Rafael Rangel y el cine en que gana la realidad
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Arte y Cultura

Rafael Rangel y el cine en que gana la realidad

Realiza un trabajo independiente que busca alejar de los intereses comerciales o validación de festivales


Del documental Un día en Ayotzinapa 43 (2015), del director Rafael Rangel, el crítico de cine Jorge Ayala decía en 2015 que se trataba de “una extraordinaria película”. Una que se alejaba del “panfletazo horrendo que solemos ver sobre el tema”, como calificaba a las producciones Ayotzinapa: crónica de un crimen de Estado, de Xavier Robles, y La noche de Iguala, de Jorge Fernández Menéndez.

Aunque fue proyectada en la Cineteca Nacional, esta producción de Rangel (que muestra la vida al interior de la escuela), no fue vista por nadie, agregaba el considerado mejor analista del cine mexicano en una entrevista para el portal Sin Embargo.

A casi cuatro de la desaparición de los 43 estudiantes de la normal, ocurrida la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014, el director y pintor rememora su experiencia con este largometraje, uno que como sus demás producciones se puede ver de forma gratuita en Youtube, en el canal de Insurrección FILMS.

Rafael Rangel (Michoacán, México) platica de su obra, una que identifica con la “antropología salvaje”, de la que ha hablaba el fallecido documentalista brasileño Eduardo Coutinho. Pero también comenta de un trabajo independiente, que ha buscado alejar de los intereses comerciales o la validación de los festivales porque, dice, son lo mismo.

¿Qué mirada destaca de Un día en Ayotzinapa 43?

Mi mirada es más la de un artista, la de un cineasta, más allá de la mirada de reportero, porque obviamente no lo soy. Eso me permitió hacer un documental desde una perspectiva más humana. Creo que hay tantas miradas y enfoques como cineastas hemos decidido hablar de esta tragedia. Esta mirada humanista creo que permite un acercamiento más íntimo con los estudiantes de Ayotzinapa.

Desde el interior de la normal Raúl Isidro Burgos, en lo que ha mencionado como “el centro del huracán”…

Todo el documental se desarrolla dentro de la normal, esa fue nuestra finalidad, a excepción de un momento en que salimos a una manifestación acompañando a los estudiantes.

Estar con los estudiantes, en la escuela, ¿cómo influyó en su labor como cineasta?

Yo me he acercado a los temas que he abordado con un interés muy comprometido, muy humano. Y como tal me involucro, creo, demasiado con las personas con quienes trabajo. En ese caso de Ayotzinapa, todo el tiempo que estuvimos ahí. No recuerdo una sola conversación en la que no la suspendiera porque emergía el llanto, invariablemente, tanto de las personas con que mantenía una conversación como el mío. Era muy doloroso, todos los días fue un agotamiento emocional, de acuerdo con la dimensión de la tragedia.

¿Le fue complicado entablar la relación, estar en la normal?

Sí, porque el documental que hicimos es el primero del tema, fuimos de los primeros en llegar a grabar. Estaba todavía muy candente el tema, muy explosivo todo, y ellos (los estudiantes) estaban con todas las precauciones debidas. Era difícil acceder a la normal; cuando logramos hacerlo, poco a poco nos fuimos vinculando y teniendo una relación primero distante y difícil, hermética de parte de ellos, y conforme pasó el tiempo y vieron que estábamos en la mejor disposición de hablar de su verdad poco a poco fueron permitiendo el acceso hasta el punto de crear vínculo de una amistad entrañable con ellos.

El director de El principio de la espiral (2009), Preludios: las otras partituras de Dios (2013) y El grito de los coyotes (2016) es también un pintor, cuya creación se inclina por lo abstracto. Es también un cineasta que empezó con la ficción (su primera producción), pero que ha desarrollado más documentales (tres, sus últimos largometrajes). Desde hace casi tres años trabaja en una ficción que se llama Luna Mortis, y a la par desarrolla un documental en torno al sismo del 19 de septiembre de 2017 y sus estragos en la Ciudad de México. El filme se llamará Silencio, septiembre 19.

¿Cómo se ha planteado el ejercicio del cine?

Yo me considero director de cine de ficción, no soy documentalista. Incluso me cuesta trabajo concebir estas películas dentro del género documental; encajan ahí, pero no porque necesariamente lo sean. Yo las veo más como ensayos. Y al considerarlos ensayos, les permite más libertad como género. Y continúo considerándome director de ficción, en este momento estoy filmando una ficción y otro documental. Lo que sucede es que gana la realidad y es una necesidad muy orgánica de pronto abordar temas que están frente a uno. Siempre me gusta decir que lo que hago es lo que definió el documentalista brasileño Eduardo Coutinho como una antropología salvaje. En realidad, si tuviera que definir lo que hago como documentalista es eso, es un acto de antropología salvaje porque simplemente sé cuál es el tema y nos abocamos a hacerlo, sin preparación previa, sino vamos al encuentro del tema, al encuentro de las personas, al encuentro de lo que vayamos viendo día a día.

Pero al final hay un interés en esos temas…

Es muy intuitivo todo, te puedo decir que de Ayotzinapa sí tengo muy preciso cuando me interesó el tema. Fue cuando vi el rostro desollado (de Julio César Mondragón). Los otros dos (Preludios: las otras partituras de Dios y El grito de los coyotes) han surgido también por una necesidad o una constante observación de las circunstancias de las personas que retrato, los indigentes, los vendedores ambulantes que están entre los vehículos, y bueno, son personas que uno nunca ve, que siempre ignora.

¿Sus proyectos actuales siguen la línea de esas películas, de lo social?

Ahora, a la vez, estamos haciendo las dos películas. En el documental estamos siguiendo a seis o siete personas que lo vivieron de diferente modo, uno de ellos es un pequeño de 12 años, Roberto, que es sobreviviente del colegio (Enrique) Rébsamen. Para mí el colegio Rébsamen es el epicentro emocional del temblor. Este documental me está siendo muy difícil cómo abordarlo porque hay miles de personas que lo vivieron, pero encontré a este chico y decidí que sea la mirada de él, porque además es un chico especial, muy sensible, a pesar de su edad.

¿El documental saldría este año?

No sé, comienzo las películas y nunca sé cuándo van a salir, es muy difícil hacer películas, sobre todo cuando es de modo independiente.

¿Y cómo es el cine independiente, de dónde viene el financiamiento?

Eso es con ayuda de amigos, así es como he hecho siempre mis películas, con la solidaridad, el apoyo y colaboración de quienes participan. Es una postura, porque quiero que lo que hago en cine esté alejado de estos mecanismos del dinero. Es una postura y parte de ella es que todas mis películas (las cuatro) están en Youtube, gratis.

Usted dice que aleja sus producciones de eso en lo que se ha convertido el cine, ¿a qué se refiere?
(El cine) se ha convertido en la danza alrededor del becerro, de los becerros de oro del cine industrial y del cine de festivales. Son lo mismo, en diferentes lugares nada más.


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