Espejos de tinta reflejan obra de Rolando Rojas
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Arte y Cultura

Espejos de tinta reflejan obra de Rolando Rojas

“Pinto mucha alegría, pinto mucha felicidad”, expresa el artista que presenta un libro para conmemorar 25 años en la gráfica.


A Rolando Rojas (Tehuantepec, 1970), el crítico de arte Luis Carlos Emerich ha descrito como un artista con “un imaginario absolutamente libre, debido a los temas que aborda, relacionados en su mayoría con la narrativa oral y visual que escuchó y admiró en la niñez y juventud temprana en su región de origen, el Istmo de Tehuantepec”.

Esa libertad, agrega, se percibe también en las técnicas con las que desarrolla su gráfica, pues no sólo emplea el aguafuerte o la litografía, sino “otras menos tradicionales como el fotograbado, la oleografía o la mixografía”.

Con más de tres décadas en las artes, en las que ha combinado su experimentación en el grabado con la escultura y la pintura, el artista celebra su primer cuarto de siglo en la gráfica. Y lo hace a través de Espejos de tinta y tiempo, obra gráfica de Rolando Rojas, un libro que reúne sus primeros grabados, hechos en 1988 hasta los contemplados en un primer corte (de 2015), así como los de los últimos años, pues aunque la celebración marca una cifra, la publicación del mismo no se hizo sino hasta hace poco.

El volumen contiene 160 imágenes de las obras producidas en este periodo, así como textos del crítico Luis Carlos Emerich.

“Empiezo con un grabado desde Tehuantepec, imprimo acá (Oaxaca), me caso, aparecen unos grabados que muchos de ustedes han de tener”, cuenta el artista, quien casi a la par de la publicación celebra su trayectoria con la apertura, en una nueva dirección, de su taller denominado Centro de Artes Gráficas (División Oriente 215, Centro).

El pasado jueves, cerca de las 21:00 horas, Rolando Rojas presentó el libro, y para ello le acompañaron el editor y escritor Cuauhtémoc Peña, el cronista de la ciudad de Oaxaca —Jorge Bueno Sánchez— y el maestro grabador y colaborador Saúl Ramos.

Además de —prácticamente— reflejar su vida (como lo calificó Rojas), el libro fue descrito por Jorge Bueno Sánchez como uno que da cuenta de una obra en que el autor va pintando formas que nunca se repiten, pues el artista “sabe perfectamente que cada trazo y cada cuadro debe ser distinto porque sus ideas nunca van a terminar en un cuadro”.

Además de que se trata de una obra en que no sólo se comparte la obra gráfica, sino es testigo de las 20 o 30 piedras que se han roto por tanto uso.

PINTO MUCHA ALEGRÍA

Como un creador que se formó en los talleres de arte, como en la Casa de la Cultura de su natal Tehuantepec, Rolando Rojas es una artista que se considera más formado en la práctica, pero también uno que ha incluido lo aprendido en sus estudios de arquitectura.

A sus 50 años de edad, y con 32 en las artes, se reconoce como un autor que ya encontró qué decir: “yo pinto mucha alegría, pinto mucha felicidad”. Su trabajo, explica, no es caótico ni causa miedo, “al contrario, te da mucha alegría, mucha paz, y es lo que yo quiero ser: ser feliz y también transmitirlo”.

Sin embargo, también señala que para seguir en el camino del arte, es necesaria la exigencia y la alimentación constante con todo lo que ve y analiza, con lo que aprecia en la gente que observa caminar, con lo que admira en los museos y de otros artistas o con lo que le queda de la música que escucha.

“Uno tiene que encontrar nuevas formas, tiene que estar trabajando todos los días, yo creo que es el tiempo que te hace evolucionar y exigirte más”, añade el autor de innumerables piezas en que los rostros (humanos o de animales) parecieran hablar de esa “simplicidad” con que se percibe a sí mismo.

Aunque también se percibe ese lenguaje del que habla el autor, y que surge desde el momento en que ve una tela o soporte en blanco.

Con varios proyectos en desarrollo, Rojas sigue con uno sobre el Calendario Galván, en el que pretende crear 365 caritas, una por cada día del año. Espera que en tres meses complete la serie, además de generar varios proyectos en su taller. En cuanto a su trabajo, en que retoma varios elementos como los rostros, espera que las notas y los instrumentos que remiten a su gusto por la música se sigan alimentando para proponer nuevas escenas.