estoy esperando este día, desde que estaba chica porque sentía que era el momento en que podía ser yo, todo el tiempo estoy buscando la irreverencia, disfrazarme, es surreal y me da muchas ideas.

“Es increíble cómo las cosas comienzan a tornarse mucho más místicas unos días antes de la llegada de nuestros ancestros, las tardes tienen un color diferente; los campos, un olor distinto; lo cerros se tornan amarillos, ¿cómo no creer en la magia si vivimos en un lugar tan maravilloso, un centro ceremonial como Guelatao?, es la fiesta más grande entre los vivos, la gente se pone más feliz, es un pueblo pequeño, somos 400 personas, la fiesta es más que en diciembre, toda la gente se reúne en el panteón para ser feliz es una fiesta para vivos y para aquellos que se han ido a donde el tiempo ya no existe”.

NATURALEZA ETÉREA

“Observo mucho”, dice Yuma al preguntársele sobre el inicio de su proceso de creación que se encuentra en la observación que se recrea esencialmente en la naturaleza, siempre presente, siempre verde como pasa para quien como ella, como los serranos, viven entre montañas. La naturaleza, dice, la encuentra desde los árboles del jardín que la han acompañado desde su infancia, en los escarabajos que de vez en tanto saturan las calles del pueblo, las mantis, los venados de la Sierra Norte, el sol, cómo le pega la montaña la luz de la mañana.

Si lo que rodea su cotidianeidad es vida, luz y naturaleza, fuerza verde y una atmósfera purificadora, ¿por qué pintar entonces la muerte? Porque la muerte también es naturaleza, asegura.

“Por ello pinto a la muerte, con fractales neones, con conexiones extrasensoriales que se suceden unas a otras formando un todo, siendo el medio por el cual podemos enviar y recibir energía. Nosotros, los que vivimos en los pueblos, tenemos esta conexión directa con el cosmos, con la Madre Tierra, con los animales y las plantas”, explica.

CULTURA Y EDUCACIÓN

Uno de los propósitos para Yuma es fondear una escuela de pintura y grabado, así como una galería para niños y jóvenes indígenas de Guelatao. Este objetivo, señala, resulta esencial para continuar una tradición de enseñanza artística comunitaria. Sus tíos, Ángel Díaz y Jaime Martínez Luna, crearon en la segunda mitad de la década de 1980 un grupo musical llamado Trova Serrana, que además de posicionar nacional e internacionalmente la cultura y la tradición de esta región montañosa lograron que generaciones de pobladores encontraran sus vidas en canciones que hicieron himnos.

A partir de ese proyecto además de la música surgieron otros espacios para la expresión de los jóvenes de Guelatao como la radio comunitaria y, más recientemente, Agenda Guelatao, con la cineasta Luna Marán, que además de proyectar cine para la comunidad, integra a niñas y niños en la creación de cortometrajes y documentales.

“Mi tío Jaime y Ángel siempre estaban buscando que hubiera talleres en el pueblo, de todo, de foto, de teatro, de canto, nos enseñaban canciones en zapoteco, con las canciones de Trova nos sentimos identificados, eran como los juglares, narraban la vida en el pueblo. Por ejemplo, la canción de La calenda se escucha en todas las fiestas, a mí me inspiró para preguntarme cómo se vería esa canción, cómo sería una pintura”.

Ahora busca replicar esa tradición “para educar a una generación en el arte, como lo hicieron con mi generación hace ya más de 20 años, y seguir así con un proceso de descolonización que nos abra las puertas al mundo a través del arte y la cultura. Eso es lo que nos hace falta ahora, si tú le enseñas a un niño de fotografía, de comunicación, de arte, de cine, le das herramientas para que tenga una perspectiva más amplia, que tenga un sentido de la estética, que sea un niño libre y creativo, mucho más abierto a la vida”.