Biblioteca Francisco de Burgoa, un tesoro histórico
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Biblioteca Francisco de Burgoa, un tesoro histórico

Conformada por más de 30 mil títulos, la mayor parte proveniente de los conventos que existieron en Oaxaca, cuenta con manuscritos, fotografías, incunables y las bibliotecas de Benito Juárez Maza, Aurelio Valdivieso, Matías Romero, Jacobo Dalevuelta, Manuel Brioso y Candiani, Jorge Fernando Iturribarría y Luis Castañeda Guzmán, entre otras joyas de consulta


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En mayo de 1996, el fondo bibliográfico de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) abrió sus puertas en una de las alas del Ex Convento de Santo Domingo de Guzmán, en el centro de la ciudad de Oaxaca. Con el nombre de Biblioteca Francisco de Burgoa, el acervo llegó a un espacio que alude a sus orígenes eclesiásticos. Y aunque el sitio donde se encuentra ha dejado de ser uno para órdenes religiosas, gran parte de sus libros dan cuenta de las lecturas que hacían los dominicos, franciscanos, agustinos, jesuitas, carmelitas, betlemitas y mercedarios.
Y es que con poco más de 30 mil títulos, la biblioteca tiene en su mayoría títulos que pertenecieron a las órdenes religiosas asentadas en la entidad.

Desde su instalación en este monumento histórico, la biblioteca adquirió el nombre de Francisco de Burgoa, un fraile dominico que escribió la crónica de Oaxaca en el siglo XVII y cuyas obras completas están en este acervo.

Sin embargo, y aunque en la actualidad es una biblioteca especial por sus colecciones, su desarrollo y acervo fueron en varios lugares, donde los ejemplares estuvieron expuestos a diversas circunstancias que los afectaron. Y no fue hasta el año 1994, cuando el artista Francisco Toledo y el entonces rector de la UABJO, Homero J. Pérez Cruz, propusieron iniciar el proceso de catalogación del fondo universitario.

Penélope Orozco, coordinadora académica de la biblioteca, explica que el recinto alberga varias colecciones y sus libros más antiguos provienen de los ex conventos de Oaxaca.

“Entre los libros de la Iglesia con que cuenta la biblioteca están los del ex convento de Santa Catalina de Siena, de Santo Domingo y de San Pablo”, refiere.

Con la secularización de los bienes (por las leyes de Reforma, en 1859), los libros pasaron a manos del Estado. De esta forma, las obras que pertenecían a las órdenes religiosas fueron a dar a la Biblioteca Pública del Estado (fundada en 1827), que en ese entonces estaba en el Instituto de Ciencias y Artes.

No obstante, cuando en el año 1955 el instituto se convierte en universidad, los títulos del acervo pasan a formar parte de la UABJO. Por eso es que la biblioteca depende de esta casa de estudios, a diferencia de otras similares, que pertenecen al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) o sí a universidades, pero porque éstas van adquiriendo títulos para sus colecciones.

Luego de estar en el Instituto de Ciencias y Artes, y hasta la década de los 90, el fondo bibliográfico estuvo en varios sitios, como el edificio que ahora tiene la Facultad de Arquitectura 5 de Mayo, frente al Teatro Macedonio Alcalá, en Ciudad Universitaria y actualmente en el Ex convento de Santo Domingo.
Pero esto último se desprende en parte de una exposición sobre joyas bibliográficas, en 1993, y con la cual se plantea el proyecto de inventario. La encomienda de esto, así como de la curaduría de dicha exposición, estuvo a cargo de María Isabel Grañén Porrúa.

Hasta ese momento, el fondo bibliográfico estaba en Ciudad Universitaria, en un edificio donde se filtraba el agua.

Penélope Orozco comenta que no se pensó que el proyecto crecería con más colecciones, pero desde su reubicación, de CU a Santo Domingo, se han sumado miles de ejemplares, entre ellos los de las bibliotecas de personajes importantes en la vida de Oaxaca.

En una entrevista pasada, María Isabel Grañén Porrúa, directora de la biblioteca, explicaba que ante el proyecto de catalogación, éste rebasaba su tarea personal. Sin embargo, “estuve preguntando y a través de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia conseguimos el apoyo de restauración, de latinistas y todo para hacer un proyecto de catalogación que inició en enero de 1994, justamente cuando iniciaron los trabajos de restauración del ex convento de Santo Domingo; estábamos al mismo tiempo, nada más que yo estaba en Ciudad Universitaria”.

UN ACERVO ÚNICO

Aunque la mayor parte del acervo proviene del fondo conventual, la biblioteca cuenta con títulos en diversos temas, por ejemplo, sobre política, historia, literatura, geografía, medicina, arte y pedagogía.

Asimismo, es un acervo peculiar por los idiomas en que están escritas sus obras, pues las hay desde aquellas en latín, francés, castellano y alemán hasta las que comprenden lenguas originarias de Oaxaca y el país: zapoteco, mixteco, mixe y náhuatl.

LAS COLECCIONES

La biblioteca comprende un acervo de más de 30 mil títulos, que sigue incrementándose y el cual se divide en diversas colecciones: el Fondo Conventual (conformado por los acervos de los conventos que hubo en Oaxaca), la Colección Especial (conformada por las bibliotecas particulares de personalidades como Benito Juárez Maza, Aurelio Valdivieso, Matías Romero), Colección de Manuscritos (con manuscritos de instituciones eclesiásticas y civiles como del Obispado de órdenes religiosas o de la Alcaldía Mayor), Colección de Referencias (con diccionarios, enciclopedias, repertorios bibliográficos y libros de consulta), entre otras.

