La vuelta al cine mudo, a la magia y la experiencia
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Arte y Cultura

La vuelta al cine mudo, a la magia y la experiencia

Musicalizar en vivo “es una idea tan vieja que parece nueva”, pero que funciona y es quizá más válida ahora que antes, considera Steven Brown


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Hace más de un siglo y hasta hace varias décadas, el cine mudo era una experiencia que mezclaba imágenes con sonidos, pero estos últimos generados por un pianista, una orquesta o un ensamble que actuaba en vivo. Ya sea en los intermedios o acompañando la función, las interpretaciones eran el complemento a la historia.

Esa cercanía del cine con la música, distinta a la que da una banda sonora hoy día, es lo que por 15 años ha revivido Cinema Domingo Orchestra.

Primero con proyecciones en Atzompa, iniciadas por Steven Brown y Bruno Varela; luego, con funciones en teatros y espacios culturales de la ciudad de Oaxaca; para entonces, ya con otros intérpretes como Julio García y Oxama. Aunque antes, en los años 80 del siglo pasado, Bruselas (Bélgica)era partícipe del proyecto impulsado por Steven, un músico, cineasta y escritor que junto a otros ejecutantes se armaba de instrumentos y un proyector para musicalizar en vivo los filmes silentes que rentaba en la cineteca nacional de Bélgica. Esa experiencia llamada Cinema Sunday fue lo que replicó en la Ciudad de México, desde su llegada al país en 1994. Y luego en Santa María Atzompa y la ciudad de Oaxaca.

“A la gente le gusta mucho ver una película antigua en blanco y negro, y con música en vivo; es como entrar a un concierto y a una proyección de cine”, considera Steven Brown, y agrega que lo de Cine Domingo Orchestra “no es algo nuevo”, aunque sí para mucha gente.

“Y funciona justamente porque no es Netflix y no abres la pantalla de tu portátil, es otra experiencia que todavía tiene validez, tal vez más hoy en día”.

“Lo que nosotros hacemos, en un mundo lleno de imágenes —donde ya llegan a ti, no las escoges— es algo muy novedoso”, añade Bruno Varela sobre una labor que dista de recuperar. “Es más bien recargar esas imágenes, volverlas otra vez una experiencia”, una ligada al arte que en sus orígenes “estaba mucho más cerca de la magia que del entretenimiento y de la forma narrativa a la que estamos habituados hoy”.

En sus 15 años de existencia, Cinema Domingo ha llevado la musicalización en vivo de algo muy cercano a la improvisación hacia piezas compuestas especialmente para cintas como Los ojos de la momia (E. Lubitsch, 1918), La Generala (Buster Keaton, 1926), El Gabinete del Doctor Caligari (Robert Wein, 1912) y Tepeyac (Juan Manuel Ramos, 1917). Esta última uno de los tres únicos largometrajes de ficción silentes mexicanos que se conservan hasta la fecha, según la Filmoteca de la UNAM.

De su labor, expuesta en foros diversos y festivales como Cine Planeta de Cuernavaca, Morelos; el de la Vendimia en Ensenada, Baja California o el de Bandas Sonora de la Cineteca Nacional de México, Reinhard Maiworm (director del Instituto Goethe) ha dicho que “si alguien en México es perfecto para musicalizar cine mudo, ese es Cinema Domingo Orquestra”.

Incluso, el Instituto Goethe ha seleccionado a la agrupación para crear música y formar parte de la Semana de Cine Alemán y el Festival Pop-up Festival Alemania en México, y para lo cual estos músicos generaron piezas para Algol, la Tragedia del Poder (Hans Werckmeister, 1920) y La Muerte Cansada (Fritz Lang, 1921).


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