Sabino Guisu expone los poemas zapotecos de la muerte
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Arte y Cultura

Sabino Guisu expone los poemas zapotecos de la muerte

El artista juchiteco abre, en el IAGO, una exposición que vincula a lo prehispánico con la actualidad, a través de la luz


Hay un libro titulado Japanese death poems, con haikus sobre la muerte (escrito por Zen Monks y Haiku Poets al borde de la muerte). Los textos recogen una visión y tradición asiática que ha marcado la literatura de Japón. A Sabino Guisu (Juchitán, Oaxaca, 1986) el título pareció agradarle. Y lo usó para su obra: Zapotec Death Poems. La serie halló en los entierros prehispánicos y los sismos algunos de los motivos para hablar, como lo hizo el poeta juchiteco Gabriel López Chiñas (1911-1983), de un componente del ciclo vida-muerte.

Guisu, quien ha empleado el humo (para hacer gráfica y en torno a lo cual leyó Puro humo, de Cabrera Infante) y la miel (para crear esculturas e instalaciones que conectan a la muerte de las abejas con la de la especie humana), se inspira en el libro japonés, uno de los tantos que ha leído y que, como la obra de los contemporáneos Ai Weiwei o Francisco Toledo, le ha llevado a replantear sus procesos. A experimentar y ser un artista versátil; con etapas y cuestionamientos (como ya en su tiempo lo hicieron Marcel Duchap y Joshep Beuys) a una expresión en la que conecta lo antiguo y moderno, lo místico y lo frívolo.

La luz marca la propuesta que Guisu presentará el próximo viernes en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO). En el recinto vinculado a su vida (primero como bibliotecario y después como artista), el autor de Negro de Humo (2011), Dead Honey (2012) y Afelpados (en diálogo con uno de sus artistas predilectos, Francisco Toledo, en 2016) comparte un trabajo que lo mismo puede remitir a los entierros prehispánicos que a los anuncios luminosos de Las Vegas.

O a las grietas y estragos de los terremotos en Juchitán como una reflexión sobre la muerte del zapoteco, esperada para cuando se extinga el sol. La obra, reitera, muestra la etapa de la luz, pero sin olvidar sus raíces.

Muchas de las piezas de Zapotec Death Poems están centradas o inspiradas en representaciones de la muerte, como las urnas funerarias de Monte Albán o de las tumbas de Mitla. Las grecas de esa ciudad de los muertos, una colección de anillos inspirados en divinidades zapotecas como Cosijo, o murciélagos y jaguares, se perciben en la exposición de quien también se ha volcado por lo textil, a través del afelpado y que entiende al arte como una expresión universal, sólo que en la actualidad afectada por la existencia del mercado y por ello una manifestación —a veces— superficial.

“El arte se ha convertido en algo muy frívolo y está perdiendo esta espiritualidad con la que producían los pueblos antiguos. El arte africano antiguo, el arte prehispánico mexicano o el romano antiguo tenían una estética muy bella y sin sentido comercial. Esa es la banalidad y frivolidad en que se transformó el arte contemporáneo”.

Esa crítica, sin embargo, no merma su gusto por un arte al que también pertenece. Aunque, claro, “siempre buscando una línea, sin olvidar lo espiritual”. Quizá —dice— pueda ser frívolo en unas partes, por ejemplo con una pieza que remite a un anuncio luminoso de Las Vegas o Japón, pero que tiene un toque de sus raíces, de flechas y motivos de una cultura mixteca.

Lo mismo pasa con una colección de anillos con que trata de llegar a otro público, quizá joven, que utilice las redes sociales, señala mientras reflexiona en que el arte es para él un instinto, como un niño que raya las paredes o como “nuestros ancestros, con las pinturas de las cavernas”, en un tiempo en que no existía el mercado, y simplemente creaban por necesidad.

En la exposición Zapotec Death Poems, Sabino trata de representar un entierro zapoteco, pero con toques contemporáneos. Para ello, se basa en los hallazgos en Veracruz y Tabasco sobre entierros de niños o adultos dentro de una olla, y con ofrendas, muy distintos a los de ahora: en ataúdes y con cruces.

“Eso (entierros en ollas) tenía más sentido porque todo el universo gira en círculos y es como un ciclo. Enterrarte en una cosa cuadrada no tiene sentido, ni vivir en una casa cuadrada. Creo que el mundo tiene que girar como si fuera un vórtice; así tiene que fluir la energía de este mundo, el amor, todo”.