Lucha chicana en miradas de La Raza
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Arte y Cultura

Lucha chicana en miradas de La Raza

Fotografía y movimientos sociales se vinculan en la exposición basada en el archivo del diario fundado en Los Ángeles, California


En 1968, miles de estudiantes salieron a las calles para exigir mejoras en su educación, una que hasta el momento estaba marcada por las malas condiciones y el racismo. Muchos de estos jóvenes provenían de los barrios más pobres de la ciudad y sus consejeros y profesores les habían dicho que mejor se prepararan para ejercer algún oficio, ya que no tenían posibilidades para ingresar a la universidad. La manifestación, que por el año podría pensarse en México, ocurrió en Los Ángeles, California, ciudad estadounidense con gran porcentaje de población latina, especialmente mexicana.

Conocidos como los “paros del este de Los Ángeles”, estos movimientos ocurrieron en un año en que la juventud se involucró en varias luchas alrededor del mundo. Desde Praga hasta México, pasando por Berlín, Madrid y Londres, este sector impulsó varias revoluciones que en casos como México terminaron en tragedias.

A casi 50 años, el movimiento chicano resurge en las fotografías de La Raza, periódico fundado en 1967 en Los Ángeles, y de cuyo acervo se generó la exposición que desde el 6 de julio y hasta el 2 de septiembre presenta el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (Manuel Bravo 116, esquina García Vigil, Centro).

Curada por Edward McCaughan, La Raza: El Movimiento Chicano y la Fotografía es una muestra conformada por 41 fotografías tomadas por Devra Weber, Patricia López-Borjon, María Márquez Sánchez, Margaret Randall, Pedro Arias, Oscar Castillo, Gilbert López, Luis C. Garza y Joe Razo, quienes trabajaron en ese diario. Aunque desapareció en 1977, las imágenes de la publicación respecto a los movimientos estudiantiles se estiman en más de 25 mil y ahora son parte de la biblioteca del Centro de Investigaciones de Estudios Chicanos de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA).

McCaughan, autor del libro Art and Social Movements, en el que analiza las luchas sociales de los años 60 y hasta parte de los 90, con relación a la fotografía, señala que la exposición abarca cuatro secciones. Una de ellas corresponde al movimiento chicano, que incluye las manifestaciones de la juventud para tener mejores condiciones de educación y para mostrar su repudio a la violencia ejercida contra el movimiento estudiantil en México en ese mismo año.

Otra parte de la muestra se enfoca en el movimiento campesino chicano-mexicano en Estados Unidos y que se enfocaba en construir un sindicato para los trabajadores agrícolas. La figura que sobresale en esta lucha es la del estadounidense César Chávez (1927-1993).

Hay una tercera sección sobre el movimiento contra la Guerra en Vietnam, explica Edward sobre las protestas de la comunidad chicana porque varios de los suyos estaban muriendo en el conflicto, además porque al ser de clase trabajadora no tenían más opción que unirse al Ejército y luchar al frente, donde estaban más expuestos a la muerte.

“La comunidad se opuso mucho a la guerra y en agosto de 1970 organizó una gran manifestación, unas 30 mil personas salieron a las calles de Los Ángeles y fueron atacadas violentamente por la policía, cuatro personas murieron ese día por balas de la policía”.
Por último, la exposición dedica una sección a la relación entre las imágenes fotográficas y la identidad chicana, en cómo las fotos ayudaron a construir la identidad en estos momentos.

Arte y movimientos sociales

Como autor de un libro que analiza el rol de los artistas visuales en movimientos sociales de finales de la década de 1960 y principios de la de 1990 (tanto de México como Estados Unidos), McCaughan señala que en esta exposición también se puede percibir la relación artista-activista.
Y es que, detalla, “la mayoría de los fotógrafos en esta exposición empezaron como activistas, quizá dos fueron fotógrafos profesionales, pero la mayoría activistas que aprendieron a tomar fotos, revelarlas e imprimirlas como parte de su activismo”.

Al principio, refiere, la labor era más un acto de denuncia, de documentación y de protesta, pero con el paso de los meses y años algunos empiezan a encontrar un estilo y a mejorar la técnica.

“No importaba si venían del arte o del activismo, pero encontraron esta intersección donde sabían cómo usar el arte para avanzar ideas y aprendieron a intervenir socialmente, políticamente con su arte para que no fuera una cuestión particular, sino algo que podía movilizar emociones, movilizar la rabia”.