Arte en miniatura
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Arte y Cultura

Arte en miniatura

Una selección del artista Francisco Quintanar comparte espacio con los más de 30 mil títulos de la Biblioteca Francisco de Burgoa


De ser un objeto para indicar la propiedad de un libro, con leyendas de maldiciones para evitar el robo o asegurar la devolución del ejemplar, los ex libris han sido de interés en el mundo del arte (específicamente de la gráfica) y del coleccionismo. Hay quienes valoran mayormente aquellos que logran condensar la idea en el menor espacio posible. Claro, sin exceder los 10 centímetros en alguno de sus lados.

La atención hacia los ex libris, palabra tomada del latín que significa “de entre los libros”, también se ha notado en diversas investigaciones que intentan llegar al origen de los mismos. Aunque no se sabe cuál fue el primer ex libris, hay estudiosos que coinciden en que el más antiguo que se conoce es un ejemplar de cerámica esmaltada, y que perteneció al faraón egipcio Amenhotep, quien vivió en el siglo XV antes de Cristo.

En medio de estos intereses está la obra de Francisco Quintanar (Ciudad de México, 1971), quien al igual que artistas de la talla de Albert Durero, Lucas Cranach, Hans Burgkmair, Hans Holbein, Jost Ammany Francisco de Goya ha decidido emplear sus esfuerzos en este arte en miniatura. Y parte de ello lo muestra en la ciudad de Oaxaca, a través de la Biblioteca Francisco de Burgoa, donde expone Ex libris, arte en miniatura, una selección de ex libris creados en más de una década.

Así como esas etiquetas o sellos grabados que se colocan al reverso de la tapa de los libros (en donde se pone el nombre del propietario o la biblioteca a la que pertenece el volumen, y con la locución latina ex libris), la propuesta de Quintanar recuerda a las marcas, sellos y firmas que acompañan a los objetos y la historia de sus depositarios, en este caso los libros.

Ese interés por marcar la propiedad, patente desde las primeras publicaciones y manuscritos de la Nueva España, continúa hasta nuestros días, como lo explica la curadora de la exposición, Maritere Espinosa. De ahí que su inclusión se aprecie en incunables (impresos que datan del siglo XV), en primeras ediciones y libros de autor, como aquellos de bibliotecas relevantes, “cuyos dueños —llamados bibliófilos— además de reunir ejemplares valiosos por su contenido, encuadernación y tipografía, les incluyeron un ex libris”.

Los ex libris de Quintanar hablan de esa historia, una que en la era actual va ligada a la imprenta, a la publicación de libros que en ese tiempo (siglos XV y unos posteriores), por los costos y demás implicaciones, sólo eran asequibles para familias de nobles, la jerarquía eclesiástica o instituciones religiosas (como se observa en las colecciones de la Burgoa, donde varios ejemplares cuentan con sus ex libris).

Asimismo, las piezas creadas por Quintanar están relacionadas con esa historia en que la responsabilidad para hacerlas recayó en el gremio de artistas. Por ello los ex libris se fueron integrando al volumen, como pequeñas obras de arte hechas a petición de los poseedores de libros y bibliotecas, y surgidas a partir de técnicas como la xilografía, calcografía o litografía. En su caso, el encuentro con este arte fue a partir de la petición de un amigo, el escritor, poeta y crítico de arte Miguel Ángel Muñoz. Aunque más tarde se nutrió de su acercamiento al bibliófilo y coleccionista Mercurio López Casillas.

La exposición Ex libris, arte en miniatura reúne también los artefactos con que Quintanar ha creado los más de 100 ex libris que ha compartido en diversas muestras en México y el mundo. Y que también le han llevado a lograr reconocimientos en Bulgaria (2014) e Italia (2008). Aunque lo primordial para él es seguir con una tradición que en México practican muy pocos artistas, entre ellos Joel Rendón y Sergio Sánchez Santamaría, todos ellos antecedidos por figuras como Diego Rivera, Julio Ruelas, Rufino Tamayo y Leopoldo Méndez.

La muestra de Francisco Quintanar se encuentra abierta al público desde el pasado fin de semana, en la Biblioteca Francisco de Burgoa (interior del Centro Cultural Santo Domingo (Macedonio Alcalá sin número).

En ella se observa el universo artístico y manera de entender el arte del grabado de Quintanar. La diversidad temática incluye desnudos femeninos, héroes patrios, personajes históricos, seres mitológicos, símbolos esotéricos, retratos, paisajes y animales.

“Cada obra expresa la emoción y visión del entorno de cada solicitante y, al mismo tiempo, la libertad creativa del artista. Una sólida formación académica y años de práctica en el arte del grabado hacen que cada uno de sus ex libris sean piezas de gran dramatismo estético”, comenta la curadora sobre estas piezas hechas en técnicas como xilografía, linóleo, aguafuerte y aguatinta, y llevadas a distintos matices de ocre o a colores como el azul, verde, rojo y negro.