En términos de importancia de los títulos, la coordinadora académica explica que ello depende de varios factores, desde el interés del o la investigadora, la temática o incluso de la existencia de más copias de algún ejemplar, que en ocasiones sólo hay uno y éste se encuentra en el acervo.

“No precisamente los más antiguos son los más importantes porque de los antiguos puede haber 100 ejemplares o que se pueden encontrar en cualquier biblioteca, u otros que no son tan antiguos, pero raros o difíciles de hallar”.

Ejemplo de esto último, dice, es La doctrina cristiana en lengua mixteca, que es única y se trata de una obra impresa en México en 1586.
Entre los más antiguos y que podrían tener valor por eso mismo, están los pergaminos, hechos de piel tratada con cal; algunos más, resultan especiales por el tipo de encuadernación.

BIBLIOTECAS DENTRO DE UNA BIBLIOTECA

Gracias a diversas donaciones, la Francisco de Burgoa se ha hecho de varias bibliotecas particulares de personajes destacados del estado. Ello, permite conocer, como en el caso de las órdenes religiosas, las lecturas y temas que les interesaban.

Las bibliotecas particulares que se encuentran en el recinto son las de: Benito Juárez Maza, Aurelio Valdivieso, Matías Romero, Jacobo Dalevuelta, Manuel Brioso y Candiani, Jorge Fernando Iturribarría y Luis Castañeda Guzmán.

Asimismo, hay obras que se comienzan a adquirir para las cátedras que se impartían en el Instituto de Ciencias y Artes, refiere Penélope Orozco, coordinadora académica.

“Encontramos textos en francés, de filosofía, teología, derecho, entre otros, y algunos son de Matías Romero, el doctor Aurelio Valdivieso y Benito Juárez Maza, cuya viuda donó su biblioteca al acervo de la Burgoa. Éstas son colecciones del siglo XIX y las donaciones eran una forma en que los libros adquiridos por tales personajes se aprovecharan en el instituto.

De la biblioteca de Manuel Brioso y Candiani, detalla que ésta se encontraba en el edificio de Derecho, en la calle Alcalá, pero luego del conflicto en que se quemó el paraninfo, hubo la preocupación de que por los disturbios se perdieran los libros y documentos.

Es por ello que se trasladó a la actual sede. El acervo comprende obras del siglo XIX y principios del XX.

“Lo curioso que tiene es que es casi de asuntos oaxaqueños; este señor era muy metódico y cuando hallaba cosas de literatura hacía sus recortes de periódicos y los reunía en un tomo”.

En este acervo hay temas varios: literatura, pedagogía, derecho e historia de la enseñanza en Oaxaca.
“Es una biblioteca muy importante porque te da una visión de la época que le tocó vivir; él siempre estaba pendiente de lo que publicaban otros oaxaqueños en los estados, por ejemplo en Puebla o México”.

Algo que tiene muy importante este señor es su hemeroteca con periódicos de Oaxaca, de los siglos XIX y principios del XX.

Otra de las bibliotecas particulares es la de Jorge Fernando Iturribarría, cuya familia es la que la donó; en ella hay documentos y libros del siglo XX, hasta mediados, que abarcan temas de historia del arte, historia de México e historia de Oaxaca.

OTRAS COLECCIONES

Además de libros, archivos y documentos, la Biblioteca Francisco de Burgoa cuenta con un acervo de fotografías, las cuales fueron donadas por Gloria Larumbe Reimers. Las imágenes corresponden a los días posteriores al sismo el 14 de enero de 1931, tomadas por Enrique Cervantes para el doctor José E. Larumbe.

LA PRIMERA BIBLIOTECA INFANTIL

Una nueva colección se suma al acervo de la Burgoa; se trata de la primera biblioteca infantil en Oaxaca, que se ubicaba en el edificio de la Facultad de Arquitectura 5 de Mayo, pues el recinto fue sede de la biblioteca del Estado.

Sin embargo, cuando se estaba abriendo la carrera, los salones eran los espacios donde se encontraban apilados éstos y otros libros que ahora conforman la Burgoa.

“Le ganó la facultad de Arquitectura y los libros se dispersaron, pero ahí había una biblioteca y había una biblioteca infantil”.
LAS JOYAS BIBLIOGRÁFICAS

Entre las colecciones de la biblioteca, están algunos títulos considerados joyas bibliográficas, como los 11 incunables, aquellos libros impresos en el siglo XV, es decir, realizados en la primera centuria del invento de Gutenberg: la imprenta. Son 11 los libros de este tipo y el más antiguo de ellos data de 1472.

Los temas en dichas obras son varias, pues los hay desde uno que es de comentarios a la obra de Aristóteles, otro es la Historia Natural de Plinio, otro de derecho canónico, “pero generalmente son impresiones de las obras clásicas y relacionados con religión”.

También están 9 impresos mexicanos del siglo XVI; un manuscrito en latín de fray Bartolomé de las Casas; el primer impreso oaxaqueño, que data de 1720 por doña Francisca Flores; una biblia políglota impresa por Cristóbal Plantino entre 1572 y 1575, entre muchos otros, según detalla la biblioteca en su sitio web.


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