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Raúl Maldonado Mendoza: a un año de tu partida


Pasando lista de presente | El Imparcial de Oaxaca

Dime Poeta del Aplauso y del Amor ¿Por qué me dicen que estás muerto? Si estas vivo en tus poemas y en nuestro corazón

PASANDO LISTA DE PRESENTE en el aula de la vida para decirte, padre, tú eres mi héroe. Siempre fuiste mi gran amigo, mi maestro de oratoria, declamación, de locución y periodismo. Eres un gran padre, a pesar de que no estás físicamente, tú ejemplo vertical sigue siendo faro que ilumina las decisiones de vida de los tuyos.

La esperanza siempre muere a lo último: el 09 de marzo del 2017, bajando del autobús procedente de la Ciudad de México, a la 6 de la mañana, me dirigí a preguntar por ti, papá, al IMSS en Oaxaca, el escenario jamás me lo imaginé. El urgenciólogo con el que hable, en presencia de mi tío Víctor Manuel Maldonado Mendoza, me decía entre molesto y frustrado “ayer a las 6 de la tarde ingresó su papá (08 de marzo del 2017) con un paro cardiaco. En esos casos el tratamiento a seguir es la trombosis, para adelgazar la sangre y destapar sus arterias, es un procedimiento que tiene sus riesgos, pero es mayor el beneficio, ya que si todo sale bien es como si no hubiera tenido un paro cardiaco” ¡Hágaselo!, le expresé, “no, no, no ya no tiene caso, eso se debió haber hecho en las primeras 5 horas para que tenga efecto, ahorita ya nadie le quita el daño al corazón, yo no sé por qué no lo autorizó la señora”. En ese momento me desbaraté.

En la boca tenía un sabor amargo, las lágrimas fluían, como lluvia. Quiero verlo, le solicité al médico, —adelante, pase por aquí— aunque no quería que me vieran llorando, era imposible, es como si mi propia vida se me estuviera escapando.

Lo vi tranquilo, sereno, con ánimo, me preguntó por qué lloras, le respondí: no me gusta verlo así.

Saliendo de hablar con mi papá, el urgenciólogo me comentaba que ahí ya no tenían nada que hacer, que su problema ya no era de urgencia dado que el paro ahí estaba y ya nada se lo podía quitar. Se nos sugirió llevarlo a Puebla; hubo resistencia para que lo aceptaran, debido a su estado grave. Gracias a Dios lo aceptaron. Salió con éxito la angioplastia que le practicaron, dos de tres arterias le abrieron; “no sé cómo llegó, y salió bien, pero hay que esperar como va evolucionar… entró a la sala de urgencias… le pusimos una “bomba” en una pierna para ayudar al corazón a trabajar”, me dijo la doctora que lo atendió. Salió consciente, eso me dio mucho ánimo, para mantener firme la fe.

El 11 de marzo del 2017 me había comentado mi tío, hermano gemelo de mi papá, que él se quedaría esa noche; “vete a descansar, hijo”, me comentó, tres noches y lo acumulado ya habían hecho mella en mi cuerpo.

Ese día acaba de llegar al hotel y disponerme a descansar, a los 45 minutos de acostado,—eran como las 12:40 horas—, sonó mi celular, era mi tío Víctor Manuel Maldonado Mendoza, quien me decía que tenía que regresar, que el doctor comentaba que la situación se estaba poniendo muy delicada. Regresé inmediatamente y hablé con el médico que atendía a mi padre; me comentó con una elevada sinceridad que ya no había más que hacer. Pasé a verlo, platicamos un rato y nos despedimos. Siempre sereno, siempre paciente, siempre lúcido, siempre fuerte. Así como los gallardos versos de Enrique González Martínez, el que le torció el cuello al cisne del Modernismo, (sin que lo manche la mundana escoria/ se eleva altivo inquebrantable y fuerte,/ impasible y sereno ante la muerte,/sereno e impasible en la victoria).

*Premio Estatal de la Juventud Bicentenario 2010, Maestría en Litigación en Juicios Orales.

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